Júbilo en Putumayo: Leguízamo recibe como héroes a guardias indígenas siona y murui muina
Los más de 20 guardias fueron recibidos con honores. El mambe y el tabaco les ayudó a resolver los misterios de la selva. La sabiduría ancestral los mantuvo firmes.
Como héroes fueron recibidos en el municipio de Leguízamo, Putumayo; los más de 20 guardias de los pueblos indígenas siona y murui muina que dieron con el paradero de los 4 niños que durante 40 días estuvieron perdidos en la selva del Guaviare; tras el siniestro de la avioneta en la que viajaban junto a su madre, el piloto y un asesor de la Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana; Opiac.
Una vez la aeronave que transportaba a los guardias indígenas aterrizó en el aeropuerto Caucayá fueron recibidos por una comitiva de la Asociación de Autoridades Tradicionales, Cabildos de los Pueblos Indígenas de Leguízamo y Alto Resguardo Predio Putumayo, Acilap quienes se congregaron en la maloca para participar en un rito de sanación y purificación espiritual.
En la ceremonia de sanación, bendición y protección para la pervivencia de los pueblos Murui Muina y Siona estuvieron los taitas William Yaiguaje, Ernesto Matías, el presidente de Acilap Maquiavelo Yaci, el coordinador de derechos humanos Willington Villareal y la coordinadora de justicia propia; Magda Romero.
En su intervención; Miguel Romario Capojó, jefe de la guardia indígena del pueblo Murui Muina agradeció el apoyo espiritual de las autoridades indígenas, lo cual exaltó que les permitió ubicar a los 4 hermanitos. Con la felicidad de haber encontrado a los niños y que contagia de alegría a Colombia, dijo que las guardias indígenas cumplieron con su misión.
Santiago Ordóñez y Edwin Manchola, los guardias que ubicaron a los pequeños no encontraron palabras para describir la felicidad que sintieron.
Los primeros contactos que tuvieron los guardianes amazónicos con Lesly Mucutuy, de 13 años; Soleiny Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ranoque Mucutuy de 4 años y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, quien cumplió su primer año estando extraviado en la selva; se produjeron a 3 kilómetros del sitio donde se había accidentado la avioneta Cessna U206 de matrícula HK 2803.
Desde el 21 de mayo cuando ambas guardias indígenas del bajo Putumayo fueron llevadas por las Fuerzas Militares hasta la zona del siniestro aéreo para apoyar a la Fuerza Pública en las labores de búsqueda, los alguaciles no dudaron en poner en práctica los conocimientos ancestrales que desde su niñez les fueron impartidos por los “abuelos sabedores”.
Diecinueve días después de permanecer en terreno, Gerson Velásquez, coordinador de las guardias indígenas, asegura que jamás olvidará el momento en que curtidos alguaciles ancestrales como Nicolás Ordóñez, Edwin Manchola y Miguel Romario Capojó; se llenaron de emoción al escuchar el llanto de Cristin Neriman y encontrar con vida a los demás hermanitos.
Y fue precisamente aquella tarde cuando una vez sostuvieron entre sus brazos al niño de un año de edad, gritaron con toda la fuerza de su corazón; ¡milagro los encontramos; son ellos; gracias Dios mío; los niños están vivos!.
A los pocos segundos que sus compañeros rodearon a los 4 pequeños y les preguntaron cómo se sentían, compartieron su dicha con las más de 100 unidades militares del Comando Conjunto de las Fuerzas Especiales del Ejército Nacional de Colombia quienes desde hace más de 40 días permanecen en la selva, pues su tarea aún no termina, siguen en la incansable búsqueda de 'Wilson', canino de rescate, de raza pastor belga cuyas huellas ayudaron a las guardias indígenas en la ubicación del sitio donde pernoctaban los menores de edad.
Sabiduría, mambe y ambil
La fe en Dios y la sabiduría impartida por sus ancestros; motivaron a Edwin, Miguel, Nicolás y a los demás guardias indígenas Leguízamo a no desfallecer en la adversidad de la agreste selva Amazónica en la que según ellos predomina toda clase de insectos, felinos y serpientes venenosas.
El mambe y el ambil, dos sustancias naturales cuya preparación tienen como base la hoja de coca y el tabaco, asegura Edwin Manchola que les ayudó a orientarse, a comprender mejor la realidad que estaban viviendo y a descifrar los misterios que esconde la madre selva.
Miguel Romario Capojó; jefe de la guardia indígena del pueblo Murui Muina aseguró que pese a las adversidades que cada día afrontaban en la inhóspita selva, todos alguaciles cuyas edades oscilan entre los 23 y 35 años de edad; se animaban mutuamente para no perder la esperanza de encontrar a los niños.
Pero en medio de la felicidad que los embarga por haber encontrado a los 4 niños indígenas, afirma que la alegría que sienten no es completa porque falta “Wilson”, el perro rescatista del Ejército Nacional de Colombia que una vez encontró a los menores de edad y dejó sus huellas sobre el húmedo piso para que las fuerzas conjuntas los rescataran; desapareció.
Guardias indígenas, un cuerpo de paz
El trabajo de las guardias indígenas de Leguízamo está cimentado en sus conocimientos ancestrales, en la convivencia y en la preservación de sus tradiciones. Son un cuerpo de paz en la Amazonía, que requiere de apoyo para su trabajo local y así continuar aportando a la construcción de tejido social en el departamento del Putumayo.
Por ello se debe reconocer su trabajo como proceso de unidad y espiritualidad que contribuye a la salvaguarda de los saberes originarios y a la protección del territorio, el cual se ha visto afectado por los grupos armados ilegales y el cambio climático.
Las guardias de los pueblos indígenas Murui Muina y Siona se ubican en las riberas de los ríos Caquetá y Putumayo, como primera línea de defensa de los saberes ancestrales, de la conservación de la lengua materna, la danza, el uso del yagé, la coca, el tabaco y la yuca dulce.
Su milenaria labor permite la estabilidad social al interior de las comunidades, el orden, la protección y el diálogo cercano y fraternal con otras poblaciones que convergen en la Amazonía.
Tras la reciente proeza de humanidad y espiritualidad realizada en la selva del Yari en Caquetá, el pueblo y sus familias reciben a las guardias indígenas como verdaderos héroes que arriesgaron sus vidas por encontrar a los cuatro menores de edad. Una labor de solidaridad con sus propios hermanos Huitotos que enseña sobre el valor de la vida, de la fortaleza, la resiliencia y del futuro de los pueblos representado en los niños.