Es tarde, el sol brilla y se siente intensamente sobre Sincelejo, la capital del departamento de Sucre. En una esquina de la Plaza Majagual, el maestro Rubén Darío Salcedo contempla con sus ojos claros lo que se ha convertido en el enorme playón de tierra donde alguna vez se realizaban las fiestas de corralejas más grandes del mundo. Él, maravillado por el inmenso maderamen, se inspiró para componer su canción más famosa, el porro 'Fiesta en Corraleja' (Ya llegó el 20 de enero, la fiesta de Sincelejo…).
Pero también recuerda que, en la misma plaza, un niño cimarrón con una "vocecita extraña", pero prometedora, jugaba fútbol, corría y cantaba sin parar. "Ahí nos recreábamos, cantábamos, hacíamos canciones y pateábamos pelota", recuerda Salcedo.
El niño que a pie descalzo y con sol inclemente jugaba fútbol y por las noches cantaba en la vieja Plaza Majagual era Álvaro José Arroyo, sí, el Joe, el hombre que creó el 'Joeson' y puso a bailar al mundo entero con su tumbao original y único, vivió cinco años en la casa del maestro Rubén, cuando el ganador de innumerables congos de oro del carnaval de Barranquilla solo era un joven que soñaba con ser cantante. Pero, ¿cómo llegó Joe a vivir en la casa del acordeonista y compositor sabanero?
"Un día me llamó la mamá y me dijo que fuera a Cartagena, porque el muchacho se quería venir para Sincelejo. Yo fui allá donde vivían, era una casa muy humilde. Entonces la señora Ángela me dijo: Álvaro quiere irse para allá, pero solo si tú estás de acuerdo. Yo dije que sí y ella me dijo que lo pusiera a estudiar y le enseñara a cantar", asegura mientras sostiene el sombrero vueltiao que amenaza con volar de su cabeza debido a una fuerte brisa.
Cuenta el fundador de la agrupación 'Súper Combo Los Diamantes', y ex compañero de correrías musicales de Alfredo Gutiérrez, que Joe era un niño inquieto, juguetón y con unas ansias impresionantes de devorarse el mundo. Ese mundo que por esos días estaba inundado de música corralera y salsa brava.
"Era inquieto, juguetón, muy sonriente, amable, extremadamente bonachón. Acá lo queríamos mucho; se convirtió en un miembro más de nuestra familia. Cuando ya había aprendido más o menos a cantar, yo lo puse a hacer coros en mi grupo vallenato y después lo pusimos a cantar la 'Murga Panameña'. Con ese primer tema lo sacamos y pegó bastante en las tarimas donde nos presentábamos", cuenta el autor del porro que identifica 'La fiesta buena' de Sincelejo, 'Fiesta en Corraleja'.
A medida que Joe iba creciendo, también lo hacía su repertorio y fama en todo Sincelejo, Montería y algunos pueblos cercanos de Bolívar. Es ahí cuando un famoso presentador de la época le dijo al maestro Rubén Darío Salcedo que tenía que buscarle un nombre artístico más llamativo y corto. "Ahí fue cuando llegamos a la casa, después de un toque, y le dije que le iba a poner un nombre artístico y se me ocurrió el apelativo de 'Joe'. Recuerdo que él se echó a reír y me dijo que le gustó mucho", asegura el acordeonista.
Ya el joven Joe, con 20 años y un estilo musical definido, tenía un nombre ganado en el círculo de la música tropical y ese nombre llegó a oídos del gran Julio Estrada Rincón 'Fruko', quien no dudó en reclutarlo para su agrupación. Este acto, tal vez ingrato pero necesario para lo que sería la gran carrera del 'Centurión de la Noche', causó tristeza en el hombre que le enseñó literatura y lírica a uno de los máximos referentes de la salsa y la música tropical de Colombia en el patio de su casa, cuando apenas le estaba cambiando la voz.
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"Ahí se me fue, entonces me dijo que no iba a tocar más conmigo. Yo le pregunté si le debía algo y me dijo que le diera los pasajes. Le di una buena plata para que se regresara, a mí eso no me gustó. Después me enteré que tenía su propio grupo y lo demás es historia", narra el hombre de mediana estatura, pero de gran talento musical.
El maestro Rubén Darío Salcedo asegura que después de ese adiós, la relación con aquel niñito cimarrón que se trajo de Cartagena y creció en su casa de Sincelejo nunca fue la misma y que de esa relación casi paternal de cinco años solo quedó el inmortal saludo en muchas de sus canciones: ¡En la Plaza Majagual, Sincelejo! Ese saludo que toda la vida quiso preguntarle si era para él.
En la actualidad, el maestro Rubén Darío Salcedo continúa activo en la música, fiel a su estilo romántico pero también corralero y festivo... Ah, y pasando las tardes y recibiendo amaneceres en su amada Plaza de Majagual.