En Pasto, desde hace 24 años, han motivado a estudiantes de diferentes planteles educativos y universidades a aprender a través del juego y así conocer nuevas maneras de adquirir conocimientos científicos y de comunicación.
Es así como nació la Casa de la Ciencia y el Juego, el aula más grande en la ciudad, sus 400 metros cuadrados, la convierten en un escenario de motivación y aprendizaje. Cesar Vicente Benavides Torres, quien es el coordinador de este espacio, recordó que hace unos 30 años miró un artículo en un periódico de La Coruña de España, donde había una casa del juego y la ciencia, y pensó ¿Por qué en Pasto no se tiene un lugar así?
“En Colombia no había un lugar similar, hasta que nos encontramos con el Museo de la Ciencia y el Juego de la Universidad Nacional, institución que en ese entonces había presentado un proyecto a Colciencias para replicar esta experiencia en ciudades intermedias”, narró Vicente Benavides.
Es así como Pasto se benefició de este proyecto donde se instalaron 24 módulos interactivos y 8 torres de información. Hoy se cuenta con más de 100 maquetas de interacción, logrando con el tiempo hacer comprender a la ciudadanía que la ciudad podía tener un lugar donde se acerque a los niños, niñas y jóvenes a la ciencia.
“Se han incluido temáticas como la física, biología, robótica, áreas relacionadas a la protección del medio ambiente y disminuir los impactos del cambio climático, convirtiéndose en aula donde no se dictan clases, por lo contrario, se utiliza una metodología de la sorpresa, de las emociones y de los retos que convierten a los niños en grandes investigadores”, señaló el coordinador de la Casa de la Ciencia y el Juego en Pasto.
El juego, según Vicente Benavides, es la muestra que se puede aprender a través de la recreación, metodología que en la escuela se ha olvidado, sobre todo en áreas que por sí solas son complicadas para su aprendizaje, y con esta estrategia mágica se quiere recuperar este tipo de iniciativas.
“Donde hay juego los niños, niñas y jóvenes activan todas sus capacidades, de ahí la importancia de mantener estos espacios y fortalecerlos. Ingresar a la Casa de la Ciencia y el Juego, es otro mundo, han llegado adultos que recuerdan cuando eran niños y habían conocido este lugar y les entra la nostalgia”, indicó Cesar Benavides.
Con lo que tuvieron que afrontar los estudiantes con el aislamiento a causa de la pandemia por el Covid 19, es necesario reinventar la manera de enseñar, porque hay afectaciones en la parte mental de los estudiantes y es por eso que los docentes están buscando otras maneras de enseñar, sacar a los estudiantes de las cuatro paredes, levantarlos de los pupitres y retirar sus vistas de un tablero, y que conozcan otras maneras de aprender.
Este lugar que atiende a estudiantes desde jardín hasta la universidad, recibe usualmente unas 12 mil personas, de los cuales el 70% son niños y niñas de primaria.