Por: Natalia Cabrera.
Para los historiadores de Nariño, como Javier Díaz del Castillo, los habitantes de Pasto se opusieron a la campaña libertadora del General Simón Bolívar porque estaban muy cómodos con las leyes proteccionistas de la corona española. Además, habían empeñado la palabra en defender la causa realista y “para un pastuso la lealtad era lo primero”.
Entonces, desde hace 200 años y gracias a las cartas de Bolívar, se tildó a los pastusos como “brutos y malditos” por oponerse a la libertad. De ahí nacieron los chistes despectivos y la mala fama.
Lo que no se imprimió en los libros de historia fue que a pesar de que antes de 1822 varios comisionados patriotas habían sido derrotados en el sur, Bolívar estaba decidido a pasar el río Guáitara sin entrar a Pasto, “para no enfrentar una batalla formal en terrenos tan peligrosos, accidentados y frente a enemigos tan tenaces”, cuenta Javier Díaz.
Cuando el General Basilio García (comandante de los ejércitos del sur) se enteró de las acciones de su contendor, dirigió a los suyos de inmediato a las alturas de la quebrada Cariaco, en la vereda Bomboná de Consacá, Nariño. La batalla era inevitable y los dos bandos se dispusieron a vencer o morir, así lo narra el historiador nariñense Enrique Herrera Enríquez.
Fue un domingo de resurrección, se inició el fuego a las dos de la tarde del 7 de abril, “El General Torres, del ejército patriota con 600 hombres, intentó penetrar por la derecha pero le fue imposible, el ejército libertador pasó por la cañada de Consacá, donde la espesura de los árboles formaba una barrera, de otro lado, el General Valdés trepaba por las faldas del volcán de Pasto (Galeras) a la cabeza del batallón “Rifles”. El terreno era tan escabroso que los soldados se vieron obligados a clavar las bayonetas para avanzar sobre las escarpadas rocas”, Jesús Iván Sánchez Sánchez en su libro Bomboná: Una Batalla Definitiva por la libertad de Colombia, detalla cómo y por qué para los soldados de Bolívar entrar en esta batalla fue como ir a ciegas hacia la muerte.
En Consacá todavía existe la finca ubicada en San Antonio de Bomboná, donde pernoctó Simón Bolívar, la casa está intacta y ha sido visitada por cientos de personas que le siguen los pasos al libertador. También se preservó una roca gigante desde donde se tiene una excelente vista del sitio en el cual ocurrió todo y entre los pobladores la narración oral dice que: “Bolívar manifestaba con beneplácito: ¡Miren que bien que entran mis soldados!, y alguien le respondió: ¡Pero no salen, mi General!”.