En las previas del Atlético Bucaramanga en liga colombiana, la playlist musical se movía entre Grupo Celeste y La cumbia de los trapos. Esta noche, sonó Valentino Merlo, Los del Fuego y ese tipo de cumbia villera que metamorfosis después serán himnos que resuenen en el ‘Montanini’.
¿Quién iba a creer que un pibe nacido en medio de la década infame de la Argentina hoy nombrase en su honor el templo máximo del fútbol en Bucaramanga?
Justamente, tras su muerte, un mito circuló entre los hinchas, en el que se dotaba a don Américo del poder celestial que le trajo la primera estrella al equipo. Desde entonces, la ciudad entera tiene la fe puesta en este equipo, aunque la historia y la realidad jueguen en su contra.
“En este grupo no estamos de paso ni somos cenicienta”, dijo Leonel Álvarez después del ‘cilindrazo’. Recibiendo a Colo Colo, era el hecho de que el equipo tenía dos selección chilena.
En Argentina era que se jugaba contra el campeón sudamericano; ante Fortaleza es la evidente y astronómica diferencia de 38 millones de euros que cuesta la plantilla, incluyendo a David Luiz, aquel defensa de pelo rizo que en 2014 le aguó el ojo a millones de colombianos con un tiro libre tristemente inolvidable.
Sin embargo, durante noventa minutos la historia no la escribe la historia, la marcan los goles entre 22 personas a los que se les tiene más fe que a Francisco, el Papá, a quien rindieron minuto de silencio antes de empezar el juego.
Ricardo y Brenno, los arqueros de Fortaleza, fueron los primeros en subir las escaleras que comunican el pasillo silencioso con el césped brillante y áspero que se preparó para hoy. La afición no resistió y descargó su primera chiflada, que de inmediato se convirtió en ovación cuando vieron a Aldair Quintana y Luis Vázquez hacer lo propio para sus primeros movimientos.
Los drelos saltarines de Aldair Gutiérrez fue lo siguiente que se vio. Salió como alma que lleva el diablo, seguramente para matar esos nervios que vuelven a la realidad incluso a los profesionales.
“Siempre intento dejar todo, soy alguien que se entrega de cuerpo y alma para mi equipo”, dijo el zaguero derecho.
15 minutos antes que el peruano Kevin Ortega pitara el inicio, la Fortaleza Leoparda subió a su estrado en el sector sur, tras su pintoresca y musical parafernalia cumbiera. En la grada norte, apenas 17 hinchas de Fortaleza, rodeados del doble de policías.
Aunque en los protocolos de la Conmebol solamente se interpreta el himno del país donde se juega, los del ‘Montanini’ son distintos. El altoparlante no lo reproduce, pero la barra interpreta a capela las dos estrofas y el estribillo del himno Santandereano. El estadio completo se les une.
Antes de cumplirse 4 minutos, Diogo Barbosa construyó la única jugada que se le vio al equipo brasileño en todo el partido, una pared que terminó con remate desviado. A partir de ahí, ping pong.
Por el juego de tú a tú, el entrenador argentino Vojvoda sumó un defensor más en la línea de tres con la que salió Fortaleza, y con eso incomodó a Bucaramanga. Pelotazos después, Pol Fernández filtró por el aire un balón para Deyverson. Fredy Hinestroza llegó tarde y cometió penal, convalidado por el VAR un par de minutos después.
Deyverson lo cobró con pies de seda, Quintana se tiró al piso y lo tapó, pero de rebote Deyverson lo aseguró. Ningún ‘leopardo’ alcanzó a llegar a darle una mano a su portero. Cuesta arriba. Se derrumbaba el dato estadístico que recuerda que las últimas tres victorias del Atlético habían sido cuando arrancaba ganando.
En media hora de juego, el Bucaramanga lució distinto al de las dos primeras fechas. Había cofradía, tocaban y se movían al espacio, como mandan los cánones Guardiolistas; esta noche el tiqui taca no fluyó. Imprecisión absoluta.
Ante la ausencia de Sambueza como eje gravitacional, Castañeda acaparó las luces de Fortaleza. Cada pelota que recibía, si acaso, de inmediato le cortaban los pies. Cinco mediocampistas de corte defensivo que sembró el entrenador argentino controlaban las espaldas amarillas. Los 19 minutos que sobraron antes del descanso, se armó una Fortaleza. Once atrincherados, esperando algún desequilibrio en los números. Atlético fue de más arrestos ínfimos, que ni siquiera la hinchada se levantó, hasta que el peruano acabó y salió vapuleado.
Otrora un penal pitado en contra de Bucaramanga, con iguales argumentos a los de esta noche, era dignidad suficiente para recibir monedas de 100 y 200 pesos. Y no precisamente por su valor monetario, como por su peso. Ojalá eso nunca se repita.
Un solo ajuste de Bucaramanga para empezar el complemento. Jhon Vásquez por Ibargüen, y al mismo tiempo por Londoño, que se fue un tanto más al centro para ayudar con volumen de ataque. Y lograron tener posesión de balón, pero nunca precisión.
Fortaleza nunca demostró suficiencia. Ofensivamente logró lo que las fisuras auriverdes le permitió. Se nutrió del enfoque meramente defensivo establecido a partir del gol y estaban conformes con ello.
Sherman cumplió el sueño
A los 68 minutos, Sherman Cárdenas se presentó ante el juez. Por vez primera iba a ver acción con el equipo de sus amores en un torneo internacional. Con el envión del santandereano, el equipo decidió gastar el segundo pulmón. Sherman renovó la energía a los compañeros y los hinchas. Volcados todos al ataque, a empatar o morir en el intento, un desequilibrio en números le permitió a Fortaleza contraatacar. Era de esperarse. Eran tres contra dos y Aldair celestial cubrió el arco por completo. Pikachu tenía en sus pies el gol de asegurar la victoria, y la desperdició.
Aura. Aura. Eso significa Sherman Cárdenas. Sabía que era su noche, sabía que su presencia era suficiente para alterar la realidad. Como buen santandereano, terco, quiso jugar por derecha. Insistió hasta que Aldair Gutiérrez recibió un golpe en su pie y el peruano dictó penal. Nadie discutió.
Mientras Kevin Londoño estaba de rodillas “poniéndole energía al compañero para que marcara el gol”, Luciano Pons remató con soberbia. Pegó en el palo de arriba, y bajó. El famoso pica barra, que apenas atravesó la línea. Insuficiente para celebrarlo, pero apenas útil para que con retraso, la tecnología lo validara.
“Sí vi que había entrado, pero le pido disculpas a la gente porque sufrió un poquito ahí”, dijo entre risas el argentino que con este tercer gol se convierte, junto a Gustavo ‘misil’ Restrepo, en el máximo anotador del Atlético Bucaramanga en Copa Libertadores. Récord establecido hace 27 años.
No es filigrana literaria: el ‘Montanini’ vibró. Aparentemente el refuerzo estructural que le hicieron y por el que hay un par de condenados, mantuvo de pie a 22 mil almas que no se volvieron a sentar.
En el noventa, Bucaramanga tuvo la más clara del juego, la que habría adelantado el fin de semana, la que hubiera generado un sismo, la que Kevin Londoño desperdició, solo, frente al arco. En defensa de él, la pelota sí le jugó una mala pasada justo antes de que él conectara.
“Los compañeros me dicen que el balón pica cuando la voy a empalmar con la izquierda, yo la verdad no la vi picar y bueno, ahora aceptar las críticas”, reconoció Londoño en zona mixta atendiendo a cuanto periodista le preguntaba por esa última oportunidad, que seguramente, no lo dejó dormir.