Muere Julio Arnedo, leyenda del jazz y la música tropical en Colombia
El jueves 15 de noviembre, a sus noventa años, falleció en su querida y fría Bogotá, Julio Arnedo, leyenda indiscutible del jazz y la música tropical en Colombia.
Arrasada en 1509 por Alonso de Ojeda durante su expedición conquistadora, Turbaco –llamada en ese entonces Yurbaco en honor a un cacique Caribe- era un pequeño caserío bendecido por su situación geográfica que desde los tiempos de la colonia española se convirtió en el refugio predilecto de personajes célebres. Allí llegó, por ejemplo, el sabio Alexander Von Humboldt; Simón Bolívar retozó tuberculoso antes de dormir el sueño eterno en Santa Marta; el arzobispo y virrey Antonio Caballero y Góngora merodeaba por sus alrededores y, dato curioso, el excéntrico dictador mexicano Santa Anna fue a morir allí en 1876 en la misma casa que había ocupado el Libertador.
Asentada a 220 metros sobre el nivel del mar, en una colina cálida de aguas cristalinas y vegetación frondosa, Turbaco -hoy una población de más de 60 mil habitantes a doce kilómetros de Cartagena- también es recordada por haber sido la cuna de la familia Arnedo, una de las estirpes más influyentes en los terrenos del jazz y la música tropical en Colombia.
El intrincado árbol genealógico hunde sus raíces en José Adán Arnedo Lara quien en los años treinta del siglo pasado fundó el Sexteto Maretira, comandó el grupo Los Arnedo y consolidó la Orquesta Nuevo Oriente en la que se destacó Sofronín Martínez. José Adán, junto a su hermano Gilberto, se encargaron de la educación musical de su sobrino Julio César Arnedo Padilla, quien nació el 2 de septiembre de 1932. Acerca de aquellas primeras lecciones, el futuro saxofonista dejó constancia de sus recuerdos en un capítulo del libro ‘Doce músicos pineros del jazz en Bogotá’ (2014), documento inédito que contiene entrevistas realizadas por el baterista y escritor Javier Aguilera: «Yo estudié la música con mi familia, el tío Gilberto hermano de mi papá y otro tío hermano de mi abuelo fueron mis profesores. A los 16 años ya salí al ruedo a trabajar profesionalmente. Empecé con la orquestica de mi tierra y luego en Cartagena con la orquesta “A Número Uno”, que fue muy famosa y para empezar las fiestas siempre se tocaban temas de música americana y de ahí pasé a la Orquesta Melodía».
En adelante, Julio César se convirtió en uno de los clarinetistas más diestros de las sabanas de Bolívar por donde se paseó orondo como miembro de Los Pipiolos, una orquesta asentada en Cartagena, dirigida por su primo hermano Egberto “El Cepo de Pollo” Sotomayor. En 1951, con tan solo 19 años de edad, Julio César arribó a Bogotá persuadido por su primo Carlos, quien lo animó a buscar suerte lejos de la canícula. Respecto a esta decisión trascendental, en una entrevista concedida al investigador Manuel Antonio Rodríguez, Julio recuerda no haber estado del todo convencido: «El primo mío, Carlos Arnedo, que estaba radicado en Bogotá, nos mandó un pasaje a Arnulfo, otro primo, y a mí. Yo dudé mucho para venir porque me decían que aquí el frío era muy tremendo. Al final terminaron por convencerme. Apenas me bajé del avión yo sentí ese frío y lo primero que le dije a Arnulfo fue “oye cuadro, no creas que yo voy a durar aquí más de un mes”. Pero Arnulfo dijo que nos teníamos que quedar porque ya había un contrato y teníamos que cumplir. Ese mismo día que llegamos tuvimos que trabajar».
En Bogotá, a partir de finales de los años cincuenta, le sucedieron asuntos coyunturales al turbaquero: conoció el jazz a través de un disco de Coleman Hawkins y, al perder su clarinete, confirmó que su instrumento era el saxofón. Su amor por el ritmo sincopado se consolidó en la vibrante noche bogotana. «Yo empecé a escuchar jazz comprando discos que eran de foxtrot y los tocábamos porque a la gente le gustaba mucho y lo bailaban», le reveló a Javier Aguilera en el mencionado libro donde, asimismo, el saxofonista rememora: «Luego del Rosedal y la Cashba toqué en un sitio que se llamaba La Quintrala en la Jiménez con quinta y tuve la suerte de que llegó Lico Medina que había conseguido un contrato para tocar en el radio teatro de la emisora Nuevo Mundo todas las noches de 8 a 9 y me fui a tocar con él. También fueron directores en la Nuevo Mundo, Tomas di Santo, argentino, y Luis Rovira, español, que ya tenían mayores conocimientos del jazz que nosotros. Pero de todas maneras en las orquestas grandes de música bailable colombiana, cuando se improvisaba se estaba tocando jazz».
La agitada actividad de Julio Arnedo en el entramado musical bogotano fue fulgurante durante la década de los sesenta y buena parte de los setenta. De eso da cuenta su paso por los grupos de Plinio Córdoba, Gabriel Uribe, Armando Manrique y Joe Madrid, las orquestas de Pepe Reyes, Juancho Vargas y Lucho Bermúdez, La Tropibomba y Los Caribes. Además, grabó en discos de Marcos Gilkes, Antonio María Peñaloza, Ramón Ropaín, sin dejar de mencionar que, en su paso por la ciudad, acompañó a artistas tan populares como Celia Cruz, Pedro Vargas, Agustín Lara y Rolando Laserie.
Su residencia definitiva en Bogotá tuvo que ver con los asuntos del corazón: a finales de los cincuenta se enamoró de Amanda, una joven ecuatoriana con quien tuvo siete hijos, dos de los cuales se dedicaron a la música. Pese a la reticencia de su padre –quien afirmaba con vehemencia que la música era un terreno hostil y malagradecido- Gilberto (1962) y Antonio (1963) se convertirían en dos de las figuras cimeras del jazz nacional.
Para las décadas de los ochenta y los noventa, Julio Arnedo ya era considerado un personaje ineludible dentro de la historia del jazz local. El sonido aguerrido de su saxo tenor retumbó en la Big Band de Gabriel Rondón y Jorge Emilio Fadul, además de hacer parte de la orquesta de Juancho Torres. A principios del nuevo siglo, ya septuagenario, fue invitado por Rafael Ramos a integrar Los Veteranos del Caribe, una orquesta dirigida por Francisco Zumaqué e integrada por viejas glorias de la música tropical de salón como José Guerra, Guillermo Navas, Adolfo Castro, Carlos Piña, Ramón Benítez, Haydee Barrios y Elías Paz. Con ese combo grabó un disco prensado por MTM en 2005 y tocó regularmente hasta no hace menos de cinco años.
El jueves 15 de diciembre, a sus noventa años, falleció en su querida y fría Bogotá, Julio Arnedo, leyenda indiscutible del jazz y la música tropical en Colombia.