El cerebro se encarga de procesar dicha información y selectivamente guardamos aquello que nos interesa o que de cierta forma nos aporta en nuestro conocimiento, dicho de otra manera, es un proceso que activa el razonamiento y el pensamiento.
Pensar, según la RAE, es combinar ideas o juicios en la mente y es una capacidad que todos tenemos, sin embargo, pensar con criterio requiere de un mayor esfuerzo, porque va más allá, es más profundo, y se logra gracias a los valores que se inculcan en la familia y al desarrollo de actividades desde temprana edad.
Edgar Acuña, quien es docente, explicó que “el juego en un ambiente escolar y dentro del aula de clase es muy importante para el desarrollo del pensamiento. Por ejemplo, el uso de juegos didácticos o de armar, porque las niñas y los niños trabajan en equipo encajando fichas, dialogando del porqué y el cómo hacerlo bajo el respeto, la solidaridad, el compañerismo y otros valores que se inculcan en la familia”.
El pensamiento crítico se define como la capacidad que tiene el ser humano para analizar y evaluar la información existente sobre determinado tema o asunto, es tener una idea justificada de aquello que llega a nuestro cerebro y que no aceptamos ciegamente, como se dice coloquialmente ‘no se trata de tragar entero’.
Un ejercicio práctico y que permite un desarrollo del pensamiento crítico es el juego de roles, donde las niñas y niños asumen el papel de otro, por ejemplo, ser un profesor, un médico, un superhéroe, un policía, un bombero, un animal o lo que ellos quieran y plantearles una situación real en la cual ellos por sí solos piensen qué harían.
“Tú eres un bombero. Te piden que atiendas un incendio en un tercer piso, ¿qué elementos utilizarías para tu labor y por qué los utilizarías? Sí pides eso a un niño le permitirá desarrollar todo su pensamiento crítico para resolver una situación”, señaló como ejemplo Sandra Alvarado, quien es docente experta en primera infancia.
De otra parte y no menos importante es la toma de decisiones. Diariamente nos enfrentamos a situaciones que se ponen en una balanza, una dualidad entre lo que está bien y lo que está mal, lo que queremos y lo que no, lo que puede o no ser, y que al final trae una consecuencia que debemos asumir. Sin embargo, la toma de decisiones es frustrante cuando prevalece el temor, la indecisión, la duda o la dependencia de otro, porque desde la niñez no se dio esa libertad para elegir entre una cosa y la otra.
El pensamiento crítico y la toma de decisiones desde la primera infancia
Laura Flórez Díaz, jefe de Gestión del Conocimiento de Red PaPaz, considera que el pensamiento crítico es una habilidad muy importante para los niños, niñas y adolescentes, que se puede fomentar invitándolos a hacerse preguntas y esperando diferentes perspectivas sobre lo que sucede en su entorno.
“Lo podemos hacer a través de juegos planteándoles problemas que deben resolver o situaciones de la vida real, como el estudio de casos, para que ellos puedan analizar las causas y efectos de cada una de las decisiones y de cada uno de los implicados en estas situaciones”, aconseja Laura Flórez a los padres que deseen fortalecer la toma de decisiones y el pensamiento crítico en sus hijos.
Finalmente, la experta en niñez y adolescencia señaló que el cerebro humano no se desarrolla por completo sino hasta los 25 o 30 años y que es a partir de ese momento que podemos tomar decisiones realmente conscientes, razón por la cual considera que es muy importante el acompañamiento de los padres de familia y de las instituciones educativas en las etapas previas a la madurez.