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Círculos de mujeres: un espacio de sororidad, resiliencia y poder femenino

En los últimos años, vuelve a tomar fuerza una práctica ancestral de encuentro en torno a la escucha mutua, la expresión abierta y la reconexión femenina en busca de transformación personal y social.
Círculos de mujeres: origen, encuentros y seguidoras
Foto: Wikimedia Commons
Yaneth Jiménez Mayorga

“Buenas tardes a todas. Bienvenidas a este círculo de mujeres, un espacio que nos convoca de forma colectiva para conversar de diferentes temas, de diferentes maneras. Un espacio que nos damos nosotras mismas para escucharnos, para comunicarnos, para leernos, para entendernos, para intercambiar saberes, para hacernos preguntas, para dialogar, para contar, para explorar nuestra esencia femenina, sin prejuicios ni presión. Bienvenidas a este viaje de introspección”. 

Con este saludo por parte de la facilitadora-mientras suena música de fondo, y las participantes forman un círculo-, inicia un espacio donde mujeres de distintas edades, convicciones, profesiones, trabajos, intereses, gustos, lugares de origen, se reúnen inspiradas en los antiguos círculos de abuelas sabías para compartir conocimientos, vivencias y aprendizajes, para ser escuchadas, para explorar su feminidad, para llorar, reír, abrazar, para nutrir el alma, para reconectarse con la Madre Tierra.

“Yo pasaba por una situación emocional compleja, para la que trataba de encontrar apoyo en mi red más cercana: mi esposo, mis hijos, mis amigos,  mis compañeros de trabajo; y aunque todos me acogieron, había cosas que no era capaz de comentar abiertamente, por temor a ser juzgada, por miedo a no cumplir con los estándares de la sociedad, o por pensar que podría ofender a alguien. Así que empecé a buscar quién me escuchara sin juzgarme y me permitiera expresarme sin pena; por cosas del destino- digo yo- un día vi un aviso en una cartelera que invitaba a participar en un círculo de mujeres, yo  no sabía sabía que era, pero el nombre me quedó sonando, y decidí ir. Desde entonces trato de participar lo más que pueda”, afirma Sara, asistente permanente a diversos círculos de mujeres. 


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¿Pero cuál es su origen, cómo surgen estos encuentros y qué hace que ganen más seguidoras?  

“El círculo es una forma geométrica familiar a la mayoría de las mujeres: somos seres biológicamente cíclicos, nuestro vientre es una vasija circular donde la vida germina. Fue en círculos como nos reunimos alrededor del fuego y la comida; circular también era el encuentro para recoger y llevar el agua al hogar. El círculo es personal e igualitario, carece de jerarquías, está abierto a la voz de todas y a la sabiduría colectiva, pero cerrado al juicio y la competencia”, explican desde el proyecto ‘Kongénero’, grupo de estudios de género y feminismos del Instituto de Humanidades de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. 

Adicionalmente, explica la plataforma digital de bienestar, crecimiento personal y espiritual, Bosque de Luz, “las mujeres siempre se han congregado para compartir detalles íntimos de su vida y hablar de temas delicados como la menstruación, el parto, la maternidad, el poder personal y la creatividad, entre otras cosas; aspectos en ocasiones tenían que esconder en la sociedad patriarcal que existido durante tanto tiempo, y así apoyarse y acompañarse mutuamente en hitos o procesos trascendentales en el desarrollo de cualquier mujer”.  

No obstante, como lo señala la médica y psiquiatra Jean Shinoda Bolen, en su libro ‘El Millonésimo círculo’, aunque “en apariencia se trata de meros grupos de mujeres que se reúnen y conversan, la aportación de cada mujer y de cada grupo tiene una dimensión mucho más trascendente. En cuanto se comprenden los principios básicos de los círculos de mujeres, es posible darse cuenta de su significación como movimiento revolucionario-evolucionista que a simple vista es difícil de captar”.  

Estos encuentros, agrega Sara,  “nos permiten descubrir nuevas facetas, explorar nuevas formas de comunicarnos, de nutrirnos mutuamente, de ayudarnos a crecer, a vernos reflejadas las unas a las otras, a derribar mitos, y sanar esa desconexión que tenemos de nuestro ser, de nuestra esencia. Tal vez una de las cosas más significativas de los círculos de mujeres es generar espacios de confianza donde nos sentimos reconocidas y aceptadas, donde nos autocuidamos y cuidamos de la otra”.   

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Círculo de Mujeres Biblioteca Julio Mario Santodomingo
Foto: Biblioteca Julio Mario Santo Domingo. Círculo de mujeres.

Formando el círculo 

Las dinámicas de los círculos de mujeres varían de uno a otro según el objetivo, el tema,  el lugar, la frecuencia con que se realizan, el tiempo de la sesión, las herramientas que se utilizan, el número de integrantes. 

Así puede haber círculos en torno a potenciar la autoestima, a mejorar las habilidades de comunicación, a generar espacios terapéuticos, a sanar a través del arte; están también aquellos enfocados en la meditación, el cuidado, la sexualidad, la creación de mandalas, en plantar un jardín, en rituales con plantas medicinales, en los que participan 3-4 mujeres o círculos de más 20 integrantes, que se realizan en escenarios diversos: una casa, un estudio, al aire libre, una biblioteca, un  bosque, etc. 

Lo importante, dice en su libro Jean Shinoda Bolen, es que sea “una especie de santuario, salvo de la intromisión de otras personas y de ruidos, un lugar donde, figuradamente, se haya colgado el letrero de "No molesten"; donde se puedan cerrar las puertas y haya silencio, y donde el escándalo de las carcajadas y de las expresiones de alegría de un círculo de mujeres no moleste tampoco a nadie”. 


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El espacio suele distribuirse en un centro, una especie de altar donde se colocan objetos ceremoniales como velas, flores, plantas medicinales, fotos, libros con un toque ceremonial, alrededor del cual están las mujeres. En algunos círculos las mujeres se toman de la mano y guardan silencio, en otros sobresalen los sonidos de instrumentos, música relajante o cánticos, otros recurren a herramientas como las artes escénicas o círculos de lectura. En suma, no existe una única manera de realizarlos.   

“Lo esencial es el poder que se genera alrededor del círculo, esa energía colectiva transformadora de cada una, de las otras y de la sociedad; esa sororidad que emerge y que nos permite reconectarnos con lo femenino, con lo sagrado, con la Madre Tierra, con los demás y que trasciende más allá de lo racional. Son espacios colaborativos que se constituyen en un impulso para generar un cambio cultural estructural”, apunta Sara.   

Un cambio que sustenta la tesis expuesta por Bolen que afirma que “cuando un número importante de personas cambia su modo de pensar y de comportarse, la cultura lo hace también y una nueva era comienza; y somos las mujeres las llamadas a gestar y parir ese cambio, esa vuelta a la sabiduría de la madre tierra con quien tenemos una íntima conexión; a terminar el orden que el patriarcado considera natural de la guerra y el poder”. 

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