La programación de Alimentarte este año 2023 hizo especial énfasis en la gastronomía amazónica a través de su segmento académico, el Foro Gastronómico Internacional; y en la feria comercial donde, en alianza con el Programa Amazonia Mia de USAID, se realizó el Mercado Amazónico en pro de la preservación de la Amazonía colombiana mediante la visibilidad de emprendimientos que con sus productos contribuyen a la conservación de la biodiversidad y los bosques.
En este evento hicieron presencia empresas como Apicultura El Rey y Distriamazón, ambos de Puerto Asís, Putumayo; Asorpocegua Frutos Amazónicos y Del Campo RP, de San José del Guaviare; y Ütaí junto a Lácteos Chairense, de Florencia, Caquetá. Otra empresa que hizo parte de la feria de Amazónico, una innovadora heladería fundada por Ricardo Alarcón, con quien pudimos conversar sobre emprendimiento y sostenibilidad.
¿Cómo inició usted en el negocio de los helados?
Yo salí del colegio en El Retorno Guaviare, me trasladé a San José y estudié allá en el SENA tecnología de Alimentos; luego trabajé con Asoprocegua (Asociación de productores agropecuarios por el cambio económico del Guaviare), donde transformábamos el Arazá. Allí comencé el trabajo con los jugos, luego en el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI, trabajé con el açaí, seje y moriche, creando el paquete tecnológico que permitió a otras organizaciones trabajar con estos productos.
En el 2018 dirigí una empresa que transforma açaí, noté que se elaboraba materia prima para exportar, mientras que había locales que elaboraban productos transformados como galletas, vinos y dulces; pero una vez finalizaba cosecha, se vendía el producto y se quedaban sin actividad debido a la falta de materia prima y se interrumpía el abastecimiento del público local. Por esa misma época fui invitado a trabajar en una paletería donde propuse crear productos con frutos locales, principalmente açaí y moriche.
La acogida fue muy buena, y en poco tiempo los locales le estaban recomendando a los turistas nuestro producto, en el momento en que llega la pandemia, los cambios vividos me hacen pensar en hacer un proyecto más grande, que resista este tipo de cambios y me permita crecer. Por eso en 2021 desarrollo la marca “Amazónico”, compré un food truck y lo personalizamos para que fuera un camión de helados y en poco tiempo descubrimos que no era tan fácil ubicarlo en las calles de San José, así que lo sacamos a algunos eventos, pero no fue viable. De todas maneras yo persistí en mi idea de negocio y, con unos ahorros personales, abrí mi local en el centro de San José buscando que fuera una heladería cómoda, agradable, con su propia identidad y estética.
Al inicio hacíamos los helados de manera artesanal y duramos unos 6 meses produciendo de manera muy rudimentaria, posteriormente adquirimos una máquina de helados que nos permitió mejorar la producción, a la vez que iba creciendo el voz a voz y cada vez llegaba más gente, las agencias de turismo llevaban visitantes a quienes les recomendaban mucho nuestro local y nuestro producto. Ampliamos la oferta para que, además de ser heladería y bar de jugos, la gente pudiera ir a comprar productos de otros emprendedores como ají ahumado, galletas, vinos, chocolates, manillas, jabones, souvenirs, mermeladas, etc.
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¿En qué momento convierte su heladería en un negocio sostenible?
Este ejercicio de creación de marca también trajo una filosofía de trabajo a través de una línea de triple impacto: en la gente, en el lugar y en la actividad económica. Todo nuestro ejercicio está basado en prácticas medioambientales, tenemos acuerdos de comercialización con proveedores sostenibles, organizaciones que tienen permisos de aprovechamiento y nos garantizan que la compra está generando una reacción en cadena positiva en las actividades de conservación de la Amazonía, beneficiando a indígenas y proveedores que tienen prácticas de conservación del bosque.
Compramos una tonelada de fruta de cada especie al año, y realmente quisiéramos generar mayor impacto mayor a medida que crecemos. También tenemos acuerdos comerciales en Caquetá (Copoazú de Belén de los Andaquíes) y Putumayo (Açaí de Puerto Asís), ellos nos proveen en caso de escasez en el Guaviare, que es la zona donde ya tenemos los acuerdos comerciales. Además de garantizar la compra a estos proveedores, buscamos apoyarlos en la formulación de proyectos y presentación a convocatorias para que tanto nosotros como ellos crezcamos y nos veamos beneficiados más allá de la transacción comercial.
Actualmente estamos trabajando con USAID, el programa Amazonía Mía, y la gobernación del Guaviare que nos apoyará con unos equipos para aumentar nuestra capacidad de producción; también hacemos parte de Negocios Verdes, un programa que desarrollan las corporaciones autónomas regionales para viabilizar apoyos técnicos, logísticos y organizacionales de modo que las empresas aumenten sus indicadores de sostenibilidad, además la CDA, Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte Y Oriente Amazónico, nos ha apoyado con equipos y participación en ferias.
¿Cuáles son los siguientes pasos que quisiera tomar con su empresa?
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Estamos documentando cada proceso, pensando en qué Amazónico pueda escalarse como modelo de negocio, con presencia en otras ciudades y mayor impacto social y ambiental. Sabemos que es posible porque hay mucha materia prima pues las organizaciones tienen capacidad de vender 200 – 300 toneladas de pulpa al año y porque, tanto para propios como para turistas, nuestros productos han generado novedad: el turista los desconocía, el local no los había probado transformados de esta manera.
También queremos fortalecer los esfuerzos de difusión porque es importante que las personas sepan que estos productos pueden ayudar a regenerar el bosque, y las comunidades tendrán posibilidades económicas para generar menos impacto al mismo. Cuando se habla de economía lícita, es difícil para muchas de estas personas verlo viable porque no son tan rentables como lo era la coca, por eso hay que sumar a la producción bonos de carbono y el comercio justo, que vean estos frutos como otra alternativa de generación de ingresos además de la producción agrícola y ganadera tradicional. Esto es importante también para las comunidades indígenas, especialmente los Nukak, que son la mano de obra idónea para estas recolecciones porque conocen mejor el bosque y los árboles, saben detectar cuándo los frutos más altos están listos para recolección.
Hemos logrado tener éxito a nivel local y esto ha permitido que muchas instituciones nos miren, que la fila de 50 personas en el local sea una señal de crecimiento; pero ya era hora de salir a otros espacios y por eso participamos en Agroexpo y esto me permitió postularme a Alimentarte, de donde nos vamos muy contentos porque tuvimos buenas ventas. Me deja muy contento ver a la gente preguntando, sorprendida, contenta con lo que probaban, el bowl de Açaí fue muy admirado, nos etiquetaron en redes con muy buenos comentarios y nos dieron ánimos para abrir en otros lugares.
También estamos en proceso de dejar los empaques plásticos para usar biodegradables para que el producto cada vez responda más a nuestra filosofía de sostenibilidad, que sabemos que es difícil alcanzar completamente pero que con cada acción nos acercamos más y más. Ahora lo que más deseamos es crecer de la mano de nuestros proveedores y alidado, tener presencia en más ciudades y llegar a ser el Juan Valdez de los productos amazónicos.
Nos encanta que la gente sepa que comprando helados pueden permitir que en el Guaviare las personas puedan acceder a mejores ingresos, escapar de la mendicidad y la ilegalidad, y aporten a la conservación de bosques, que sepan que no vendemos un helado, sino una historia, vendemos conservación.