El 3 de enero de 1858 circuló en Bogotá el ejemplar número 1 de ‘Biblioteca de señoritas’, la que es considerada la primera publicación periódica dirigida a las mujeres en Colombia. Su primer editorial señalaba textualmente: “Deseosos de cooperar en algo al adelanto de nuestra literatura propia, hemos venido en fundar este periódico, bajo el patrocinio de las señoritas. En el país del Valle de los Alcázares, notable por la belleza de sus rejiones i el talento de sus hijos, ya era tiempo de emprender una tarea como esta. No es justo que nuestros poetas continúen viviendo como la flor en los desiertos…”
Dirigida por el escritor, político, periodista y geógrafo boyacense Felipe Pérez Manosalva, acompañado por un equipo de redacción dominado por hombres, entre ellos, Eustacio Santamaría y Eugenio Díaz, y la colaboración de escritores y escritoras como Enrique Saavedra, María Josefa Camacho, Manuel Gamboa, José Joaquín Borda, Dolores Calvo de Piñares y José David Guarín, ‘Biblioteca de señoritas’, “cumplía con el objetivo de ofrecer lecturas “apropiadas” para las mujeres”- como reseña la Biblioteca Virtual del Banco de la República- entre ellas poemas, biografías, novelas y discusiones literarias, consejos sobre los cuidados del hogar, educación, buenas maneras y moda.
“Esta publicación, junto con otras que tenían un corte literario como ‘El Neogranadino’, ‘La Estrella Nacional’, ‘El Árbol literario’, ‘Fígaro’, ‘El Relator’ dieron ese primer impulso a la literatura en la prensa. Mucha de su importancia radica en que sacó a la mujer de ese escondite del hogar y le dio protagonismo. ‘Biblioteca de Señoritas’ marcó un hito al ser enteramente una publicación periodística dedicada a la mujer, ubicándola en un ámbito distinto”, afirmó Estefania Almonacid Velosa, investigadora, periodista cultural y literata.
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“Nosotros hemos dicho: confiemos a la solicitud i al patrocinio de las damas la tarea que siempre ha fracasado aquí en manos de los hombres. I ciertamente, una obra como la BIBLIOTECA DE SEÑORITAS, consagrada enteramente a las bellas letras i a las bellas artes, a esparcir en toda nuestra República los conocimientos necesarios a toda educación elegante, no puede encomendarse mas que a las señoras, como las mas interesadas en el progreso moral de la sociedad”, se lee en otro de los apartes de su primera edición.
Según escribió Diego Vallejo Díaz para el Archivo de Bogotá, “la razón de por qué dedicar una publicación a las mujeres suele ser más o menos confusa, pero se mantiene clara la intención de sus editores, todos hombres, de dar vida a la literatura americana a través de ellas. Este periódico establecerá la concepción de que la mujer de la época es la encargada de guardar y preservar esta literatura que sus promotores consideran poco valorada por los sectores masculinos en el poder”.
La ‘Biblioteca de Señoritas’, al igual que otras iniciativas similares del siglo XIX -señala Cristina Gil Medina en ‘La mujer lectora en la “prensa femenina”del siglo XIX. Estudio comparativo entre Biblioteca de Señoritas y La Mujer’- “demostraron un gran interés por formar un público lector femenino específico que tenía ciertas necesidades e intereses. Para estas, la configuración de una comunidad de interpretación involucraba además la construcción de la figura de la lectora ideal propia de cada publicación, determinando de esta manera una forma y un contenido particulares y apropiados para dicho modelo de lectora, que delataba cierta orientación ideológica”.
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Un hito
La publicación de circulación semanal, que no tenía anuncios comerciales, y fue editada inicialmente en Bogotá por la imprenta Ovalle y Compañía, y a partir del número 38 por la imprenta Pizano y Pérez, tuvo en total con 67 números, en un formato de dos columnas, y un programa de suscripción anual (aunque su pago se podía realizar trimestralmente). Su distribución fue hecha a través de más de 80 agencias nacionales e internacionales en Venezuela, Ecuador, Chile, Argentina, Uruguay y Estados Unidos.
Si bien ‘Biblioteca de señoritas’ no tenía unas secciones fijas, en la mayoría de las publicaciones la primera página era dedicada al saludo de los redactores, quienes explicaban qué había sucedido en la última semana, introducían los temas y secciones y terminaban con una despedida. Eso sí, siempre se incluía al menos un poema o soneto y cartas de los lectores llamadas colaboraciones.
Se destacaban secciones como el Diccionario de curiosidades, donde se describían objetos, eventos y lugares del mundo, además de biografías de personajes religiosos y la literatura; historias de vida de figuras literarias, de la política y el arte, así como la historia del teatro y la música en el mundo, y se anunciaba la agenda cultural de Bogotá.
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“El diseño era muy cuidadoso. Las ilustraciones que acompañaban los artículos tenían especial relevancia. Eran muy acordes con los textos literarios. Se puede decir que ‘Biblioteca de Señoritas’ marcó el camino a lo que hoy son grandes revistas para mujeres en Colombia”, comentó Almonacid Velosa.
Un aspecto especialmente relevante fue la participación de Soledad Acosta de Samper, quien escribía bajo el seudónimo de Rufina las secciones ‘Revista Parisiense’, un espacio dedicado a informar sobre noticias de París y Bogotá, ‘Revista Quincenal’- la única sección dedicada a política- y ‘Diccionario de curiosidades’, y quien asumió de alguna forma la defensa de la participación femenina en la prensa.
Según escribe Cristina Gil Medina en ‘La mujer lectora en la “prensa femenina” del siglo XIX. Estudio comparativo entre Biblioteca de Señoritas y La Mujer’, Rufina se quejaba de la injusticia generalizada contra las mujeres y de la imposibilidad de escribir en periódicos y, por eso, retó indirectamente al director para que publicara un artículo suyo sobre las “malas costumbres de los hombres”.
“En efecto, en el número 35 sería publicado 'Es culpa de los hombres'", a través del cual reclamaba los derechos de las mujeres, se quejaba del trato que tenían los hombres con ellas y proponía que había que “hacerles conocer que las cualidades que se adquieren con el estudio, son mas atractivas i duraderas, que las perfecciones físicas que da la naturaleza”.
“Soledad Acosta fue una mujer muy distinta, letrada, de mundo, que se interesó por otros temas. Creo que gracias a su inteligencia, su asombro, y su sabiduría fue abriendo el camino para que se escribiera y se hablara de otros asuntos y se diera paso a discusiones que posteriormente se realizaron como el voto femenino”, comenta Almonacid.
La publicación, como medio autónomo, culminó el 30 de julio de 1859, ya que se unió a la revista literaria colombiana ‘El Mosaico’, que por un tiempo se tituló ‘El Mosaico. Al cual está unida la ‘Biblioteca de señoritas’
“‘Biblioteca de señoritas’ fue un hito. Les dio la posibilidad a las mujeres de la época no solo de acercarse a la literatura, sino de cuestionarse sobre otros temas, a ir más allá de tener una ocupación de cuidado, de salirse de ser miradas como “el bello sexo” y construir espacios muy poderosos”, apuntó Almonacid Velosa.