Volver a la rutina, salir de casa y cumplir un horario laboral, ausentarse del hogar como solía suceder antes del confinamiento puede ser una experiencia estresante, no solo para las personas quienes deben retomar esas actividades, sino también para sus animales de compañía.
Las largas horas junto a sus dueños, los paseos constantes durante las pausas activas y las caricias de más, pasarán a un segundo plano, sin embargo, habrá que llevar esta transición sabiamente para evitar problemas tanto físicos como psicológicos en estos animales.
En entrevista con el programa Contacto Directo, Juan Camilo González Niño, médico veterinario y máster en Etología Clínica, docente y miembro del equipo de Protección y Bienestar Animal de la Gobernación de Cundinamarca, explicó que con la reanudación de las actividades fuera de casa los casos de animales de compañía afectados se han venido incrementando, e incluso advirtió que se pueden presentar situaciones de ‘ansiedad por separación’.
La ansiedad por separación se considerada como un trastorno del comportamiento cuando el animal se siente apartado o lejos de su propietario, lo cual le puede generar problemas de salud.
“Como todos los animales somos rutinarios. Al inicio de la pandemia veíamos a algunos animales, sobre todo gatos, algo incómodos o molestos por el contacto tan continuo que tenían con todas las personas de la casa. Ahora ellos están acostumbrados a nuevas rutinas teniéndonos cerca, pero con la nueva normalidad se podrán generar algunos problemas de conducta y hasta se podrán presentar casos de ansiedad por separación”, dijo González.
Origen de la ansiedad por separación
De acuerdo con González, esta patología tiene tres orígenes que dependerán de las costumbres o hábitos que tenía el animal antes de dejarlos solos en casa:
1. Hiperapego primario: este se presenta en animales que nunca han estado solos, por ejemplo, cachorros que fueron adoptados durante el confinamiento y que no se han enfrentado a situaciones en las que no están sus amos en casa.
2. Hiperapego secundario: es el que los etólogos esperan se presente con mayor intensidad en esta nueva fase de la ‘nueva normalidad’, ya que consiste en cambios comportamentales de animales que sabían estar solos y manejar determinados horarios con sus propietarios.
3. Hiperapego tipo C: es el menos probable que suceda en esta coyuntura. Se trata de un temor creado en el animal cuando, a pesar de saber comportarse en soledad, adquieren nuevos miedos y traumas ante sucesos que viven sin la presencia de sus amos.
“He tenido casos en los que el perro, estando solo en la casa, tumbó un florero y el sonido que produjo hizo que el perro sintiera miedo a quedarse solo”, contó el médico veterinario.
¿Cómo sé si mi perro o gato sufren de ansiedad por separación?
Debe estar atento a las siguientes tres conductas que, de presentarlas, González recomienda acudir a un etólogo clínico veterinario:
- Exceso de vocalizaciones: constantes ladridos o maullidos del animal con los que trata de llamar a quien se ha ido.
- Daños o destrozos: orientados hacia los ‘lugares de escape’, es decir, en puertas, ventanas o cortinas
- Eliminaciones inadecuadas: se presentan cuando el animal orina o defeca dentro de la casa en lugares no habilitados para este propósito.
¿Cómo evitarlo?
“De forma preventiva podríamos comenzar a generarles unos espacios propios. Por ejemplo, si el animal identifica una habitación cómoda, se le puede dejar solo en este espacio mientras desarrollamos otro tipo de actividad”, indicó González.
Al encerrarlos en esta habitación, se recomienda ofrecerle juguetes o algún artefacto de estimulación cognitiva con el que se sienta ocupado por periodos que pueden ir incrementándose progresivamente. González recomendó que en un inicio se haga este ejercicio durante un par de minutos y se incremente de tal manera que el ejercicio pueda llegar a ser de una hora o un poco más.
“Después tenemos que generar que la estimulación sea mayor, porque aunque estemos fuera de la habitación sus olfatos son muy poderosos y nos identificarán. Tendremos que enseñarles a quedarse de nuevo solos con salidas reales de la casa, involucrando algunas rutinas como por ejemplo ir a la tienda, sacar a un perro y dejar al otro en la casa, entre otros. Estas pueden ser actividades muy saludables”, expuso.
¿Estoy incrementando la ansiedad de mi mascota con mis acciones?
Hay momentos en los que tanto el perro como el gato deben entender que no pueden demandar atención. González aclaró que determinadas reacciones de los dueños pueden enviarle mensajes contrarios a lo que se espera de la conducta del animal porque recibe una ‘aceptación’ de su parte con la que “de forma inconsciente reforzamos conductas relacionadas con la demanda de atención”.
Por ejemplo, “cuando el perro está ladrando muchas veces lo que hace es tratar de llamarnos. Si reingresamos cuando está ladrando, lo que haremos es reforzarle esa conducta y lo hará mucho más. Otra situación es cuando el gato o el perro tocan alguna parte de nuestro cuerpo y lo volteamos a mirar, o también cuando estamos trabajando en casa, vienen con un juguete y nosotros se lo lanzamos. En estas situaciones estamos generando una interacción asociada al juego donde ellos entienden que en los momentos en los que estamos ocupados pueden demandar atención con alguna actividad”.
Por lo anterior es importante generar rutinas claras en las que el animal entienda cuándo es tiempo de juego y cuando no. Se debe ser claros y enseñarles que hay momentos en casa en los que no se les puede prestar atención.
Los golpes, el maltrato y las caricias en exceso son problemáticos
Hay dos polos opuestos, ambos iguales de problemáticos y críticos para los animales. Por un lado, está el animal muy consentido que no tiene una estructura de educación y al cual nunca se le ha puesto un límite. Por otro lado, están aquellas animales víctimas del maltrato y de los golpes, producto de teorías antiguas sobre la jerarquía, en las cuales se creía que el hombre debía dominar a todos los animales y estar por encima de su bienestar.
Son dos polos que generan daños emocionales en los animales y por ello hay que saber manejar tanto el cuidado amoroso (sin llegar a ser permisivos) y la disciplina y educación (sin violencia o maltrato).
“Es importante tener una estructura en la educación, es como tener un hijo a quien se le enseña que no debe pararse en los sofás ni subirse a las mesas. No es diferente con los animales, hay que establecer límites y de la misma manera todos los integrantes de la familia deben contribuir a su formación para que se desempeñe de una forma adecuada”, señaló González.
La ansiedad por separación puede enfermar al animal
Prestarle atención a la conducta de su animal puede ahorrarle muchos dolores de cabeza, y no solo porque su mascota dejará de maullar o de ladrar interrumpiendo sus reuniones virtuales, sino porque evitará que problemas de salud se desencadenen y afecten la calidad de vida del animal.
Esto se debe a que, en periodos prolongados de ansiedad o estrés, tal como sucede en los humanos, los animales liberan cortisol, también conocido como la hormona del estrés.
“Cuando el animal está de forma crónica liberando cortisol se afectarán sistemas del cuerpo como la inmunidad, por lo que es probable que un animal que esté padeciendo sufrimiento emocional comience a desarrollar cualquier otro tipo de enfermedades”, dijo González.
Además, podrían aparecer algunos trastornos obsesivos compulsivos con conductas que desencadenan algunas enfermedades, como la dermatitis acral por lamido en los perros luego de lamidos constantes en sus patas, o la alopecia psicógena en los gatos.
“En ambas situaciones podrían llegar a afectar la integridad de la piel, promoviendo las infecciones por bacterias o parásitos”, enfatizó el veterinario.
“El estado emocional repercutirá en muchos otros órganos del cuerpo que desencadenarán problemas clínicos que deben ser tratados por especialistas en una clínica veterinaria. La psiquis del animal no está separada de su cuerpo, ellos son individuos compuestos que no solo tienen órganos, sino que también dependen de las percepciones del entorno”, insistió.
En conclusión
- No acceda siempre a las demandas de atención de su animal de compañía.
- Cuando le preste atención, cerciórese de que el estado emocional del animal sea de calma.
- Eduque al animal para que siga sus indicaciones y escuche sus órdenes.
- Premie la calma y la obediencia del animal.
- Establezca rutinas con las cuales satisfaga las necesidades de actividad física y cognitiva de los animales (por ejemplo: ejercicios de movilidad, interacción con otros animales o adiestramiento).
“Se trata de entender y respetar que cada animal tiene una necesidad diferente, conocer los comportamientos necesarios de cada especie para podérselos brindar de la forma adecuada y prepararlos para la nueva normalidad”, concluyó González.