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Fundación 'Ser Feliz Ubuntu': protectores de niños y adultos mayores en Villavicencio

Su trabajo inició con donaciones de ropa; ahora ayudan en la construcción de viviendas y representan los derechos de las personas menos favorecidas de la ciudad.
Fundación en Villavicencio que protege los derechos humanos de niños y abuelos
Fotos: Facebook Fundación 'Ser Feliz Ubuntu'
Diana Matabajoy

“Yo, algún día, con el favor de Dios, voy a construir el mejor ancianato del mundo mundial, uno al que todos los abuelitos y abuelitas quieran irse”. Ese el sueño de Diana Sarmiento, directora de la Fundación Ser Feliz Ubuntu, cuyo origen de esta última palabra proviene de una filosofía sudafricana, de las lenguas zulú y xhosa, que significa ‘una persona es una persona a causa de los demás’.

Y esa línea filosófica de vida ha mantenido por más de diez años a esta fundación, que ha sido reconocida principalmente por el importante papel que ha desempeñado siendo la voz por los derechos de la población de la tercera edad en Villavicencio.

Sus inicios se dieron en el barrio la Nohora, un territorio apartado del centro de la ciudad, situado a las afueras, sobre la vía nacional que comunica a la capital llanera con los municipios del sur del Meta, habitado en su mayoría por familias que fueron desplazadas. Allí, comenzaron en el 2010 regalando ropa de segunda. Ahora, edifican y mejoran viviendas.

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Pero eso no lo es todo, sus labores están divididas en tres programas fundamentales:

El primero, en un bloque de búsqueda de ancianos en situación de maltrato y abandono, a los que algunas familias dejaron a su suerte sin un alimento diario, que tienen que rebuscarse el sustento por ellos mismos, principalmente a través de la actividad del reciclaje. A ellos, los ayudan institucional y jurídicamente para que se les proteja sus derechos fundamentales y mejore su calidad de vida.

El segundo, es el movimiento civil de protección social infantil, en donde trabajan por la prevención realizando talleres para maestros, estudiantes y cuidadores, y asesoran jurídicamente a las víctimas de abuso sexual y a sus familias, para avanzar en los procesos de la Fiscalía y el Centro de Atención Integral a las Víctimas de Abuso Sexual – CAIVAS; además, en un trabajo emocional y espiritual con las víctimas.

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Y el tercero, es la reconstrucción del tejido social de las comunidades menos favorecidas, mejorando el bienestar de familias con la construcción de casas, asistiéndolos con alimentos, enseres y vestuario.

Gracias a estos tres programas, han construido 14 casas totalmente enchapadas y amobladas, y han embellecido 32 estructuras, con las que más de 700 adultos mayores se han visto beneficiados y más de 400 niños y niñas que han sido víctimas de abuso sexual han sido asistidos.

“Los más vulnerables son el reflejo de lo que somos como sociedad a nivel moral, por eso estamos trabajando para juntar más manos amigas que contribuyan con esta labor”, agregó Diana.

Las redes sociales han jugado un papel importante en este trabajo, ya que, a través de Facebook, Instagram, Twitter o WhatsApp, han sumado apoyos para las personas que lo necesitan. Es así como donando cemento, ladrillos, enseres, o simplemente ofreciéndose como voluntarios, muchos llegan a apoyar a las diferentes causas de esta fundación.

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