En pleno corazón del centro de Barranquilla, exactamente en la carrera 39 con calle 34, se encuentra la ‘Esquina del Arte’. Este espacio es el hogar de 34 artesanos y artesanas quienes crean decoraciones para toda ocasión: maquetas, carteleras, pinturas y mucho más.
La ‘Esquina del Arte’ tiene locales que fueron asignados para cada uno de ellos, allí instalaron talleres y exhibidores con muestras de su trabajo.
Freddy Ospino ha dedicado los últimos 26 años de su vida a la labor artesanal. Su incursión en el mundo de la decoración comenzó por la necesidad de encontrar empleo, cuando una persona le brindó la oportunidad de adentrarse en este oficio, que hoy es su pasión y sustento.
Desde entonces, no ha dejado ni un sólo día de trabajar, pues los ingresos de esta actividad económica le han ayudado para el sustento de su familia.
"Aquí decoramos desde un cumpleaños, matrimonio, baby shower, hasta un almacén; una vitrina, navidad, todas las temporadas... para el Día de la Madre, Amor y Amistad, carnavales, fiestas populares de todo tipo", expresó Freddy, con emoción.
Freddy añadió que utilizan diversos materiales, como icopor, madera y vidrio, según las necesidades del cliente. Para él, la decoración es una pieza clave en la economía popular, ya que impulsa el sustento de muchas familias.
Añadió que "esto se ha vuelto algo importante para las personas cuando tienen un evento o un agasajo. Siempre está la necesidad de un decorador, artesano o artista que te oriente. La persona trae el diseño o desarrollamos las ideas y se hace el proyecto".
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David Escorcia Miranda es otro de los emprendedores que trabaja en la ‘Esquina del Arte’. Durante 45 años ha puesto sus manos y creatividad en función de alegrar a los clientes con sus obras de arte, como desde el primer día.
"Recuerdo que la primera vez una muchacha me dijo a mi que le hiciera algo en icopor, lo hice, le gustó y así surgió mi negocio. Yo le decoraba al Ley, los Pica pica, almacenes que existieron hace tiempo en Barranquilla, a casi todo el centro yo le decoraba", aseguró el señor David.
A las fueras de su taller, bajo un sol brillante que iluminaba sus manos, el señor David dijo que "lo más gratificante para mí es que le pongo amor a lo que hago y el cliente se va contento, me recomienda con otros y ahí va la cadena".