Luis Germán Naranjo Henao es biólogo marino de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y uno de los naturalistas más respetados, debido a su trabajo de investigación, sus valiosos aportes al conocimiento científico y la formación de otros científicos en el país.
Tiene un máster en ecología animal y un doctorado en ecología evolutiva de la Universidad del Estado de Nuevo México.
En 2019 fue elegido miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Además, es ornitólogo y coautor de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) de especies de aves amenazadas en Latinoamérica.
En 2001, Naranjo comenzó a trabajar en WWF-Colombia, una organización internacional independiente dedicada a la conservación de la naturaleza y el medio ambiente. En nuestro país, participa en acciones a diferentes escalas, desde lo local hasta lo internacional, en paisajes prioritarios de los complejos ecorregionales del norte del Amazonas, el Orinoco, los Andes y el Pacífico.
"Comencé a trabajar hace 22 años, inicialmente como coordinador del programa ecorregional para los Andes del norte. En aquel entonces, era un ambicioso proyecto de conservación para los ecosistemas de montaña de Ecuador, Colombia y Venezuela, y el norte del Perú. Estaba ubicado en la oficina de Colombia, pero trabajaba para estos cuatro países y oficinas", señala Naranjo.
Después de muchos años en este trabajo, el profesor Naranjo asumió el puesto de director de conservación, centrado principalmente en Colombia. Este cargo se inició con la idea de dar coherencia al portafolio de conservación en el país desde el punto de vista científico. También para desempeñar una multiplicidad de tareas, desde el trabajo de campo en diferentes tipos de ecosistemas hasta el papel de negociador en distintos procesos a diferentes escalas, con actores estatales, no gubernamentales, pueblos indígenas, organizaciones campesinas y afrodescendientes, entre otros.
"Este es un sello importante de WWF, al convocar a distintos actores. Después de los primeros años trabajando en este rol como director de conservación, el cargo evolucionó y pasó a ser de gobernanza. La idea era articular los esfuerzos en conservación, con el énfasis en escuchar la voz de la gente y trabajar a partir de las iniciativas y aspiraciones locales", dice.
El profesor Naranjo ha tenido la suerte de desempeñar este papel durante más de 10 años. Afirma que "ha tenido la fortuna" de conocer lugares fantásticos, mucha gente y el país en detalle, y de tener un equipo de colaboradores con grandes capacidades para abordar todo tipo de problemas que se presentan en el país.
Sin embargo, el biólogo se prepara para dejar este cargo en pocos días. "Creo que es el momento de dar paso a nuevas generaciones y nuevas formas de ver nuestro trabajo. Creo que tenemos un equipo de trabajo muy fuerte y sólido, y me parece muy interesante la posibilidad de ver cómo este equipo continúa bajo otra dirección. Es tiempo de dedicarme a otras cosas y de pensar más en mis intereses personales", asegura.
En esta nueva etapa, el profesor Naranjo cuenta que seguirá escribiendo, ya que ha participado en más de 155 publicaciones, entre artículos para revistas científicas y libros, entre otros. Para él, la vida sin leer y escribir es inconcebible. Dice que es una manera de hacerse preguntas y tratar de responderlas, así como de transmitir su forma de ver el mundo a las personas.
Una de las aficiones a las que el naturalista dedicará mucho tiempo es la observación de aves. Afirma: "esa es mi esencia. Es algo que me alegra profundamente y me emociona mucho poder tener la libertad de decidir cómo utilizar mi tiempo. Estamos en el país de las aves. Llevo más de 50 años pajareando, es lo que más me gusta hacer: mientras mis piernas, ojos y oídos me lo permitan, estaré en el monte pajareando".
Según el biólogo, su pasión por observar aves en Colombia comenzó hace mucho tiempo cuando una "generación de chiflados" se encontró en el camino y se dio cuenta de que habían inventado de alguna manera el arte de pajarear. Aunque, por supuesto, esto existía en otras partes del mundo, en Colombia existía el estudio de las aves y la ornitología, pero no la pasión por mirar los pájaros y disfrutar de esa conexión vital con ellos.
El profesor Naranjo tuvo una crianza familiar muy ligada al campo y siempre estuvo en contacto con los animales, las plantas y los pájaros. “¿Cómo suceden esas cosas? No sé, yo creo que es algo mágico. En mi caso sucedió cuando era todavía un niño. Empecé a pajarear en serio a la edad de los 14 años y desde entonces no he parado”, dice.
A menudo, mucha gente cree que esta afición de observar aves es muy costosa. Sin embargo, para el profesor Naranjo, es una forma de acercarse al mundo natural de manera más democrática.
“Se puede pajarear con los sentidos con los que uno nace en este mundo. Basta con tener los sentidos dispuestos. En países como Inglaterra, que es una de las cunas de la pajarería, o en Estados Unidos, se utiliza el término "birding naked" (pajarear desnudo). Salir al campo sin ningún tipo de ayuda, tener los sentidos preparados y tratar de captar el mundo a través de los pájaros, eso es gratis”, señala.
El profesor Naranjo también dice que uno puede hacerlo tan complejo o costoso como desee. "Unos buenos binoculares y una buena cámara fotográfica siempre ayudarán. Hoy en día, la fotografía digital de aves silvestres está en auge y se ha convertido en una locura mundial. En Colombia, hay cientos de fotógrafos de aves. Cuanto más se viaje, más oportunidades habrá de conocer aves nuevas, por lo que los viajes pueden ser costosos o económicos".
Sobre la evolución del avistamiento de aves en nuestro país, el científico dice que no se trata solo de mirar pájaros, sino también de llevar un registro de ellos. “Colombia es el país donde hay más especies de aves silvestres del mundo. Ya pasamos la barrera de las1900 especies”, asegura.
En los últimos 25 años, este pasatiempo ha experimentado un rápido crecimiento debido a diversas razones:
Una de ellas es la plataforma de acceso gratuito "eBird", creada por el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. En esta plataforma, se pueden registrar las observaciones de aves que uno realiza en el campo. Estos registros van a una base de datos central a la cual cualquier aficionado puede acceder. Los datos son revisados por profesionales para asegurar su precisión, y también se ofrecen tutoriales.
"Para fomentar su uso, hace unos años se creó el evento 'Global Big Day', que se celebra el 9 de mayo, el Día Internacional de las Aves. También se inventó un segundo día que tiene lugar en octubre. Cada año, tratamos de cubrir la mayor extensión del país y durante esas 24 horas, somos varios centenares de personas que salimos a observar aves. En los últimos cinco años, Colombia ha quedado en primer lugar", asegura.
La observación de aves es actualmente un importante sector de la economía del ocio en nuestro país. También es una oportunidad para dinamizar las economías locales que han estado marginadas.
"Colombia es un paraíso para aquellos que deseen ver aves silvestres. Estamos en pleno desarrollo de este auge. Existe un gran potencial con sus limitaciones. El país necesita mejorar su infraestructura en muchos aspectos, pero es necesario que el turismo internacional y nacional no vaya en contra de la naturaleza ni de las comunidades locales que salvaguardan este potencial. Todavía hay mucho camino por recorrer en ese sentido", afirma.
Hace pocos días se dio a conocer la noticia de que el pájaro campanero barbado, una especie única en Colombia que no se avistaba desde hacía 80 años, reapareció en la Serranía del Perijá. Esto demuestra la gran diversidad de aves y todo lo que nos falta por conocer de nuestras especies.
"Cada nuevo lugar al que voy siempre me depara sorpresas. Entre tanta diversidad que hay en Colombia, ver todas las aves que existen me tomaría toda una vida. De las más de 1900 especies que tenemos en Colombia, he observado un poco más de 1200 aves. Cada una de ellas para mí es un hallazgo maravilloso. Un momento memorable fue cuando pude ver un águila arpía. Para mí era una especie de santo grial", señala.
Una de las grandes satisfacciones del profesor Naranjo y de muchos colegas y personas que se dedican a la protección de las especies de aves amenazadas, es que en todos los países de Latinoamérica existen organizaciones que se dedican de alguna manera a la conservación de las aves, ya sea directamente o a través de la sensibilización y el fomento de la apreciación de las aves silvestres.
"Los aficionados desempeñan un papel muy importante. Además de las áreas protegidas, tanto estatales como de la sociedad civil, que son significativas, existen otras cosas importantes. Colombia acaba de lanzar la actualización de la estrategia nacional para la conservación de las aves. Esta estrategia tiene todos los elementos necesarios para fortalecer diferentes formas de proteger este importante componente del patrimonio nacional", asegura.
Además, el profesor Naranjo señala que Colombia cuenta con "guías de campo", como se les llama en la jerga de los observadores de aves. Estos libros están destinados a la identificación de aves silvestres e incluyen láminas con ilustraciones, claves de identificación, mapas de distribución, información sobre su comportamiento y otros datos que ayudan a las personas a identificarlas.
"Tenemos muchas guías regionales escritas para cubrir diferentes zonas del país, incluso regiones pequeñas. Las más recientes, gracias a los avances tecnológicos, incluyen códigos QR. Mediante estos códigos, las personas pueden acceder instantáneamente al canto de muchas especies utilizando sus teléfonos inteligentes. Los cantos son elementos fundamentales para ayudar en la identificación", concluye el profesor Luis German Naranjo.