La protesta social ha mutado de las calles a las redes sociales como medio de información, divulgación, convocatoria, discusión, denuncia y desinformación. Detrás del uso de estas plataformas existe una industria creativa y tecnológica asociada a la creación de información que afecta tanto a quienes tienen acceso a esa herramienta como a quienes no. Pero cuando se traslada la discusión virtual a las calles, el paso al contacto físico puede desatar tanto unión como violencia.
Según el especialista en ciberseguridad de la firma Safetica Technology, Maximiliano Cantis, un estudio realizado a población consumidora de redes sociales arrojó que “el 84.8% de los encuestados recibió noticias falsas a través de redes sociales durante el año 2020; el 30% por mensajería instantánea y el restante a través de correos electrónicos y portales de noticias”.
El problema, a su juicio, es que en tiempos de protesta social “se hace cada vez más popular el uso de Inteligencia Artificial aplicada a noticias falsas que, básicamente, utiliza aplicaciones y herramientas virtuales para distorsionar la realidad de videos, fotos y audios”. Por ejemplo, los llamados ‘Avatar’: modelos creados en principio para jugar o por diversión, y que ahora “se utilizan para cambiar la apariencia y voces de una imagen original generando confusión”.
Este material informativo se divulga y se recibe por voluntad o porque se filtra a través de grupos, correos, mensajes y/o medios informativos falsos, que utilizan los logos de aquellos en los cuales sí hay credibilidad, pues buscan confundir al usuario.
De otra parte, la falta de regulación en Colombia de temas de identidad virtual, según el coronel Julian Buitrago, jefe del Centro Cibernético de la Policía Nacional, aviva la protesta social digital. En ocasiones es pacífica, sustentada y organizada, pero en otras tiene como propósito tácito producir caos, violencia y generar sentimientos de odio.
Lo anterior, explica el coronel Buitrago, se da a través de la creación de perfiles falsos, y bajo esa dinámica un solo usuario puede tener infinidad de perfiles para divulgar información, “entonces determinar cuántos de ellos son falsos o no, corresponde a un mundo virtual que está por explorarse en el país”.
Desde el inicio del paro nacional en Colombia el pasado 28 de abril, la Policía ha identificado más de 400 perfiles que incitan a la violencia cuando se convocan a las marchas ciudadanas y que están en poder de investigadores de la Fiscalía. Se suman más de 80 contenidos falsos contra esa institución que tendrían su mayor difusión a través de mensajería instantánea, como WhatsApp y Telegram, y que en la calle cobran mayor relevancia cuando se enfrentan protestantes y uniformados.
¿La unión hace la fuerza?
Las redes sociales han sido el camino por donde el político, el activista, el estudiante, el trabajador y hasta los mismos medios de comunicación interactúan a riesgo de obtener reconocimiento, empatía, aprobación o reproches e intimidación, según sea el caso.
La protesta social estalla por la inconformidad que genera la crisis social, política, económica e institucional de un país, busca soluciones a demandas particulares o comunes, y son las redes sociales protagonistas debido a que su estructura permite organizar, convocar, movilizar masas y definir estrategias en tiempo real. Es más, son la herramienta actual más utilizada para hacer veeduría ciudadana en medio de protestas donde se muestra el accionar de agentes del Estado y civiles.
Entonces, ¿qué tan imperativo es, para quienes convocan a la protesta social, conocer el uso de las redes sociales y el nivel de importancia que tienen en los ciudadanos?
Diego Santos, exdirectivo de Twitter en Colombia y actual codirector de 242, empresa de contenido digital enfocada en la creación de formatos de noticias y de ficción, asegura que la situación de protesta actual que vive Colombia “demuestra cómo el mundo virtual puede determinar al mundo real. Las convocatorias han nacido en redes, la violencia verbal nace en redes, la polarización se incrementa en redes y es un error ver el panorama social solo desde twitter o Instagram”.
Explica que el horizonte que se vive en Facebook es mucho más amplio y es ahí donde se encuentra el grueso de la población nacional, porque esta red acoge población de todo el país, mientras que Twitter se centra en las ciudades más grandes.
“Twitter no es Colombia. Hay 34 millones de nacionales conectados con Facebook mientras que Twitter tiene 3 millones 700 mil usuarios en el país; de esos, 2 millones de cuentas están inactivas, significa que el universo de colombianos es de 1 millón de personas. Finalmente, de ese millón solo 300 mil están activos, siendo el 80% de usuarios residentes en Bogotá”, indica Santos.
A juicio del exdirector de Twitter, esa red social no es una fotografía de lo que está pasando en la protesta social, mientras que Facebook “sí lo es, porque tiene diversos grupos y permite ampliar más la información que se da al usuario. Lo que pasa es que no todos la exploran y se desconoce la multiplicidad de diálogos que allí se dan y que profundizan la protesta social”.
Esto se explica porque cada “clic” que se da a una información en redes determina, a través de algoritmos, una “línea editorial” o intereses que permiten dirigir cierta información para su consulta, reproducción y divulgación. Estas redes también dividen a sus usuarios por gustos y tendencias.
Y es que el uso cada vez más frecuente de redes sociales, según Julio Taborda, catedrático, experto en DD.HH. e investigador, tiene una especial relación con la “posibilidad que encontró el ciudadano de hallar un canal distinto de información y denuncia a los medios tradicionales, esos que en su mayoría no están haciendo un periodismo plural, diverso e incluyente, y sí volcado a publicar solo información institucional”.
Relaciona su afirmación con el informe MacBride, también conocido como ‘Voces múltiples, un solo mundo’, publicado en 1980 y promovido por Naciones Unidas, cuyo objetivo era el desarrollo de un nuevo equilibrio mundial en el ámbito de la información y de la comunicación, teniendo como perfil principal a las sociedades modernas.
En otras palabras, que los medios tradicionales proporcionaba información equilibrada, y “al romperse ese objetivo la gente buscó en las redes sociales un espacio donde poder divulgar la crudeza, en relación con la protesta social actual del país, porque no hay ese espacio en medios tradicionales”.
En medio de la protesta social, asegura el profesor Taborda, gracias a las redes sociales “se ha logrado la judicialización de civiles y miembros de la Fuerza Pública por excesos en sus acciones".
Responsabilidad social, el mejor filtro
El panorama es amplio y conlleva a un fuerte debate: reconocer el potencial de las redes sociales en protesta, la invitación a ellas y lo que puedan derivar. Ya no es tan delgada la línea entre lo que significaba discutir de política, religión o economía a través de mensajes, videos o fotos. Ahora esa discusión invita a los ciudadanos a la calle, en masa, pero con responsabilidades y consecuencias individuales.
Por lo menos 42 personas han perdido la vida durante la protesta social actual en Colombia, según la Defensoría del Pueblo. Más de 670 capturas por atentar contra ciudadanos, infraestructura o miembros de la Fuerza Pública, según el Ministerio de Defensa. Y se suman 119 investigaciones disciplinarias contra policías por excesos de fuerza contra la población civil, tres uniformados capturados y cinco retirados del cargo.
Javier Abril, director de DC Influencer Marketing, asegura que “la única forma de combatir la información falsa y ser víctima útil de divulgación de contenidos que buscan generar odio hacia un sector poblacional es con responsabilidad social individual, verificación de información y comprobación de fuentes”.
También indica que no ha avanzado mucho el debate sobre regular las redes sociales y promover nuevos filtros para las mismas, porque “generaría respuestas negativas de los usuarios, si entendemos que son un medio de comunicación libre, y regularlo se entendería como censura. Las protestas y los reclamos serían aún más frecuentes”.
Entre tanto, Diego Santos, exdirectivo de Twitter en Colombia, afirma que en el país hay una debilidad institucional fuerte desde el Congreso de la República en temas de tecnologías de la información y las comunicaciones, específicamente del manejo de redes sociales.
Santos asevera que si en países del primer mundo no generaron políticas más claras con relación al uso de redes sociales, para los tercermundistas es aún más difícil, a menos de que exista una alianza regional que las impulse y sirvan de contrapeso ante multinacionales como Twitter, Facebook o Google, entre otras.
Sin embargo, propone generar un manual de reglas que protejan a los ciudadanos del acoso, entablar una conversación con las directivas de plataformas sobre cómo regular la información sin recaer en abuso o censura y tener en cuenta los medios de comunicación para generar tensión a nivel nacional y regional sobre las redes sociales y su responsabilidad.
En definitiva, pequeñas acciones que al tener impacto nacional permitan un bloque regional que obligue a las grandes empresas de redes sociales a cumplir la ley.
La protesta es legítima en Colombia a través de redes o de la calle. La diferencia está en usar los medios como arma de cambio, de equidad, de inclusión o destrucción. “No todo termina en las redes sociales: ni la vida, ni el futuro, ni las decisiones que cambian a una nación, pero una disputa mal manejada sí”, concluye el especialista en ciberseguridad, Maximiliano Cantis.