Las mujeres israelitas y palestinas tienen papeles diferentes en medio del conflicto, a pesar de que, en los dos casos, están expuestas a la violencia. Según Carolina Angulo, asesora de género, desde hace más de 20 años, las mujeres israelitas están obligadas a prestar servicio militar, al igual que los hombres cuando cumplen su mayoría de edad. Esto, debido a la presión que ha atravesado Israel por parte de sus detractores, teniendo en cuenta su ocupación en el medio oriente.
“La mujer palestina es muy diferente a la israelita en este sentido. En Israel han hecho parte de la milicia desde hace mucho tiempo. A partir del año 2000, no solo en puestos administrativos, sino en campos de batalla, con puestos en la armada, o en la fuerza aérea. Mientras que las mujeres de Palestina han tenido un papel más tradicional en el hogar, a pesar de que debido al cercamiento del territorio por parte de Israel, han tomado posiciones como activistas, y han empezado a trabajar en temas de resistencia civil frente a la ocupación extranjera”, sostiene Angulo.
En medio del conflicto armado que se vive actualmente en la Franja de Gaza, las soldados israelitas nuevamente han aparecido como protagonistas en las zonas de batalla. Esta realidad se desdibuja cuando se mira el plano de las palestinas, quienes no tienen permitido hacer parte de las fuerzas militares, y quienes, con la llegada de Hamás, han sido mucho más oprimidas debido a las creencias islámicas radicales de dicho grupo.
“La presencia de los Hamás impone dinámicas en lo que es inter relacionamiento social de la población palestina en Gaza. Son creencias muy propias del islamismo. De ahí viene que las mujeres deban estar en la casa, con los hijos, y trae el tema de la utilización obligatoria del velo, algo que no es muy propio de las palestinas”, define Carolina.
Según el texto 'El papel de las mujeres palestinas en el conflicto palestino-israelí a partir de la primera intifada', de Alejandra Gutiérrez Luna, en las últimas décadas, la situación de las mujeres palestinas ha estado determinada por dos fuentes principales de opresión: por un lado, el arraigado sistema patriarcal que impera en la sociedad y, por otro, las consecuencias que ha traído la ocupación israelí. La llegada de los Hamás ha hecho que el papel de la mujer palestina en posiciones de poder retroceda.
Para 1997, antes de la llegada de dicho grupo, la mujer palestina comenzaba a tener participación política. En ese año, de 88 miembros que conformaban el Consejo Legislativo Palestino, cinco eran mujeres. Además, había dos ministras. Con su participación como activistas, las mujeres de este territorio en el pasado lograron ganar terreno en cuanto a la liberación de la presión patriarcal.
Así lo afirma Alejandra Gutiérrez en su texto: “como consecuencia de la movilización social, las desigualdades de género producidas por la estructura patriarcal se han atenuado de manera indirecta; esto quiere decir que gracias a su intervención en la lucha ha aumentado el número de mujeres que rompen esquemas tradicionales de género, lo cual, a su vez, ha incrementado el liderazgo femenino”. Sin embargo, la presencia del Movimiento de Resistencia Islámica, nuevamente las ha acorralado.
“Hamás no representa al pueblo palestino. No se puede esperar que ellos sean humanitarios con la población civil. Están tratando de imponer un estado islámico en los territorios”, sostiene Carolina Angulo.
¿Qué pasa con las mujeres de la población civil?
Para las mujeres que no han tenido una formación militar, o que no han hecho parte de grupos activistas, la realidad es más cruda, puesto que han tenido de tomar el rol de proveer el hogar, en medio de una crisis. Esto las acerca mucho más al peligro de ser violentadas sexualmente.
“Ellas deben asumir el rol de proveedor con profundas dificultades, en un momento en dónde hay escasez, donde los precios de los alimentos son muy altos, en donde sobrevivir es difícil. Normalmente, son mujeres bastante vulnerables, sobre todo al hostigamiento sexual, en especial las más pobres. Usualmente, son mujeres que no han trabajado, y les toca alimentar a los hijos. La figura masculina de la casa se fue a batalla, por lo que en guerra, el sexo se vuelve moneda de cambio”, detalla Carolina.
Teniendo en cuenta la cultura del enfrenamiento en la Franja de Gaza, la violencia sexual se vuelve un peligro contante e inminente. Cuando el enemigo hace control del territorio, tomar a las mujeres, demuestra a los hombres civiles que ellos tienen el poder.
“Por lo general es una violencia sexual pública, colectiva, en presencia de hombres civiles, con el fin de demostrar que ellos ya no tienen el poder. Una de las formas de evidenciar debilidad, y que favorece el sometimiento, es la agresión a la mujer, sobre todo a aquellas que se consideran normalmente sacras”, agrega la experta.
Desde el punto de vista de esta asesora de género, el futuro de las mujeres, tanto israelitas como palestinas, en medio de este conflicto no es alentador, aun cuando en ambos casos, tienen un papel importante.