Los derechos de las mujeres en Afganistán no deben ser olvidados por la comunidad internacional en nombre de las prioridades estratégicas y, en particular, en la lucha contra el terrorismo, según previenen expertos y ONG preguntados por la AFP.
"Es una gran preocupación. Y ya hay signos de que podría ir en esa dirección. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU se reunió la semana pasada, pero para decidir... no hacer nada", señala Heather Barr, responsable de Human Rights Watch en Islamabad.
El Consejo de la ONU indicó, en efecto, que los derechos de las mujeres eran "una línea roja" que no debían pasar los talibanes, que tomaron Kabul el 15 de agosto. Pero para algunas ONG y países la resolución adoptada el 24 de agosto es insuficiente.
"Hay un riesgo real de que se juzguen como más importantes otras prioridades estratégicas antes que los derechos de las mujeres", añadió Barr.
"¿Qué va a ser de ellas?"
"El discurso cambiará. Dirán que hay más estabilidad, autorizan la educación de las niñas hasta los siete o diez años, es un progreso, ¡ya lo he oído antes!", se indigna la francesa de origen afgano Chebeka Hachemi, presidenta de la organización Afghanistan Libre, dedicada a la educación de las niñas.
"Ahora bien, los talibanes de 2021 y los de 1996, ¡son los mismos! En las provincias los colegios están cerrados, se obliga a las mujeres a quedarse en casa...", añade Hachemi, que en el pasado se unió al difunto comandante Masud para mejorar el futuro de las mujeres.
"Gracias a nuestra pequeña ONG, 3 mil chicas se forman para hacer código web en provincias sin electricidad (...) ¿qué va a ser de ellas?", explica.
"En 20 años cambió la estructura de la sociedad afgana", afirma, y habla de "una población joven que tiene acceso al mundo exterior", añade Hachemi.
Especialista de Afganistán, Michael Barry, profesor de la Universidad estadounidense de Kabul, ahora en Europa, se preocupa por sus contactos en Herat, "universitarias muy calificadas que están amenazadas", y de las que no se tienen noticias.
"Pura esclavitud"
Barry no da ningún crédito a las declaraciones de apertura de los talibanes.
Los islamistas se comprometieron a dejar trabajar a las mujeres o que vayan a la universidad, pero siguiendo los principios de la ley islámica, la sharia, es decir, con clases segregadas.
"En Kabul, harán quizás concesiones, pero en las provincias será diferente", afirma Barry, que conoce el país desde hace más de 50 años y también fue próximo del comandante Masud. Le molesta sobre todo la idea de considerar el trabajo de las mujeres como el fruto de una "concesión o de un compromiso" y no un "derecho".
También afirma poseer octavillas distribuidas por los talibanes, "con su sello oficial, en las que piden a los notables y a los mulás de las mezquitas rurales que entreguen a las fuerzas talibanas a todas las mujeres jóvenes de 15 años o más, y a las viudas de menos de 45, para llevarlas a Pakistán y reeducarlas en los verdaderos valores islámicos".
Para Barry, el objetivo es "entregarlas a los combatientes talibanes para que den a luz a verdaderos musulmanes".
"¡Es pura esclavitud! Recuerda mucho a las prácticas de Boko Haram en el Sahel, donde secuestran a mujeres jóvenes para sus soldados", se lamenta este profesor.
A su vez, teme que la "realpolitik" triunfe. "Kabul hará concesiones a las diferentes etnias a condición de que acepten las prohibiciones sobre las mujeres, que volverán a desaparecer de la escena pública. Los hombres pueden aceptar esto a cambio del espacio que les dará el gobierno".
Según Barry, Occidente debe "mantener un tono firme" y decir: "sois unos esclavistas y en el siglo XXI no se tolera la esclavitud".