La taza de café más grande del mundo, ubicada en el en el Parque de Bolívar de Chinchiná, Caldas, fue la excusa para que 20 mujeres cafeteras iniciaran con el sueño de consolidar un club de chapoleras, que representara el rol femenino en la caficultura, la magia que hay detrás de una taza de café y el proceso arduo de esta labor en el campo.
La líder de Heliconias, Club de Chapoleras del Eje Cafetero, es Bely Valencia, quien contó que, en el 2019, gracias al Récord Guinness a la Degustación de Café más grande del Mundo, conoció mujeres de diferentes partes de Caldas con el interés de asociarse y mostrar su trabajo.
“Nos encontramos con diferentes chapoleras de Villamaría, incluso con mujeres que guían la Ruta del Cóndor en este mismo municipio, y verlas así de bonitas con sus trajes me dio pie para invitarlas a formar un club para mostrarle al mundo el rol de la mujer en la caficultura”, cuenta Bely.
Valencia agregó que a pesar de que iniciaron 20 mujeres, hoy, cuatro años después, quedan 12 fundadoras que están en la construcción de la Fundación para ampliar la convocatoria en el Eje Cafetero, pues también hay chapoleras de Santa Rosa, Risaralda, que se quieren integrar y así tener una sede para reunirse y agendar sus encuentros.
“Nosotras participamos desde una sesión fotográfica, impulso de marca, ritual del café, barismo montañero, ferias en diferentes municipios, hasta en estaciones de café para diferentes eventos. También hacemos talleres con niños de pintura con café para incentivar el consumo de ellos con una receta especial”, indicó.
A sus 41 años, esta mujer nacida en Marquetalia, Caldas, es la tercera generación que ha preservado la caficultura en su hogar. Su madre y su abuela le enseñaron el amor por el campo, y a pesar de vivir 16 años en Bogotá, regresó a su tierra cafetera para emprender sus proyectos personales.
Mujeres berracas
Las 12 mujeres de este club cumplen funciones diferentes, por ejemplo, Claudia Avellaneda es la matrona de este grupo, con su jerga tradicional rescata el lenguaje campesino y montañero de los recolectores.
Paula es la encargada de la parte escénica, junto con su mamá Fanny, le ponen arte, humor y sabor a sus puestas en escena.
También están Claudia Patricia Gómez y Liliana López, caficultoras y dueñas de sus propias marcas de cafés especiales. Y en el área turística y representando a las alimentadoras de las fincas cafeteras están Gloria, Trina, Beatriz y Andrea que muestran a Caldas como destino caficultor por excelencia.
Pero la música no queda por fuera de este grupo y Magaly, como cantautora, compone canciones en honor a la mujer caficultora. También como un equipo inclusivo invitaron a Libertad Salazar, una chapolera transexual que asegura que su comunidad tenga las mismas oportunidades de participar en las dinámicas del Paisaje Cultural Cafetero para dar ejemplo de integración y compañerismo.
Todas tan diferentes como las heliconias, un nombre que no solo refleja una flor tropical, sino que recoge las ideas, la belleza, el talento y su labor como emprendedoras.
“Todos conocemos a la chapolera, que se viste de una forma muy autóctona propia de la región, pero no todas lucen maquilladas con sus faldas de colores, ellas también con pantalón, camisa y canasto representan el tesón de las 546 familias cafeteras que se levantan todos los días a trabajar por el campo”, comentó Roberto Vélez, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros.
Y así como el nombre de chapolera proviene de una especie de mariposa conocida como Chapora, estas mujeres no solo migran en épocas de recolección del grano a las fincas, sino que luchan porque su trabajo sea resignificado, valorado y mostrado ante el mundo.