Desde el 15 de agosto de 2015, volver a territorio colombiano por Norte de Santander es una realidad para quienes viven de la actividad fronteriza, un camino que también planea restaurar la seguridad de los migrantes venezolanos que llegan a territorio colombiano.
Los tres pasos fronterizos habilitados en Norte de Santander son el Puente Internacional Francisco de Paula Santander (Cúcuta); el Puente Internacional Simón Bolívar (Cúcuta); y el Puente Internacional La Unión (Cúcuta). Para Víctor Bautista, secretario de Fronteras del departamento, controlar cerca de ochenta pasos ilegales es uno de los desafíos para brindar la seguridad de los migrantes venezolanos que deciden llegar al país.
“Es importante entender la zona de frontera como una zona geoestratégica, con un tema de seguridad nacional de por medio… aquí estamos reclamando una efectividad por parte de las autoridades para garantizar la seguridad en la zona, creemos que la frontera requiere de una inversión especial” explica Bautista.
De acuerdo al funcionario, son cerca de un millón de venezolanos que llegarán a territorio colombiano en busca de productos que en el vecino país escasean, como alimentos y productos de salud.
Y es que pasaron siete años, un mes y siete días del cierre fronterizo entre Colombia y Venezuela para que Félix Serrano, quien llega cada ocho días a territorio colombiano desde la ciudad de San Cristóbal, pudiera transitar por el camino de la legalidad en busca de oportunidades para su familia.
Cuenta Serrano que trabaja en Cúcuta desde hace ocho meses, “y cada semana voy a visitar a mi familia, soy pintor automotriz y siempre procuramos llevar las cosas que no podemos conseguir en Venezuela. La reapertura de la frontera es una oportunidad para que podamos fortalecer nuestra economía y nuestras vidas”.
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Una alegría que, para Gabriel Altuve, migrante venezolano, que durante ocho meses ha recorrido más de 20 veces los pasos fronterizos ilegales (o trochas como se le conocen) se esfuma entre los recuerdos al hablar de las luchas que debían enfrentar para pasar cuando las relaciones internacionales no eran las mejores.
“Vengo de San Cristóbal, no me parece lo más normal que tengamos que pasar por las trochas teniendo estos puentes internacionales. No se imaginan lo que es correr para llegar al otro día y solo esperar que no se pueda presentar un enfrentamiento armado, o que las personas que controlan los pasos nos revisen, nos quiten las cosas que llevamos”, expone Gabriel.
Así mismo, Altuve comenta que deben llegar a territorio colombiano porque su suegro debe realizarse un tratamiento médico que no puede desarrollarse en Venezuela, y que al cruzar puede garantizar que su familiar este en control.
Otra de las miles de personas que cruzan a diario por los puentes internacionales es Hilda Sevilla, quien viajo 13 horas desde el estado de Cojedes para llegar al municipio de Villa del Rosario, en Colombia, y conseguir algunos víveres para su familia.
Mientras bebe agua y relata que viene caminando desde antes de la alcabala de San Antonio del Táchira, comenta que llega a la frontera por algunos alimentos como arroz, harina pan y aceite, “productos que allá se consiguen, pero muy caros y nos sale más barato venir hasta acá, por eso es que para nosotros los venezolanos es una alegría llegar nuevamente a Colombia, sin el miedo de tener que pagar para pasar por la trocha”.
Al igual que ellos, Norte de Santander espera con mucha expectativa a los compatriotas venezolanos, que con la reapertura de la frontera llegarán cargados de sueños y oportunidades para ambos países.