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Los ferrocarriles en Caldas, un viaje a través del Patrimonio Cultural de la Nación

Uno de los vagones ubicados en Manizales, es objeto de intervención tras una acción popular por su avanzado deterioro.
Foto: cortesía Centro Histórico de Manizales.
Paula Rodríguez

Son varias las estaciones o vagones de lo que antes eran los ferrocarriles en Colombia, algunos de ellos se ubican en el departamento de Caldas, los cuales en los últimos años han sido reestructurados para el aprovechamiento turístico y en otros casos, como en la ciudad de Manizales, que fueron objeto de una acción popular que le permitiera al Ministerio de Cultura y a la administración municipal encargarse de su mantenimiento y conservación por ser Patrimonio de la Nación.

Aunque en la actualidad ninguno de ellos funciona para lo que fue creado, su historia marcó un hito para el desarrollo de esta región, pues era el medio que conectaba a lo que muchos conocen como el Viejo Caldas con otras zonas del país.

“Las máquinas que hay en Manizales son técnicamente tres, una de ellas ubicada en el Bosque Popular el Prado, que era una máquina Baldwin norteamericana que funcionaba con ACPM; otra en la Universidad Autónoma, que era una máquina Swatch alemana, que era a vapor convertida a Diesel; y la famosa la locomotora Zapata, o conocida popularmente como la ‘Pichinga’, que se ubica en una importante glorieta de Manizales”, explica el historiador Pedro Felipe Hoyos.

A pesar de que en el año 1915 llegaron a la región los tradicionales Ferrocarriles de Caldas, que sirvieron para comunicar Puerto Caldas, sobre el río Cauca con Manizales, y cuatro años después se inauguraría el tramo hacia Pereira, dos de estas máquinas que actualmente están en la capital caldense no hacían parte de esa empresa llamada Ferrocarriles de Caldas, sino que fueron traídas a la ciudad como chatarra o residuo de lo que fueron los grandes vagones.

“La única locomotora que fue de Ferrocarriles Caldas es la de la ‘Pichinga’, que sirvió además para transportar los vagones de obra en obra, desde Puerto Caldas hasta Manizales, gracias a las labores de Felipe Zapata, primer ingeniero que tuvo a cargo la obra”, relata Hoyos.

A quien se refiere el historiador manizaleño, es a Felipe Zapata Cuenca, un ingeniero bogotano, educado en Bruselas y Londres, quien regresó a Colombia en 1910, donde diseñó los trazados de los ferrocarriles de Girardot y Caldas. Zapata recomendó un nuevo trazado de este ferrocarril hacia Armenia, que luego permitió su comunicación con el del Pacífico.

Según cuenta Pedro Felipe, este trayecto y lo que enmarca la construcción de las vías para que el tren pasara, se dio por el aumento de la producción cafetera, pues los vagones facilitaban la salida del grano a los puertos de exportación y disminuían los costos del transporte interno. Además, aumentó el grado de consumo de café al interior del país y permitió su competencia en el mercado exterior, convirtiéndolo en el primer producto de exportación colombiano.

Ferrocarriles de Caldas
Ferrocarril de La Dorada, Caldas.

Otro de los usos que en el Eje Cafetero se le ha dado a estas reliquias, es al vagón ubicado en la Universidad Autónoma de Manizales, considerado hoy el punto de encuentro de docentes y estudiantes de dicha institución que aprovechan su tiempo libre en el lugar. Sin embargo, otros vagones fueron quedando poco a poco en el olvido, como el ubicado en el Bosque Popular el Prado de Manizales, que en su momento fue una biblioteca, y hoy en día está que se va al suelo.

En el caso de esta última máquina, Enrique Arbeláez Mutis un ciudadano manizaleño preocupado por el deterioro de este espacio, interpuso una acción popular, la cual surtió efecto legal hasta el punto de llegar a una sentencia en contra del Ministerio de Cultura, el municipio de Manizales y el Instituto de Cultura y Turismo de la ciudad, por la vulneración del derecho colectivo a la defensa del Patrimonio Cultural de la Nación.

El accionante explicó los trámites que se ejecutaron para recuperar este patrimonio, que podría ser aprovechado también turística y culturalmente, pues según Arbeláez Mutis, “es una locomotora que es un monumento nacional, y era evidente su estado de deterioro y más en un lugar que es tan visitado por propios y visitantes como lo es el Bosque Popular, un lugar de entretenimiento para la familia”.

Fue así como un juzgado de Manizales falló a favor del accionante, y le ordenó al Ministerio de Cultura y a la Alcaldía de Manizales, a través del Instituto de Cultura y Turismo, que en el marco de sus competencias, y en un plazo no superior a 12 meses contados a partir de la notificación de la sentencia, que fue en el mes de septiembre, gestionara todos los trámites administrativos, presupuestales y contractuales necesarios a fin de articular un plan especial de manejo y protección de la locomotora.

Para la supervisión de esta sentencia, se conformará un comité de verificación integrado entre otros, por la Procuraduría judicial para asuntos administrativos, quién presidirá y hará las funciones secretariales. Así mismo, se tendrán delegados de la Alcaldía y el Instituto de Cultura y Turismo, quienes se reunirán para presentar un informe al juzgado sobre el cumplimiento de lo ordenado por ese despacho.

Por último, tanto Mutis, como promotor de esta acción popular, y el historiador Pedro Felipe Hoyos, concluyen con que ver estas máquinas ubicadas en Manizales es un recorderis a la ciudadanía para ver cómo se están planificando la estructura vial de la región: “Estos aparatos son hermosos y una acción popular para que las restauren es lo mínimo que se puede hacer para no dejarlas perder”, expresó Hoyos

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