Por: Jesús Díaz
Las malas prácticas agrícolas, ganaderas, turísticas, mega mineras y la expansión de monocultivos en Cajamarca, Tolima, tienen hoy amenazado el ecosistema de palma de cera, pues el uso de agrotóxicos y de herbicidas acaban con todos los individuos jóvenes de esta planta.
La palma de cera es una especie muy perdurable que puede llegar a vivir hasta 200 años. En su etapa adulta puede llegar a tener hasta 80 años, lo que hace que el proceso de conservación se haga muy complejo. Se encuentra en los departamentos de Tolima, Valle del Cauca, Risaralda, Antioquia, Quindío, Santander y Meta.
Pero en Tolima, en la región del Toche-La Ceja, que comprende los límites entre los municipios de Cajamarca e Ibagué, alberga una cifra aproximada de 600 mil palmas de cera, lo que la hace la zona más extensa de este ecosistema en el país, albergando más del 80% de las que se han registrado en territorio nacional.
Pero en este departamento, la ganadería y la expansión del monocultivo de aguacate Hass, llevado a cabo por productores locales y multinacionales, la tienen al borde de la extinción, aunque el desarrollo agrícola también resulte beneficioso para el desarrollo económico de la región.
Gonzalo Cardona Molina fue el más notable defensor del loro Orejiamarillo y la palma de cera, pero su asesinato ha despertado una profunda preocupación, especialmente de jóvenes, por la fragmentación del territorio donde se encuentran una de estas nueve especies denominadas Ceroxylon quindiuense y Ceroxylon alpinum, que estan en amenaza.
Por eso, la Corporación Vida Andina, conformada por un grupo de jóvenes campesinos apasionados por la conservación, impulsa proyectos para salvaguardar el patrimonio natural. El equipo lo lideran Luis Felipe Carranza y Lina Fernanda Parra Buitrago, en compañía de artistas plásticos, comunicadores sociales, diseñadores gráficos, administradores ambientales y campesinos que manejan de corazón el tema del medio ambiente.
Los jóvenes expresaron, en entrevista a Radio Nacional de Colombia, su deseo de hacer eco en la importancia ambiental histórica y cultural de los bosques de la palma de cera “con un proceso educativo a largo plazo, por la misma longevidad de la especie, ya que si se siembra una palma en el momento, quizás los únicos que pueden observar un buen desarrollo de la misma son futuras generaciones”, afirmó Carranza, director de la corporación.
Vida Andina, además, adelanta un proceso de reforestación, monitoreo e investigación apostando a la construcción de viveros para registrar todo un periodo de crecimiento y buen desenlace de la planta.
“Las palmas de cera juegan un papel significativo en la estructura y composición de los bosques. Son elementos ecológicos importantes, porque los frutos contribuyen a una cadena trófica, osea alimentan a diferentes especies. No solo al Loro Orejiamarillo, también a tucanes, tenemos evidencia de que el oso Andino también ha comido del cogollo de la palma de cera, y también aportan un alto contenido de hojarasca con relación a todo el bosque en una dinámica a favor del ecosistema ”, expuso Parra.
Este bosque no solo representa una especie, es todo un entorno y es el reflejo de la riqueza biológica del país, por ello es responsabilidad de todos los tolimenses hacer que perdure, expresaron los jóvenes.
“Si no tomamos acciones en este momento vamos a enfrentarnos a largo plazo a que la palma de cera desaparezca en muchos lugares del territorio nacional, concretamente en esta zona de Cajamarca e Ibagué, donde ya solo existen potreros con pocas palmas de cera, desapareciendo con ella el hábitat”, finalizó Parra.