El Parque Natural Gorgona es una mezcla de ecosistemas que no duermen y mientras los mamíferos en su mayoría descansan, un gran número de especies de reptiles, anfibios y otros seres vivos comienzan sus actividades al caer el sol…
Ellos son Augusto Rafael Acosta y Esteban Betancourt, herpetólogos de la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad Nacional respectivamente. Ambos serán nuestros guías en este viaje donde conoceremos más sobre los herpetos o animales que se arrastran en los suelos de Gorgona.
Reportes científicos indican que Gorgona cuenta con al menos 41 especies de reptiles, de las cuales el 30 % corresponden a serpientes… ¡Sí! Serpientes. De estas 12 especies al menos tres son mortíferas y estamos muy lejos del centro de salud más cercano, pero la ciencia no teme y nosotros estamos para acompañarlos.
Por ello, hoy centraremos nuestro recorrido en el estudio de herpetos o animales que se arrastran, los cuales incluyen anfibios, serpientes, salamandras, entre otros. Una de las preguntas que nos rondan la cabeza a medida que avanza la noche es ¿por qué salir sin luz solar?
“Existe una gran variedad de anfibios, serpientes y otros seres que comienzan su actividad en horas crepusculares, por lo que no es común encontrarlos de día”, cuenta Esteban Betancourt, herpetólogo de la Universidad Nacional. Además, él relata que la velocidad de muchas serpientes de actividad diurna desciende con la noche, por lo que es factible encontrarlas dormidas en ramas o lugares seguros para ellas.
Imaginen caminar por horas, horas, y más horas, por la selva húmeda tropical que compone parte de los ecosistemas de la isla Gorgona y Gorgonilla, ahora bien, piensen en hacerlo con lluvia y de noche.
Eso es parte del trabajo que realizan hombres y mujeres que dedican sus días a la investigación de herpetos en Gorgona. Pues deben recorrer grandes extensiones de tierra agreste, en condiciones poco favorables y a la luz de pequeñas linternas usualmente ubicadas en la frente. Valiéndose principalmente de los límites de la visión humana ante la poca iluminación y algunos ganchos herpetológicos.
“No se trata de tener el super ojo para ver por ejemplo las serpientes, uno identifica patrones y figuras”, relata Esteban, mientras camina cuesta arriba por los senderos de la selva.
Augusto Acosta, un joven herpetólogo nacido en Plato (Magdalena), afirma que lo que buscan es “aportar un grano de arena respecto a la recolección de información científica en el país. Pues se considera que Colombia ha sido un 'hueco' de información en lo que al código de barras genético -Barcoding- de las especies se refiere, y se trabaja para llenar ese espacio”.
Precisamente las condiciones de aislamiento natural de Gorgona proveen a la isla de animales endémicos y otros con posible 'especiación', que según lo que nos explica Augusto, es el establecimiento de nuevas características, “como las morfológicas o las fenotípicas dentro de una especie presente en otros territorios”.
Reportes de otras expediciones y la tradición oral de los pobladores de la isla Bazán o el municipio de Guapi, territorios cercanos a Gorgona, dan cuenta de animales únicos como el Anolis Azul. Una pequeña lagartija de color azul grisáceo endémica de la isla y que se ha visto amenazada por la introducción al terreno del basilisco o chochora, como se le conoce en otras regiones del Pacífico.
El uso de los suelos de la isla como centro de reclusión y el posterior abandono de las edificaciones humanas, ha convertido a este sector del parque natural en un sitio de búsqueda de animales. Precisamente en el sendero que conduce al antiguo penal nos encontramos a un ejemplar de boa constrictor de unos dos metros de largo, escondido en unas hojarascas cerca al camino.
La llegada masiva de seres humanos en los años 50 trajo consigo el arribo de roedores y con ellos el crecimiento de las poblaciones de serpientes, las cuales menguaron una vez se redujo la presencia de humanos en la isla.
“Gorgona es un ejemplo de resiliencia total. Aquí había una cárcel que cerró hace mucho tiempo y ver cómo la naturaleza ha ido recuperando y transformando sus espacios (…) el hecho que ya no sea conocida como la isla de la cárcel, sino como la isla ciencia, ya es un ejemplo de resiliencia”, asegura Augusto.
La apropiación de las poblaciones cercanas sobre la importancia de Gorgona se evidencia con testimonios como el de Alicia Cuero, nacida en Guapi y una enamorada del Parque Nacional Natural Gorgona. “Gorgona es prácticamente como un laboratorio viviente, muchas personas que vienen no solo vienen a disfrutar del turismo sino también a aprender de la isla”, cuenta.
Luego de horas de recorrido y la correspondiente lavada en la lluvia, regresamos a nuestro resguardo en el buque de la Armada. En nuestro próximo viaje nos esperan horas de sol y mar al lado de los tiburones y rayas de las inmediaciones de Gorgona y Sanquianga.