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Madres emprendedoras armonizan con sus manos al Putumayo

Argenis Correa, Luisa Chindoy y Albenis Marín son 3 madres de familia del departamento del Putumayo que emprenden para ganarle a la adversidad.
Juan Miguel Narváez Eraso

El infinito amor por sus hijos y el deseo por superar todas las adversidades, motivaron a 3 humildes madres de familia del departamento del Putumayo a emprender para encontrar la felicidad y reconciliar a sus territorios.

Argenis Correa es una de aquellas emprendedoras y madres de familia del bajo Putumayo quién en el municipio de Leguízamo expresa el arraigo que tiene por su pueblo indígena Murui Muina a partir de la transformación del yaré, fibra natural que obtiene de una hierba leñosa para la cestería.

Las enseñanzas culturales impartidas por las abuelas sabedoras y los conocimientos artísticos ofrendados por sus padres, permiten a Argenis la transformación artesanal del yaré en canastos. La fusión de experiencias, saberes y tradiciones ancestrales la motivaron a poner en marcha su emprendimiento, el cual asegura que le genera.


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Esas canastas que para ella y las demás mamás de la comunidad indígena La Samaritana mejoran el diario vivir de todos los pueblos que residen en los territorios rurales, son muy utilizadas para la labranza, la pesca y la cosecha.

Las cestas son livianas, prácticas y facilitan la carga de canangucha, zapote, piña y caimo entre otros tropicales productos. Ellas se elaboran de acuerdo a las características de los artículos que transportan, por ejemplo para llevar pescado, Argenis explica que los ojos o espacios que hay entre cada tejido de yaré son muy amplios, en cambio para acarrear semillas o diminutas plantas esos agujeros son más pequeños.

Para la decoración de los cestos, Argenis aprovecha los colores de las flores y de ellas extrae amarillentas y azuladas tonalidades.

“Abrigando la esperanza”

La transformación artística de la lana de oveja y el uso de tinturas vegetales a partir de los ancestrales conocimientos heredados por su madre Lucía Jansajoy y su abuela Mercedes Chindoy del pueblo indígena Kamentzá del municipio de Sibundoy motivó a Luisa Chindoy a aprovechar su creatividad y a emprender a partir de los bolsos y chumbes, entre otros artículos que hacen parte de su cultura.

Este arte que le ayuda a tener una vida más llevadera, lo aprendió cuando era una niña y desde los 16 años cuando falleció su madre, lo puso en práctica para obtener los recursos económicos que aún requiere para el sostenimiento de sus hijos. Ahora cuenta con el acompañamiento de las ‘mamitas sabedoras’ María Jansajoy y Rosaura Jansajoy, quienes la convidan a los talleres y a los permanentes vínculos de la palabra para tejer, tinturar y esquilar ovejas.

Por el permanente contacto que sostiene con la madre tierra, asegura que en sus bolsos predominan los colores café, verde, gris y terracota. Hace unas semanas trasquiló una oveja y obtuvo 2 kilos de lana y para retirar las impurezas de las fibras recordó que fueron lavadas en agua de río o de la lluvia.

Los hilos nacen a partir del diálogo y el intercambio de saberes, de esa manera asegura que la fibra se entrelaza armónicamente en el telar de guanga. Para teñir las fibras; Luisa tiene bien claro que una vez cosecha las hojas de la “lengua de vaca”, se dejan toda la noche a la intemperie para que al momento de cocinarlas emanen todo el ‘poder’ de sus verdosas tonalidades.


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Para que el tejido combine con otros matices, Luisa considera oportuno el uso del achiote con el propósito de obtener anaranjados colores, pero si desea adquirir grises tonalidades considera que la pimienta es ideal.

Todos esos procesos los hace en su taller artesanal Jajem Ainan que en su lengua materna significa “Sembrando Vida”.

“Endulzando la vida”

Albenis Marín Orozco quien desde hace 2 años emprende a partir del yogurt casero, asegura que jamás olvidará aquel día que en medio de las necesidades económicas, compró 10 litros de leche para preparar 20 vasos de aquel producto lácteo y posteriormente comercializarlo en las calles de Puerto Leguízamo.

Aunque afirma que no son muchas las ganancias económicas que obtiene, agradece al Todopoderoso por darle esa oportunidad con la cual solventa las necesidades básicas de su familia. Su rutina diaria comienza a las 5:00 de la madrugada y cada 15 días tiene listos 60 vasos de yogurt que ahora los prepara con 25 litros de leche y cuyos sabores van desde la guanábana, hasta la piña.

En la fermentación de la leche, en el endulzado de la pulpa y en el envasado del yogurt, Albenis cuenta con el apoyo de su hijo Jorge Jiménez. Aunque afirma este y otros emprendimientos no son muy valorados por la comunidad, anima a otras madres de familia para que no se dejen vencer por las adversidades por más difíciles que sean.

 

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