El panorama del fútbol femenino en Bucaramanga, sede de la final de la Copa América
Entrenadores en Santander dicen que las oportunidades para las nuevas jugadoras del departamento son escasas, en parte, por falta de organización y de equipos.
Aunque en las canchas de los barrios cada vez se ven más mujeres jugando fútbol, en Santander no existe un proceso de desarrollo deportivo que les permita, desde niñas, convertirse en jugadoras profesionales de este deporte. De hecho, dos de las referentes de la Selección Colombia debieron irse de este departamento para poder cumplir su sueño.
Ese es el caso de Daniela Arias y Yoreli Rincón. Daniela, pilar defensivo del equipo y que suma dos goles en la actual Copa América; y Yoreli, que a pesar de su buen momento en Italia no fue convocada.
Entre Bucaramanga y Piedecuesta, las dos ciudades natales de las jugadoras, hay 20 kilómetros de distancia, pero cientos de historias que recuerdan quienes las conocieron. Entre tantas anécdotas, el entrenador Expencer Alexander Uribe no olvida una jugada que le pidió a Daniela en medio de un partido definitivo, y que, en palabras de él, “le ayudó a creer en sí misma”.
Ella jugaba para Atlético Bucaramanga y él era el entrenador. Se disputaba el partido por cuartos de final de la primera liga femenina que se jugó en 2017. Durante los entrenamientos previos habían ensayado hasta el cansancio una salida rápida para contraatacar. La idea era que Daniela, desde la defensa, golpeara la pelota para habilitar a sus delanteras.
“Ella quería pegarle y nada que le salía, en ningún entrenamiento lo logró, se desesperó, lloró”, recuerda Uribe. Tercamente, el día del partido el entrenador le pidió la misma jugada. “Me peleó porque no le había salido. La hicimos, la lanzó, puso pase de gol, Manuela Gonzáles concretó el gol y ahí estuvimos entre las cuatro mejores de Colombia”, recuerda con una sonrisa el entrenador.
Víctor Hugo Gonzáles, otro entrenador que al igual que Expencer Uribe ha dado más de lo que tiene por el fútbol femenino, rememora con cariño aquellos días en los que tuvo en su club, Nantes, a Yoreli Rincón de apenas 14 años. Ante la falta de equipos femeninos, Rincón debía jugar con niños de su misma edad. “En el colegio le aburría jugar con las niñas, ella prefería ir y sudar jugando a la pelota, y en los entrenamientos era mejor que los muchachos”, recuerda.
Aunque esas primeras pinceladas de calidad futbolística ya perfilaban que las jugadoras iban a convertirse en auténticas “joyas” del fútbol femenino, en Santander no encontraron oportunidades para desarrollarse profesionalmente.
En el caso de Rincón, su mismo entrenador se hizo consciente de esa realidad y, por medio de un amigo, la envió a jugar a Ibagué. Su evolución fue tal que, a pesar de sus 14 años, disputó el campeonato nacional U20 con la Selección de Tolima, donde vieron su calidad y la llamaron para que integrara la Selección Colombia U17, que se coronó campeona en el suramericano de Chile.
Con tres años menos que las demás jugadoras en la categoría, Yoreli Rincón hizo tres goles en siete partidos y fue considerada la mejor jugadora de Colombia. “Y aquí en Santander les pareció que era muy chiquita”, recalca Gonzáles.
El momento de partir para Daniela llegó más tarde, cuando ya tenía 25 años. Después de ese campeonato en 2017 en el que quedaron entre las mejores cuatro del país, empezaron a diluirse las oportunidades para ellas en el Atlético Bucaramanga.
“El apoyo era muy poco y estaban armando un equipo, más que todo por cumplir, por salir del paso”, dice Daniela. Aunque no quería dejar su tierra natal, optó por aceptar la oferta que le hizo el club Formas Íntimas de Antioquia, filial femenina del Deportivo Independiente Medellín. “Si tengo oportunidades en mi ciudad, las aprovecho, pero eran escasas y tomé la decisión de irme”, dijo Daniela.
Con historias de juego similares hay jugadoras de fútbol en el departamento y todo el país que, a pesar de ser sede de la actual Copa América, no cuenta con una liga profesional consolidada.
Son varias las razones que se conjugan para esta situación, en la que las jugadoras que tienen la oportunidad se van de la región o del país, y las que no, poco a poco se van perdiendo del fútbol entre sus demás obligaciones.
Los únicos dos entrenadores de fútbol femenino a nivel de selección Santander son, justamente, Expencer Alexander Uribe y Víctor Hugo Gonzáles. A su cargo están las categorías U13, U15, U17 y U23. Sin embargo, sus contratos por prestación de servicios y los de sus cuerpos técnicos con el Indersantander se renuevan cada tres meses, si el equipo que están dirigiendo avanza en los torneos que están disputando. Y no por cuestión de méritos y logros alcanzados, o como reconocimiento al trabajo desarrollado, sino porque se ha normalizado ese tipo de contratación en la que los entrenadores solo se contratan uno o dos meses antes de que empiece el campeonato.
“Apoyan para la preparación, pero si no se pasa a la final no se sigue apoyando”, explicó Uribe. “El entrenador debería estar contratado todo el año, mirando jugadoras y haciendo microciclos, pero dicen que no hay plata”, dijo otro entrenador que pidió no ser citado, pero conoce de cerca toda la estructura del fútbol formativo en Santander.
Esa inestabilidad laboral en la que viven varios entrenadores en Santander influye directamente en la formación que puedan recibir las jugadoras, y en la calidad de equipos que se puedan constituir para representar al departamento en los campeonatos nacionales.
“Si no hay estabilidad uno no puede cumplir con las obligaciones personales y tiene que dedicarse a otras cosas; si uno sabe que tiene un contrato durante todo el año para preparar la selección, se notaría una gran mejora”, es lo que piensa Gonzáles, que en el primer semestre de este año logró la medalla de bronce en el torneo nacional de la categoría U13, según él, con un equipo que apenas pudo entrenar durante un mes. “Imagínese si se pudiera mantener un proceso de trabajo”, recalca.
A nivel nacional, al menos, año tras año viene existiendo la posibilidad de que se realice una liga profesional de fútbol. No obstante, como ya se dio a conocer hace algunas semanas, no habrá liga para el segundo semestre de 2022, según algunos dirigentes del fútbol colombiano, por “falta de interés de la mayoría de los clubes”.
Por su parte, en Santander, las posibilidades de que exista un torneo de fútbol femenino son remotas.
Aunque es pan de todos los días ver que en las canchas de barrios hay niñas, jóvenes y mujeres que juegan al fútbol recreativo, en el departamento no existe una liga que les permita a los clubes poner a competir equipos femeninos. En parte, porque la cantidad de niñas que juegan no es suficiente, y por falta de organización.
“Hemos venido haciendo algunos procesos en el departamento tratando de fortalecerlo, pero cuando no hay presupuesto las jugadoras buenas se las llevan los equipos que sí tienen”, asegura Expencer Uribe.
Este entrenador, respetado y querido por todas las jugadoras en Santander, considera, y de manera utópica, que para darle vuelta a esa realidad se requieren “torneos, competencias, buenas concentraciones, escenarios para trabajar y buena implementación”.
En ese sentido, las pocas niñas que tiene cada club deben competir en equipos mixtos, integrados en su mayoría por hombres. Víctor Hugo Gonzáles, que fue testigo de esa realidad vivida por su pupila Yoreli Rincón, ha visto que, a pesar del paso de los años, la situación no cambia.
“Cuando fuimos a sacar la selección infantil femenina hicimos la convocatoria y me llegaron 50 niñas, mientras que en otras ciudades, llegan 200. Aparte, no hay un torneo donde haya partidos porque no hay equipos, no hay categoría femenina, eso hace difícil que ellas logren ser superiores que un muchacho”, analiza.
Al final, cuando todas las voluntades se conjugan en favor de un equipo que represente a Santander para ir a competir en el torneo nacional de turno, las jugadoras y el cuerpo técnico asisten con más ganas que apoyo institucional.
A través de fotografías que recibió Radio Nacional de Colombia y la confirmación por parte de un integrante del cuerpo técnico de las selecciones, se pudo evidenciar que el equipo juvenil que estuvo en Bogotá este año preparándose para Juegos Nacionales no tenía toda la implementación necesaria. De las se 6 chicas que están en el banco del equipo que representaba a Santander, una de ellas solo tiene su camisa y un buzo licra debajo para protegerse del frío, tres más visten una chaqueta de Real Santander, otra de Atlético Nacional y la última uno de color rosado.
“Para mí, eso era un equipo salpicón”, exclamó Daniela Arias cuando fue testigo de esa situación, porque ella cree que si se está representando a Santander, todo el equipo debe estar uniformado. “Eso me toca el corazón, porque es mi departamento, es donde yo crecí y lastimosamente a eso nos están acostumbrando en el fútbol femenino”.
Radio Nacional de Colombia intentó contactar en repetidas ocasiones a las directivas de Atlético Bucaramanga, Indersantander y la Liga Santandereana de Fútbol para conocer sus puntos de vista, pero hasta el momento de esta publicación ninguna ha respondido.