Desde bundes, currulaos, hasta berejús o pangos, los sonidos del Pacífico colombiano no serían los mismos sin las tonadas de la marimba de chonta. Este instrumento de percusión está tan aferrado como sus propias raíces africanas.
Su historia se ha escrito a lo largo del Litoral. Desde Tumaco (Nariño), hasta Bahía Solano (Chocó), se le da un lugar privilegiado a la marimba, como madre de un hilo musical que los conecta y los hermana.
En varios municipios de la región es habitual encontrarse con los llamados 'luthier de marimba', conocedores del saber ancestral de elaborar este instrumento, labor que ejercen y transmiten a nuevas generaciones para prolongar la tradición.
Elkin Mina es un joven de 22 años, nieto de Silvino Mina, reconocido luthier de Guapi (Cauca), a quien le aprendió el arte del piano de la selva.
"Estoy metido en el cuento de las marimbas desde los 10 años. Miraba a mi abuelo que llegaban a comprarle marimbas y él empezaba a tocar. Entonces, cuando escuchaba ese sonido, yo me motivaba, me emocionaba", cuenta.
Solo bastó su deseo de aprender a tocar para empezar a empaparse de la magia musical del Pacífico.
"Yo le dije: - Abuelo enséñeme para ver cómo yo toco con usted. Me enseñó los bordones y yo lo acompañaba, cuando uno está aprendiendo es lo primero que le enseñan. Y cuando quise ver ya estaba tocando la marimba"', dice Elkin.
Los bordones es lo primero que se aprende y corresponden a los sonidos graves de este instrumento, que cautivó a este joven y lo motivo a interesarse por la elaboración con sus propias manos.
La fabricación no está tan industrializada, sigue siendo artesanal, por eso no cualquiera puede dar vida y sonido auténtico a una marimba. Se requiere tacto, paciencia y sabiduría que solo otorgan las raíces.
La palma de chonta y la guadua son materias primas fundamentales. La magia de la marimba no solo está en su dulce sonido, sino también en sus componentes, en la fuerza y el poder de la naturaleza.
"La chonta tiene que cortarse en luna menguante, si es en otro estado, no sirve porque le cae gorgojo rápido, se daña la chonta y no dura. Pero si es en menguante la chonta le dura tiempo, se dañan primero las tablas y la madera, pero la chonta no", asegura joven artesano.
Con antelación se necesita cortar la chonta y ponerla a secar solo en la sombra, alrededor de unos 4 meses. Luego se pela, se pule y se dejarla lista para darle esa ritmicidad característica.
La chonta da la nota y la guadua da la resonancia, esta sinergia da origen al sonido que fluye entre cada tecla. "Esto se va afinando con agua, se corta el tarro y le echa hasta que suene", agrega.
Para Elkin, crecer inmerso en la tradición del Pacífico influye mucho en este oficio.
"Uno ya desde pequeño viene con ese oído, eso también ayuda. Yo no toco en La, yo no sé tocar así, yo toco como me de mi oído. Yo me basó en el sonido, desde pequeño eso se le va grabando a uno", comenta.
Afirma que secretos no hay tras la marimba. La paciencia es lo principal, una mal labrada la daña, ya que si queda una nota salteada, no se puede tocar. Mina reitera que si no es con paciencia no se logra nada.
Los cierto es que cuando suena la marimba resuena el Pacífico, se alzan los cantos de alabaos y arrullos. La marimba es la paz del pueblo negro, es el orgullo de las músicas ancestrales que sobreviven y la resistencia de una raza.
El piano de la selva fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2010.
"Cuando toca la música de Pacífico una persona de acá, se siente algo que lo llama a uno. No se qué haya en Guapi o qué aprendemos nosotros, no me lo explico, pero es algo que lo hace diferente", sostiene.
Festivales como el Petronio Álvarez son uno de los escenarios por excelencia para exhibir el talento y la riqueza musical de esta región del país. Una de las invitadas de honor siempre es la marimba.
"En Guapi se habla mucho del Petronio, al iniciar el año salen muchos grupos que quieren participar. Se hacen eliminatorias y quedan solo los mejores. Entonces, antes de las audiciones casi todos los días ensayan para perfeccionar. Allá sí que se ven las ganas de estar en el Petronio, todos quieren hacer las cosas perfectas", cuenta Elkin.
Y mientras la identidad del Pacífico afrocolombiano siga extendiendo sus raíces, el canto dulce de la marimba seguirá llenando de color los matices musicales del Litoral.
Mientras se sigan formando más hombres como Baudilio Cuama y Gualajo, a quienes su sensibilidad les permitió aprender el hacer y el sonar de la marimba, a través de leyendas de duendes que les enseñaron la magia del instrumento.