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‘Removiendo Tierra’: la desaparición forzada y el conflicto armado en el Alto Ariari

A través de un proyecto audiovisual, la Misión Claretiana busca construir memoria sobre este territorio del Meta.

Por: Eveling Rico Albañil

La Misión Claretiana y la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello con el apoyo de GIZ, lanzaron el documental ‘Removiendo Tierra’, realizado en El Castillo (Meta), un territorio que históricamente ha vivido la violencia política y el conflicto armado. La pieza audiovisual se centra en la historia de personas desaparecidas y su búsqueda por parte de sus familiares.

Yina Avella, coordinadora del proyecto, quien trabaja apoyando los temas de incidencia política y desaparición forzada, explica que la Misión Claretiana lleva más de 15 años haciendo presencia en el territorio, acompañando a las familias que han sido víctimas de la ola de violencia que allí se ha vivido. Asimismo, desde la Corporación Claretiana en Bogotá se ha brindado apoyo jurídico, psicosocial y espiritual a estas comunidades.

La grabación se hizo en el marco de la peregrinación por las víctimas del Alto Ariari, ceremonia que se realiza desde hace cinco años y en la que participan grupos de víctimas, medios de comunicación y otras organizaciones internacionales.

El documental hace parte de una iniciativa de la corporación para que la historia de este territorio no caiga en el olvido. Esta incluye una galería itinerante de la memoria con fotografías de las personas desaparecidas y el ‘Calendario de la memoria’: una lista con las fechas y los nombres de las personas que fueron asesinadas o desaparecidas en El Castillo, y que la Misión Claretiana de Medellín del Ariari pudo documentar.

Carol Rodríguez, trabajadora social a cargo del acompañamiento psicosocial a familiares de víctimas de desaparición forzada en El Castillo, resalta que estos ejercicios de memoria se hacen encaminados a la resiliencia, teniendo en cuenta que lo vivido en el municipio principalmente fue una violencia política.

Sobre los protagonistas del documental, Carol explica que son campesinos de la región, que desde hace más de 30 años esperan una respuesta sobre el paradero de sus familiares, y en ese camino, encontrar verdad y justicia para estos hechos.

Respecto a la participación de este territorio en los procesos de verdad, justicia, reparación y no repetición que se tienen como pilares frente a las víctimas, Yina menciona que aunque en 2005, con el anuncio de la desmovilización paramilitar, el país empezó a hablar de justicia restaurativa, estas comunidades sienten que dicha justicia nunca llegó.

Por lo anterior, señala que el Proceso de Paz del 2016 generó altas expectativas en esta población, pues se esperaba que con la desmovilización de las Farc llegara la verdad. Sin embargo, sienten que aún se les adeudan estos derechos, consecuencia también de los inclumplimientos por parte de los gobiernos nacionales de turno frente a los acuerdos.

Carol señala que para una de las protagonistas del documental, las audiencias de versión libre en el marco del proceso de Justicia y Paz con los paramilitares se sentía como una burla hacia ellos, porque nunca le dieron una respuesta sobre el paradero de su familiar desaparecido.

Sobre esta percepción de los protagonistas también se refirió Leonardo Romero, realizador audiovisual que estuvo en el territorio para la elaboración del documental. Leonardo explica que muchos de ellos manifestaron sentir agotamiento de contar una y otra vez sus historias, tanto a las autoridades como a los periodistas, pues nada pasa, no solo por los incumplimientos del Gobierno, sino por la forma en la que algunos medios de comunicación abordan estos temas, sin mucha sensibilidad al respecto y de manera impersonal, según su opinión.

Desde la perspectiva de Leonardo, la importancia de estas piezas audiovisuales, además de la construcción de memoria, radica en generar un cambio social e incluso político para vincular al ciudadano de a pie (al que considera indiferente de lo que pasa en la Colombia profunda) y que el día que se acerque nuevamente a las urnas, haga un voto consciente e indirectamente aporte para que las condiciones de estas comunidades cambien o no se repitan.

Menciona también que la realidad mostrada en el documental permite hacer un ejercicio reflexivo a quienes viven en las grandes ciudades, que muchas veces no conocen lo que han vivido otros colombianos por cuenta del conflicto; también para que sus casos no se queden solo en carpetas y registros en un juzgado.

Tanto Leonardo como Carol hacen referencia a que en la comunidad de El Castillo persiste la incertidumbre frente a la paz. La no repetición de los hechos no es algo que sientan garantizado en la situación actual, en la que diariamente se registran asesinatos de líderes sociales, evocando la época en la que tenían que cuidarse de qué decían o a quién se lo decían por temor a ser señalados de apoyar a un grupo armado o a otro.

Un territorio dividido por el río y las ideologías políticas

La historia de violencia en el Alto Ariari se remonta a la época del bipartidismo en los años 50, cuando grupos de liberales llegaron desplazados a asentarse en la región.

Posteriormente, informes del Centro Nacional de Memoria Histórica señalan que para los años 80 se dio la “territorialización de las identidades políticas”. Lo anterior se evidenció en una línea imaginaria que dividió la región: El Castillo y Lejanías, a un lado del río Ariari, del bando de la guerrilla, mientras que al otro, El Dorado y Cubarral, del bando de los paramilitares; todo esto de acuerdo a rumores que circulaban en la época. Esto llevó a la victimización de familias enteras de los líderes de la Unión Patriótica en el Meta.

Para el año 2000 las Farc atacaron durante siete horas a El Castillo, destruyendo el puesto de Policía, el hospital, la escuela, la iglesia, la alcaldía, el Banco Agrario, la Registraduría y la Casa de la Cultura con cilindros de gas y metralla, según algunos medios.

En el 2002 hubo una expansión paramilitar y tras la ruptura de los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc, se dio la “retoma” de la zona de distensión mediante una militarización y paramilitarización del territorio, donde se generaron múltiples asesinatos, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, entre otras violaciones a los derechos humanos, según el informe ‘Pueblos arrasados: Memorias del desplazamiento forzado en El Castillo (Meta)’ del CNMH.

Encuentre aquí el documental completo:

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