Una gran serpiente sale del agua, y los niños corren despavoridos. Para los pueblos indígenas el agua constituye un elemento indispensable, pero sagrado. Quien responde el llamado de auxilio, es el payé, el sabedor.
Básicamente ese es un relato común, suscitado en cualquier resguardo indígena, pero que no se debe tomar a la ligera por el simbolismo desarrollado por cada grupo étnico.
Sin embargo, algo que está lejos de ser un imaginario es la violencia. Una “serpiente” que obligó a muchos pueblos indígenas a abandonar sus territorios, indispensables como el agua, para su supervivencia. En este escenario no fueron los niños quienes acudieron al payé, fue toda la aldea, pero nada frenó la serpiente.
En el departamento de Guaviare, “convergen al menos 62 pueblos indígenas”, según, Kaide Mejía, representante de los Tukano Oriental, una de las etnias originarias del Vaupés, desplazadas por la violencia y, hoy, establecida en San José del Guaviare, como muchas otras.
Radio Nacional de Colombia, consultó ¿cuál es el aporte a la paz en Colombia, por parte de los pueblos ancestrales?, y la pregunta debió ser replanteada.
Pues la esencia de estas comunidades es precisamente la hermandad, el equilibrio de fuerzas y formas de vida, elementos que no son custodiados, pero que comenzaron a ser escuchados tras el Acuerdo de Paz en 2016.
“Ciertamente cambiamos parte de nuestra espiritualidad, para enfocarnos en nuestro futuro. Nos enfocamos en trabajar, en otras cosas para vivir en paz. Ese fue nuestro aporte, un cambio en nuestro pensar y sentir espiritual, por una paz que beneficia a todos”, explicó Kaide Mejía.
Claramente, en ese momento ya la “serpiente” había dado su golpe. Ante la violencia, el camino a recorrer fue la paz para sanar el corazón, y el payé, para el cuerpo y la espiritualidad.
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En ese sentido, Luis Carlos, un firmante de paz en Guaviare, indicó: “Queremos empezar por etapas, con aquellas pequeñas cosas que habíamos perdido por estar en guerra. Debemos reconocer nuevamente cómo hablar y cómo alimentarnos de la selva. Hoy trabajamos en artesanías, y nos reconocemos en ello”.
Con una firma se terminó el asedio de la “serpiente”, e inició una nueva etapa, para estas comunidades, como la que narra Luis Carlos.
Recientemente se conoció que los Nukak, el ultimo pueblo nómada del planeta, recibirá una reparación integral tras reclamar 954.480 hectáreas, entre San José del Guaviare y El Retorno, en Guaviare.
Así mismo, recibieron elementos por parte de la Agencia Nacional de Tierras, como una lancha, motor fuera de borda, redes de pesca y demás herramientas que perdurarán en el tiempo, sus técnicas de pesca ancestral.
Además, en el resguardo Panuré, en la capital del Guaviare, las etnias: Tukano, Desano, Kubeo, Wanano, Piratapuyo y Tubú, recibieron de manos de la Embajada Europea en Colombia, el primer compendio impreso del Informe Final de la Comisión de la Verdad.
Por esto, los payé consultados por Radio Nacional de Colombia, señalan que el pilar para una paz que los incluya, es la paz y reconciliación con los territorios: “a medida que fortalecemos nuestra relación con la tierra, sostenemos ese anhelo de dignidad, que se representa con la paz, en su versión ancestral, respetando nuestra historia y forjando un mejor futuro”.