Gladys Acevedo es la representante legal de la fundación ‘Caminemos juntos por nuestras historias olvidadas’, una organización que reúne a 600 personas, la mayoría de ellas mujeres, que han perdido a sus hijos, esposos, hermanos y familiares durante el conflicto armado en nuestro país.
Al principio, la fundación estaba integrada únicamente por madres de policías y soldados asesinados. Hoy en día, la conforman excombatientes, firmantes de la paz, exparamilitares y mujeres que han sido víctimas de violencia sexual y desplazamiento forzado de sus territorios. La organización tiene presencia en seis departamentos colombianos: Meta, Guaviare, Caquetá, Bolívar, Tolima y Cundinamarca.
En 2012, el hijo de Gladys, Edwin Carranza, un soldado del ejército nacional, fue asesinado en Uribe (Meta). El informe militar señalaba que Carranza había muerto a causa de la explosión de un cilindro bomba. Luego, doña Gladys se enteró de que su deceso se produjo por disparos en el pecho y en la boca.
Gladys, quien en ese entonces vivía con sus padres y su hija en Granada (Meta), cayó en depresión por la pérdida de su hijo y tuvo que ser medicada para poder dormir. Luego, reunió fuerzas para seguir adelante y honrar la memoria de su hijo.
Por eso, decidió trasladarse a Bogotá, donde, después de tocar muchas puertas, logró terminar el bachillerato y estudiar Derecho.
"Nunca pensé en estudiar ni en hacer lo que hago hoy en día. Para mí, todo era diferente. Mi hija, quien logró terminar su carrera gracias a que mi hijo le pagó sus estudios, me decía: 'Mami, éramos felices cuando mi hermano estaba vivo. No nos importaba cuando enterraban a sus compañeros. Hoy lo matan y nos lo entregan en una bolsa negra. Ahora sí, nosotros nos lamentamos", señala Gladys.
Según Gladys, la fundación nació con el propósito de visibilizar todos los abusos cometidos por la guerrilla, los paramilitares y el ejército, todos ellos involucrados en el conflicto armado. Inicialmente, la organización se llamaba ‘Color y Esperanza por Nuestros Héroes’.
"El derecho me hizo comprender que estaba cometiendo el mismo error que muchas madres, al considerar a nuestros hijos como héroes. No lo son, son seres humanos de carne y hueso. En la Constitución y el código penal no se menciona la palabra 'héroes'. Por eso propuse cambiar el nombre. Algunas no lo aceptaron y se retiraron, entonces decidí crear una fundación más grande", señala.
Asimismo, Gladys explica que su motivación para estudiar también radica en entender por qué se vulneraban los derechos de las mujeres, especialmente los de las madres de los soldados, como recibir una pensión de tan solo 250 mil pesos.
Además, porque la Unidad de Víctimas no las consideraba como tales y la Fiscalía no investigaba la mayoría de las masacres de los jóvenes.
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"El proceso de paz ha sido fundamental para nosotros, para poder decir 'ni un hijo más para la guerra'. Estamos cansadas de enviar a nuestros hijos a un conflicto armado absurdo, de llorar y enterrarlos. ¿Cuándo tendremos nietos? Es hora de detener esto y abrazar la reconciliación y el perdón. Otros adoctrinaron a nuestros hijos y los convirtieron en máquinas asesinas", afirma Gladys.
La primera reunión de reconciliación con los firmantes de paz, organizada por la fundación, tuvo lugar en Bogotá en 2018. A pesar de no contar con psicólogos para acompañarlas en su dolor y búsqueda de la verdad, tuvieron el valor de demostrar que eran las verdaderas víctimas que habían sufrido el flagelo de la guerra, habían sido ignoradas, amenazadas y estigmatizadas.
"Con este gobierno del cambio, como líder y madre que perdió a un hijo en la guerra, veo una pequeña luz. Estaba cansada de recibir panfletos y amenazas, de que me señalaran como si la guerrilla me pagara. A pesar de todo, aposté por la reconciliación, llegando a los territorios y diciéndoles a los que mataron a nuestros hijos quiénes somos realmente. También reconociendo que ellos son seres humanos, también hijos del pueblo".
Hace algunas semanas, la fundación se reunió con el Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, para solicitar su apoyo en un encuentro en Cartagena destinado a demostrar a la sociedad que la reconciliación es posible. Sin embargo, debido a algunos problemas y a la inexperiencia en ciertos procedimientos, no lograron presentar el proyecto a tiempo y quedó aplazado para el próximo año.
La fundación ha realizado algunos encuentros en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en los municipios tolimenses de Icononzo y Planadas. También en el gobierno anterior, tenían planeado un encuentro en La Uribe (Meta), el lugar donde asesinaron al hijo de doña Gladys. Sin embargo, no pudieron llevar a cabo dicho encuentro porque los firmantes que estaban allí fueron presionados para volver a las disidencias de la guerrilla.
"Somos mujeres que apostamos por la reconciliación y el perdón. Queremos llegar a esas personas que financiaron la guerra, que se beneficiaron del dolor de los campesinos desplazados de sus tierras y sembraron divisiones de odio. Estas mujeres aún creemos en la paz y abrazamos a aquellos que antes estaban armados al otro lado. Es posible un diálogo para construir un país diferente, con justicia social", concluye Gladys Acevedo.