Hace un año me encontraba como todos los días, redactando mis notas para la emisión del informativo del mediodía, cuando recibí una llamada: era Rosember Anaya Ramírez, líder de la emisora de paz de Radio Nacional en San Jacinto, Bolívar, en los Montes de María, diciéndome que preparara los equipos porque íbamos a entrevistar al maestro Adolfo Pacheco Anillo. Colgué y la emoción invadió todo mi cuerpo.
En el camino rumbo a la que era la finca del maestro, ubicada a las afuera de San Jacinto, Bolívar, sobre la troncal de occidente, trazamos un plan de grabación y preguntas, el cual se fue al traste cuando vimos la figura del hombre que meció a Colombia en una inmensa hamaca, vestido de camisa blanca, pantalón negro, sombrero vueltia’o y abarcas tres puntá.
“Yo les doy la entrevista que sea, pero me esperan que me coma la yuca”, dijo con su voz ronca y campesina.
En el inmenso rancho de palma ya estaba una mesa dispuesta para los invitados. Varias sillas y un parlante donde sonaba música sanjacintera, el cual ordenó apagar, porque ya iba a empezar la entrevista con los periodistas de Radio Nacional.
Estábamos nerviosos, conté cinco, cuatro, tres, dos… grabando y, comenzó la conversación más importante (al menos para mí) que he tenido en mi carrera de periodista en los Montes de María.
Lo primero que nos contó fue sobre su niñez. Relató qué hacía en cada cumpleaños y la importancia que tenía para él y su familia celebrarlos.
“De pequeñito mi mamá me ponía una camisa de dos bolsillos, porque yo salía a pedir ‘La cuelga’ (regalo) donde mi familia, estaba chiquito y me metían moneditas, me enseñó a pedir desde niño en los cumpleaños. Yo festejo con gallos, con amigos de diversas maneras, porque para mí, el cumpleaños es lo máximo, así me lo enseñó mi familia. Cumplir años es una fecha que llama la atención de todo el mundo, porque es un año más de vida”, recordó el juglar.
¿Cuáles fueron sus inicios en la música?
“Cuando yo comencé a cantar primeramente mi familia me atacaba, porque el ser músico popular era un signo de retraso. Mi papá se burlaba de mí, mi mamá era la única que me apoyaba, pero la perdí muy joven. Recuerdo que ella me regalaba violinas y aprendí a tocar redoblante, la gaita macho, tambor, todo eso lo aprendí de pequeño. Entonces me metí en eso y, cuando fracasé en mis estudios, le pedí a mi papá un clarinete porque yo quería entrar a un conservatorio en Bogotá, pero él estaba arruinado”, precisó.
Preguntas iban y venían y él sentado en una mecedora las respondía. Una de las cosas que nos contó y que me dejó sorprendido, fue como nació el festival autóctono de gaitas de San Jacinto, pues debo confesar que no tenía ni idea y ese día, el ocho de agosto de 2022, me enteré, de viva voz de uno de mis referentes en la composición, como inició la muestra musical y cultural más importante de los Montes de María bolivarenses.
“Aquí faltaba eso, el primer concurso que nosotros hicimos fue de decimeros revueltos con gaitas, donde no había tantos grupos, solo era uno del Guamo, uno de San Juan, de Ovejas y San Jacinto, ese fue el concurso; no se dio premio ni nada, se vinculó con la feria artesanal ahí nació el festival en el año 1971. Yo insistía en que San Jacinto es un pueblo mágico, turístico y así lo hicimos durante unos cinco o diez años, con un gran resultado”, resalta el autor de El Mochuelo, la canción que narra una historia de amor secundada por el hermoso pájaro montemariano.
Hubo un momento en que paró la entrevista, para decirle a una muchacha que estaba en la cocina, que nos trajera algo de comer. Después de unos minutos retomamos la entrevista y nos contó cómo empezó a componer, siendo un estudiante internado en el colegio Fernández Baena de Cartagena.
“Cuando llego al Fernández Baena a cursar el bachillerato, aprendí a tocar violina, guacharaca y hacer canciones. Hice como tres o cuatro canciones durante esa época, también aprendí a declamar, hacer poesía, leía mucha poesía y de ahí es de donde saco yo la versificación”, relató mientras saludaba a uno de sus tantos compadres que empiezan a saludarlo.
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Después de alrededor de 45 minutos de estar con nosotros, empezaron a llegar familiares y colegas músicos, Adolfo Pacheco muy amablemente nos dijo que, ya no hablaba más porque iba a atender a la gente, no sin antes darnos las gracias y preguntarnos si éramos de la región, le dijimos que sí, que éramos de San Jacinto y de El Carmen de Bolívar, fue entonces cuando me dijo que después me contaba una anécdota de Lucho Bermúdez, la cual quedé obviamente quedé esperando.
Tomamos los equipos y nos marchamos. Camino de regreso íbamos alegres porque sabíamos que llevábamos entre manos un documento visual y sonoro importantísimo. Lo que nunca imaginamos es que esa era la última entrevista que el compositor sanjacintero más importante de la música de acordeón nos concediera, unos meses después dejaría de trinar, luego de sufrir complicaciones derivadas de un accidente de tránsito, cuando se dirigía a Barranquilla.
Hoy lo recordamos por motivo de su cumpleaños, pues estaría celebrando sus 83 años sobre la tierra a la que le regaló música, anécdotas e historias.
Revive aquí la entrevista que Radio Nacional le hizo al maestro Adolfo Pacheco.