Yo no soy un hombre, soy un pueblo
Jorge Eliécer Gaitán
El centro de Bogotá semi destruido, levantamientos en las provincias, miles de muertos. Entretanto, se desarrollaba la IX Conferencia Panamericana, prólogo de la creación de la OEA, con delegados de todo el continente; a ésta, aunque la ciudad se había engalanado, no había sido invitado uno de los principales agentes políticos del país, el Partido liberal. Colombia estaba al mando del Partido Conservador y ya llevaba más de un decenio de violencia bipartidista.
Ese 9 de abril sobrevino el hecho trágico: fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán, un notable líder popular que no pertenecía a una tradicional familia de políticos, y cuyo verbo encendido atraía multitudes que anhelaban una vida mejor y se sentían representadas por este mestizo que develaba con carisma y vehemencia los males del país nacional oprimido por el país político. En 1929 había dado un importante debate sobre la masacre de las Bananeras y la participación del Estado e ella.
Gaitán era abogado de la Universidad Nacional. Se doctoró en Roma en derecho penal, en 1927. Allí conoció de cerca la oratoria de Mussolini. Fue docente. Había sido alcalde de Bogotá en 1936, magistrado, ministro de Educación en 1940, ministro de Trabajo en 1944 y, para la fecha, se perfilaba como el próximo presidente de la República.
Había desarrollado un pensamiento anclado en el liberalismo, pero con una mirada social hacia la situación de los trabajadores, especialmente los sin tierra, y un clamor por una democracia verdadera, contra el régimen excluyente. Estas orientaciones definieron su breve salida del partido, creando la Unir, que no tuvo la respuesta popular esperada.
En 1946, los liberales se dividieron, presentándose dos candidatos, Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán. Esta división facilitó la victoria del conservador Ospina Pérez. Gaitán, apoyado por sectores populares, fue motivo de canciones como el porro A la carga, que fue el himno gaitanista de la campaña electoral. A pesar de la amplia aceptación de Gaitán, estos fueron los resultados: Mariano Ospina Pérez tuvo 565 mil votos, Gabriel Turbay, 441 mil, y Jorge Eliécer Gaitán, 358 mil votos.
El 7 de febrero de 1948, Gaitán había convocado a una Marcha del Silencio, que reunió a miles de bogotanos en la plaza de Bolívar donde el caudillo pronunció su famoso discurso Oración por la Paz, reclamando por los muertos de la violencia.
El 9 de abril, al mediodía, Gaitán salía de su oficina para ir a almorzar con colegas y amigos, cuando fue víctima de varios balazos. Ocurrió en la carrera séptima, cerca de la Avenida Jiménez, a la salida del edificio Agustín Nieto.
Pronto, el líder fue llevado a la Clínica Central, donde anunciaron su deceso a las 2:00 de la tarde. La gente se amontonó y apresó al que se creía era el asesino. De inmediato corrió la noticia anunciada por la radio, inicialmente en el radioperiódico Ultimas noticias de Rómulo Guzmán en la Voz de Bogotá; Guzmán era uno de los fieles acompañantes de las ideas de Gaitán.
La noticia fue replicada en todo el país; de inmediato varios locutores dieron una variedad de explicaciones a los hechos ocurridos. Por su parte, emisoras clandestinas liberales y comunistas llamaron a la rebelión y anunciaron que en Bogotá se había constituido una Junta Revolucionaria integrada por liberales de izquierda, igual sucedió en ciudades de provincia.
En las calles de Bogotá, miles de personas expresaron su dolor y su rabia, emprendiéndola contra los tranvías, los edificios públicos, las iglesias, los locales comerciales, hoteles, incluyendo las licoreras. Muchos se armaron con cuchillos, machetes y cuanto habían sacado de las ferreterías. Fueron destruidas más de cien edificaciones.
Sectores de la policía enarbolando trapos rojos, se unieron a la asonada y repartieron armas. El Ejército cerca del Palacio presidencial disparó sobre la multitud. Había muertos en todas partes. Las estimaciones van de 500 a 3.000. Para completar, la Oficina de Medicina Legal permaneció cerrada por varios días, entre otras cosas porque su director, Guillermo Uribe Cualla, era conservador; él había logrado escabullirse de la responsabilidad de hacerle autopsia al caudillo.
El 10 de abril, el gobierno empezó a retomar el control de la situación, reuniéndose con los liberales para formar una coalición, y posteriormente Darío Echandía y otros políticos como Gerardo Molina y Gilberto Vieira convencieron a los sindicatos para que levantaran sus movimientos en Barrancabermeja y ciudades cafeteras.
El 11 de abril, el director de la Radio Nacional, Alfonso Araújo, que había sido nombrado para controlar la difusión de las emisoras clandestinas, declaró que las actividades económicas y especialmente los bancos y el transporte funcionaban normalmente; con ello pretendió calmar los ánimos y dar un parte de tranquilidad. Araújo era liberal y fue nombrado por Ospina Pérez por a media noche del 9 de abril, y por un periodo breve, para garantizar el orden en las comunicaciones. Araújo y Gaitán habían estudiado juntos el bachillerato.
Sobre quiénes fueron los autores materiales e intelectuales del magnicidio, aún hoy no hay certeza. Las hipótesis van desde la responsabilidad del gobierno de Ospina Pérez, hasta una operación de la CIA (Central de Inteligencia de los Estados Unidos), conocida por sus operaciones en América Latina contra líderes progresistas; pasando por Fidel Castro, entonces estudiante que estaba en Bogotá para participar en un encuentro latinoamericano de estudiantes y tenía cita con Gaitán esa misma tarde. O, simplemente, se trató de la acción letal de un individuo de 21 años, Juan Roa Sierra, apresado y linchado por la multitud y llevado a rastras hasta el palacio presidencial.
Gaitán fue enterrado en su casa, que hoy es Casa Museo, ubicada en el barrio Santa Teresita de Bogotá. En el presente sigue siendo un referente en la vida política y social del país.