Foto: Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán.
Rubén Darío Zúñiga
Por 466 años las procesiones de Popayán se han mantenido como una de las expresiones culturales más importantes de los habitantes de la capital del Cauca. En los hombros de cientos de generaciones ha reposado el peso de una tradición religiosa impregnada de entrega y devoción, de mística e historia: un legado imperecedero que en el año 2009 obtuvo por la Unesco, el de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Para las familias payanesas, especialmente para las semana santeras, la cita cada año es con la historia misma. Su trabajo está dedicado a conservar milimétricamente cada detalle de los desfiles sacros, en tanto, que estos mismos, son huella de una herencia cargada a hombros.
Guillermo José Ospina, el actual presidente de la Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán cree que ser parte de esta expresión cultural es, ante todo, una manifestación de fe y una vocación de vida.
“Yo lo único importante que hago es la Semana Santa y las procesiones, el resto es trabajo”, dice Ospina, en medio del corre corre propio de los días santos en la vieja casona del centro de Popayán, donde síndicos y cargueros restauran a mano alzada cada imagen de madera.
Es una secuencia anual en la que todos: regidores, cargueros, sahumadoras y moqueros, trabajan con tesón. “Esto no es solamente el acto de salir a cargar unos pasos al hombro. Esto lo llevamos por herencia, por pasión y vocación. Es lo que nos han entregado nuestros padres y lo que nosotros queremos dejar para que las siguientes generaciones lo sigan haciendo. Es nuestra vida”, dice el responsable de que todo salga a la mayor perfección.
Según el presidente de la junta, salir en las procesiones payanesas no se trata de posar para un acto social. “No es un acto de notoriedad, es un acto de amor por Popayán y sus tradiciones”.
Una idea que parece ser la misma de Luis Eduardo Ayerbe, un arquitecto local, cuya mayor herencia ha sido el rescate de la procesión del lunes santo. Una, que paradójicamente, no hace parte de las procesiones de la Junta: aquellas que van de martes a Sábado Santo. Parece ser una disputa sin término.
“Cuando me puse a investigar me di cuenta que esa procesión, la del Lunes Santo, se había perdido en 1906. Por eso me propuse revivirla. Por supuesto investigando a fondo para poder hacerlo. Y con la idea de obtener el apoyo de la junta y las autoridades locales en el 2006 presenté el proyecto, el cual no fue respaldado”, dice Ayerbe, al explicar que, al no encontrarlo, conformó un equipo de trabajo para lograrla sacar en el marco de la Semana Santa. Y así fue.
En medio de un conflicto sin antecedentes en la historia de Popayán, la procesión del Lunes Santo volvió a la vida en el año 2017. “Logramos hacerla. La gente salió a las calles. Gritaban, aplaudían. Hasta de alcalde me propusieron en agradecimiento por haberla recobrado. Fue algo muy bonito que me llenó de emoción”, cuenta.
El arquitecto Ayerbe indica que la procesión del Lunes Santo, no es más que la expresión de un pueblo con sus creencias. “La oposición que hubo por haberla vuelto a la vida quedó reducida a sus justas proporciones, tanto que los propios ciudadanos la empezaron a llamar la procesión del pueblo. Los arzobispos de Popayán nunca dieron respuesta, pero se escondían entre los balaustres de la catedral para verla pasar”.
Música de Semana Santa, un preludio de emociones sacras
Pero en medio de las pasiones a flor de piel que generan los ritos de Semana Santa, hay otro elemento inherente en la tradición sacra. La música es uno de los componentes esenciales durante la Semana Mayor de Popayán; cada noche acompaña las procesiones y les impregna solemnidad y misticismo. Los cantos y notas que salen de cada instrumento, recuerdan pasajes bíblicos y reafirman la fe entre los payaneses.
Así lo reafirma Juan Manuel Mosquera, director del Festival de Música Religiosa al decir que “Popayán también es una ciudad musical que disfruta de este género. Hay mucha gente acá que gusta de los coros, de los cuartetos, de las orquestas, de los grupos que se integran a las procesiones a través de la ejecución de grandes obras universales”.
“Nosotros somos hijos de las procesiones. Nuestro interés no es que el público se divida y por eso los conciertos son a las cinco de la tarde. Al finalizarlos, la gente se va para las procesiones y participa de ellas. Nuestra lógica es integrarnos con los preludios hermosos que presentan los conciertos en el teatro de la ciudad”, explica el director del evento.
Y tanto ha gustado el festival que, desde hace 59 años, de manera ininterrumpida, hace sonar sus notas. “Tenemos orquestas, cuartetos, música de cámara y quizás esas cosas nos han mantenido en el gusto de la gente. Cualquier persona puede asistir a lo que guste y eso se ha quedado entre los payaneses y colombianos. Este festival es una oportunidad valiosa que permite ver grupos de otras latitudes, sean estos de Colombia o de otras partes del mundo. La variedad es enorme”, anota el director Mosquera.
Y en ese propósito también se mantiene Emith Montilla, directora del Festival Internacional de Música Clásica, otro de los eventos relevantes durante la Semana Santa patoja.
“Nuestros conciertos son de altísima calidad. Buscamos que la gente acceda fácilmente a ellos y por eso tienen componentes de diversidad e inclusión para los ciudadanos. Nuestro propósito es integrar en la música y en ese objetivo tenemos diversos exponentes: participan tenores, contratenores, maestros, directores, grupos, talentos reconocidos y nuevos por conocer. Somos una composición amplia y diversa”, comenta la directora del festival.
Explica la gestora cultural que una de las apuestas es la música para la paz y la reconciliación. “Queremos traer regocijo entre las personas. Sabemos que con cada nota alejamos a los niños del vicio, de tomar un arma, de hacer parte de la guerra. Es el valor de la música y velamos por mantenerlo”, anota Montilla.
“Una de nuestras tareas es mostrar el arte porque quien no lo conoce, no lo puede amar. Nosotros creemos que ese es un principio muy importante para seguir haciendo este festival. Queremos mostrarle al mundo que en la región hay talentos muy importantes y que acá, nuestra gente disfruta de este tipo de eventos. La música finalmente lo que trae es paz”, concluye.