¡Memoria y solidaridad! Las mujeres víctimas que siguen buscando la verdad en Medellín
Hoy se conmemora el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado Interno, y las madres buscadoras de la Comuna 13 de Medellín alzan su voz para exigir justicia.
Décadas de espera, burlas de la prensa, dilación en la búsqueda, excusas y mentiras: son innumerables los agravios a los que se han enfrentado los familiares de las víctimas de desaparición forzada y, en especial, las madres buscadoras quienes reafirman tener a sus hijos enterrados en La Escombrera.
Por su lucha y sabia obstinación, sin embargo, no son pocos los que ya han oído de ellas, y en especial de Mujeres Caminando por la Verdad, la organización de madres, esposas, hijas y hermanas de las víctimas del conflicto en la Comuna 13 de Medellín, cuya digna batalla inició hace más de 20 años para reclamar eso: verdad y justicia.
A una conclusión crucial ha llegado la JEP: entre el 2001 y 2004 se llevaron a cabo 34 operaciones militares en la Comuna 13.
En diciembre del 2002, particularmente, se registró una acción militar con la ya comprobada complicidad entre la fuerza pública y el bloque paramilitar Cacique Nutibara. Se trató de la Operación Orión, la operación militar urbana más grande de la historia de Colombia.
Esta incursión armada, ordenada por el entonces presidente Álvaro Uribe y apoyada por la Fuerza Aérea Colombiana, tenía como objetivo erradicar la presencia en la zona de las milicias de las Farc, el Eln y el Comando Armado del Pueblo.
Con todo, decenas de civiles y soldados perdieron la vida en el cruce de disparos; 355 personas resultaron arrestadas, 82 de las cuales fueron efectivamente sindicadas.
De hecho, la JEP tiene en su poder testimonios sobre la desaparición de 435 personas entre 1998 y el 2016 en la Comuna 13, 126 de ellas durante las fechas en que se llevó a cabo la Operación Orión.
Mujeres Caminando por la Verdad, sin embargo, ha promovido acciones de búsqueda, no de 126, sino de más de 400 víctimas de desaparición forzada, especialmente en La Escombrera.
“La sociedad colombiana debería sentir este día, y todos los días, una solidaridad inmensa por las víctimas, por lo que han vivido, por sus luchas en contra del olvido y por la verdad, por esa persistencia por la memoria”, dice Martha Soto, representante del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado, capítulo Antioquia, sobre la conmemoración de este 9 de abril.
Fueron justamente esas y otras circunstancias las que alentaron el activismo de los familiares de las víctimas que hoy, con motivo del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado Interno, deberían tener especial reconocimiento en Medellín.
“Esta fecha nos trae a la memoria un hecho que desencadena una cantidad incalculable de víctimas en el país, víctimas que no hemos sido siquiera cuantificadas”, expresó Soto.
Y es que las víctimas no solo han tenido que enfrentar el dolor de la pérdida y el abandono estatal, sino la desidia general de la sociedad.
Recordemos cómo, a principios de este año, varios ciudadanos, con el apoyo de la Alcaldía de Medellín, borraron el mural que varios colectivos de grafiteros pintaron en la glorieta de la Terminal del Norte, tras el anuncio de hallazgos de estructuras óseas en La Escombrera.
“Eso de que éramos mentirosas se tiene que terminar. Nosotras, las víctimas, necesitamos ser escuchadas. Nos han callado nuestras voces, nos han acallado la vida, y todo esto por un conflicto que nosotros no buscamos”, dijo en su momento Margarita Restrepo, miembro de la organización, a Radio Nacional de Colombia.
A raíz de esos hechos, la frase “Las cuchas tienen razón”, que ya se volvió consigna, fue adoptada en todos los rincones del país y el mundo como expresión de resistencia y reconocimiento de una verdad desde el principio defendida por las mujeres buscadoras.
“Nosotros somos pueblo, somos del pueblo y debemos ser respetados. Esta es una forma de resistir: seguir alzando la voz y la mano con la frente en alto y dignidad, porque visibilizar la memoria no es un delito, no es un pecado. Si nos han robado nuestros seres queridos, no podemos permitir que nos roben la memoria ni la esperanza”, agregó Restrepo.
Según la Unidad para las Víctimas, 3.348 personas fueron dadas por desaparecidas en Medellín entre 1958 y 2015, la mayoría entre de 1997 y 2011. El Tribunal Superior del Distrito, por su parte, ha señalado que en La Escombrera y otro terreno llamado La Arenera reposan los cuerpos de al menos 300 desaparecidos.
Las cifras de la JEP, sin embargo, hablan de 500 cuerpos enterrados en un área ya priorizada de 2.417 m2. Allí, a 15 metros de profundidad y por primera vez en 24 años, fueron halladas recientemente estructuras óseas de dos víctimas de desaparición forzada, reavivando la esperanza de los familiares de las víctimas.
“La Sala tiene evidencia de que la desaparición forzada de personas fue un medio utilizado para no aumentar los índices de homicidio de la ciudad, como una forma de 'colaboración' con la fuerza pública, y especialmente la Policía, porque los desaparecidos no contaban y los cadáveres sí", dicta un fragmento de la sentencia del 24 de septiembre de 2015 de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal de Medellín.
Más que datos y cifras, La Escombrera se ha convertido en un sitio de dolor y, a la vez, de esperanza. Allí, justo al margen del polígono de interés forense, las madres buscadoras siguen esperando que la tierra devuelva algo de lo que un día les arrebataron sin causa justa.
Foto de @laurazepamFx
“Hemos conversado sobre la importancia de tener una mesa técnica con todas las entidades para responder a una petición de las mujeres (buscadoras), y es que sigamos haciendo un trabajo articulado”, expresó Adriana Arboleda, directora de la Corporación Jurídica Libertad.
Para finales de enero ya habían sido removidos de La Escombrera 37.077 metros cúbicos de tierra y escombros, que equivalen a 2.059 volquetas cargadas de material.
La Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas espera obtener pronto los 1.200 millones de pesos adicionales que requiere para terminar la fase cinco e iniciar la fase seis de intervención.