Estamos a pocos días de que termine el 2023 y, con alegría, debo decir que fue un gran año para la literatura colombiana.
Para empezar, baste nombrar un hecho que habla muy bien de la salud del libro en Colombia: la realización de ferias y/o fiestas relacionadas con los libros y la promoción de lectura.
Según cifras de la Cámara Colombiana del Libro, en 2023 se realizaron 21 eventos de esta naturaleza en diferentes regiones del país. Por supuesto, muchas continuaron con su crecimiento acostumbrado, como la FilBo, la Feria del Libro de Cali, la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, la Feria del libro de Manizales y la Feria del Libro del Eje Cafetero.
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Entre estas se contaron más de 1.000 eventos para los amantes de los libros y más de 500.000 asistentes. Unas cifras realmente positivas y que alegran a cualquiera que se pregunte cómo va Colombia en relación con la promoción de lectura.
Pero también hay que celebrar que aparecieron nuevos eventos, como el Primer Festival del libro del Tolima o el Primer Festival Literario y Cultural de Mompox.
Así mismo, debemos alegrarnos porque eventos que empezaron hace poco continuaron y ampliaron sus alcances, como es el caso de la Feria Internacional del Libro de Armenia y Quindío (FILAQ) y la Fiesta Nacional del Libro (Finli), en Arauca.
Sólo con esto, ya tendríamos para hacer sonar las fanfarrias. Pero para alegría de quienes amamos la literatura, también hay muchos otros logros para señalar.
Los premios nacionales de literatura, que concede el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, nos dejaron varios nombres para considerar. En primer lugar, el de Fadir Delgado Acosta, quien recibió el ‘Premio Nacional a libro de poesía publicado’; también el de Luis Miguel Rivas, quien ganó el ‘Premio Nacional a libro de cuentos publicado’; así mismo, el de María Antonia León por ganar el ‘Premio Nacional a libro de cuentos inédito escrito por mujeres’; y, también, el de Sara Fernández Martínez, quien recibió el ‘Premio Nacional a poesía inédita escrita por mujeres’.
Ahora, si de premios se trata, también debemos celebrar que María Ospina Pizano, escritora bogotana, recibió en México el ‘Premio Sor Juana Inés de la Cruz’, por su libro titulado Solo un poco aquí. También que la autora caleña Pilar Quintana fue finalista, por segunda vez, en los ‘National Book Award’, en Estados Unidos, por la traducción de su novela Los abismos, ganadora en 2021 del ‘Premio Alfaguara’.
Así mismo, en términos de publicaciones, el número de novedades literarias colombianas este año supero los 100 títulos. Esta cifra considera los libros que publicaron las editoriales grandes (como Random House y Planeta) y los que publicaron las editoriales independientes.
Estos nuevos libros son, sin lugar a duda, una alegría para el mundo de la literatura. La razón es sencilla: los lectores tenemos una inmensa oferta de lecturas nacionales que nos permiten conocer a Colombia desde múltiples miradas. Esto es lo que se puede llamar un avance en nuestro patrimonio cultural.
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Para terminar, es importante recordar que el próximo año se celebra el centenario de la publicación de La vorágine, de José Eustasio Rivera, uno de los libros más importantes de nuestra narrativa. Entonces creo que 2024 ofrece una oportunidad inigualable para darle una nueva lectura, quienes ya lo leyeron, o para empezar a leerlo desde ya.
Ahora, que esta conmemoración juegue un papel fundamental en la agenda colombiana, también habla muy bien de la salud de los libros. Quiere decir que en nuestro país ya se reconoce el valor patrimonial y cultural de las obras literarias. Eso tiene una consecuencia tan contundente como evidente: en Colombia recordamos y valoramos las obras en las que nos relatamos. Eso conlleva que nos resistimos a perder la memoria y, por lo tanto, apuntamos hacia un futuro donde no se repitan los errores del pasado.