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“Tenaz”, el adulto mayor que cruza el río Putumayo atado de manos

Al atravesar el río Putumayo nadando con las manos atadas a la espalda, Leónidas Ortíz pretende llevar mensajes de paz y libertad.
El adulto mayor que cruza el río Putumayo atado de manos
Fotos: Radio Nacional de Colombia
Juan Miguel Narváez Eraso

“Son más de 100 kilómetros de los ríos Putumayo y Amazonas que he cruzado nadando con las manos atadas a la espalda y manteniéndome a flote con los movimientos de las piernas. Esas hazañas que se constituyen en símbolo de respeto a la vida, a la madre naturaleza y a la paz, las practico desde hace cuatro décadas y, ahora, cuando tengo 75 años, considero que la más reciente de ellas debió plasmarse en el libro de los Récords Guinness”, expresó Leónidas Ortiz Piñeros.

Este adulto mayor del municipio de Leguízamo, Putumayo, quien por esas y otras acciones es ampliamente conocido como “Tenaz”, tiene claro que ese sería su último deseo, pues está convencido que jamás volverá a cruzar las aguas del principal afluente del departamento del Putumayo en el que habitan más de 100 especies de peces y que baña al “Paraíso Exótico del Universo”.

“Son varias las ocasiones en las que he protagonizado esas travesías y recuerdo que la primera vez que me atreví a cruzar un afluente maniatado fue en 1978, cuando estuve frente al río Amazonas. Luego, en 1983, cuando regresé a Leguízamo, crucé el río Putumayo en el desarrollo de la Primera Feria Artesanal y Equina cuando en el entonces club “La Polilla” estaba como presidente mi compadre Carlos Hurtado”, recordó.

Además, Leónidas nunca olvidará que esa proeza la repitió en 1980, en el marco de las fiestas tradicionales del municipio de Puerto Asís. En el 2004 partió desde El Saladito rumbo a la cabecera de Puerto Leguízamo en donde lo esperaba Alberto Rojas Lesmes, otro nadador extremo conocido en la Amazonía como Kapax o “El Tarzán colombiano”.

“Luego de esas experiencias, en el desarrollo del Décimo Quinto Encuentro Cultural Trifronterizo Leguízamo 2022, decidí cruzar los más de 1.000 metros de ancho del río Putumayo”, afirmó.


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Instante en que la abuela “sabedora” Monserrat ungía de jarabe de tabaco a “Tenaz”/Foto: Juan Miguel Narváez Eraso.

Rito de purificación

Leónidas asegura que entrar a las aguas del río es todo un misterio y por eso, cada vez que lo hace, debe pedir permiso a la “Pacha Mama”. En su reciente hazaña que tuvo como punto de partida la playa de la Ceiba, estuvo acompañado de Monserrat Keimeramuy, abuela indígena “sabedora” del pueblo Murui Muina con quien durante cinco minutos elevó plegarias de respeto a la “Madre Naturaleza”.

“Conversar con el río y la selva es muy importante porque así entenderán que nuestras acciones no les harán daño y ellos al estar convencidos de cuáles son nuestras intenciones, nos protegerán. Cuando obtenemos su autorización, nos dirigimos hasta la orilla del río donde procedo a untar a “Tenaz” de un jarabe de tabaco, esto con el fin de que no se le acerque el temblón (anguila) u otros peces depredadores”, explicó Monserrat.

Mientras “Tenaz” nadaba, lo acompañaba la abuela Monserrat, quien a bordo de una rústica canoa interpretaba canciones en su lengua materna. Con esas tonadas, Leónidas asegura que le fue fácil abrirse camino entre las turbulentas aguas del río Putumayo para llegar a su destino.

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Una vez pidió permiso a la “madre naturaleza”, Leónidas puso la bandera del Putumayo a la orilla del río Putumayo/Foto: Juan Miguel Narváez Eraso

Valerosa faena...

Guillermo Torres, coordinador del Consejo Municipal para la Gestión de Riesgos de Desastres, quien en la reciente hazaña de “Tenaz” estuvo al frente de la supervisión de la actividad para la atención de cualquier eventualidad, afirmó que la faena de Leónidas es digna de admirar, pues a su edad argumentó que es complejo que un adulto mayor disponga de las suficientes fuerzas para atreverse a cruzar el río Putumayo, cuyos caudales oscilan entre los 7 y 9 metros de profundidad.

“En esta oportunidad conté con el apoyo de personal de la Armada Nacional, del Cuerpo de Bomberos Voluntarios y de la Defensa Civil, quienes desde sus labores ayudaron a controlar las embarcaciones que pasaban por el trayecto del río que iba a cruzar. En atravesar la corriente tardé una hora y en el lapso de ese tiempo fueron varios los remolinos que intentaron atraparme, sin embargo, los superé”, cuenta Leónidas.

Cuando llegó a la orilla, Monserrat precisó que “Tenaz” fue recibido como un héroe y, mientras los socorristas le desataban las manos, un grupo de leguizameños que lo esperaba en el muelle; lo ovacionaba con gritos y aplausos.


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Una vez arribó a su destino nadando con las manos, Leónidas fue ovacionado por varios Leguizameños/Foto: Juan Miguel Narváez Eraso.

“Poeta silvestre”

Leónidas Ortíz es autodidacta y por eso asegura que sus conocimientos no solo le permitieron perfeccionar sus técnicas en natación, sino que además lo impulsaron a narrar lo vivido a través de la poesía. Actualmente cuenta con 112 odas manuscritas inspiradas en la paz, la vida, el amor y la desventura de las cuales recuerda las tituladas “Los Zapatos Rotos” y “Soldado Ortíz”.

“Tenaz” nació el 27 de julio de 1948 y aunque asegura que su vida ha sido marcada por muchas desventuras, está convencido que sus poesías, las frutas amazónicas y plantas aromáticas que cultiva en el patio de su casa, le ofrecen las fuerzas que necesita para seguir luchando por el sostenimiento de su familia y la promoción de la paz.

“En Puerto Leguízamo soy conocido como el poeta silvestre, porque sigo componiendo de la nada y mi principal inspiración es la selva. Mis escritos siguen plasmados en rústicas hojas de cuaderno y cada uno de ellos es una historia de vida, cuyos protagonistas son campesinos, amas de casa, indígenas, religiosos, dirigentes sociales, afrodescendientes y deportistas”, dijo.

Artífice de la paz

Ante la falta de oportunidades, Leónidas manifiesta que el deporte y la literatura son las únicas alternativas que tiene para aportarle a la edificación de la paz.

“Desde niño viví el dolor que sentían mis vecinos por cuenta de la violencia. En 1961 residía junto a mis padres Leónidas Ortíz Gasca y Olga María Piñeros en una humilde casa de tabla del barrio Marquetalia, lugar en el que, por ese entonces, a la semana una o dos personas eran asesinadas”, recordó.

Al percatarse sobre los permanentes hechos de dolor que en ese tiempo se registraban en la zona, “Tenaz” trajo a su mente aquel momento en el que un religioso les pidió a sus padres que cambiaran de lugar para darle paso a la reconciliación.

“Fue entonces cuando en el año 1976 mis progenitores fundaron el actual barrio La Magdalena, cuyo nombre lo puso un religioso de la época en honor a aquellas mujeres que lloraron la pérdida de sus seres queridos. Por fortuna la situación social está cambiando y la comunidad está comprendiendo que el deporte y la educación son las mejores banderas de la paz”, argumentó Leónidas.

Mientras desempolva uno de los diplomas obtenidos a lo largo del tiempo que lleva cruzando las aguas del río Putumayo, aconseja a los jóvenes de Leguízamo aferrarse al deporte para que sean artífices de la paz.

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