Debido a que los precios de los alimentos y la energía serán más altos y habrá escasez de suministros, las economías con ingresos bajos y medios experimentarán el mayor impacto de manera inmediata.
Habrá efectos directos y colaterales como perturbaciones en el comercio, turbulencias financieras, alteración en los flujos de remesas y más refugiados. Y en los países de más bajos ingresos, la escasez de suministros y el alza de los precios podrían causar más hambre e inseguridad alimentaria.
Tal es el diagnóstico de Indermit Gill, vicepresidente del Grupo de Prácticas Globales de Desarrollo Equitativo, Finanzas e Instituciones (EFI), del Banco Mundial, en un artículo publicado por el blog ‘Voces’ y por el Instituto Brookings.
Se agravan efectos de la pandemia
La pandemia detuvo los avances logrados por los países de menores ingresos para acabar con la pobreza extrema, con el agravante de que la asimetría en la vacunación sigue siendo muy grande. Solo un tercio de la población en los países de bajos ingresos estará vacunada a finales de 2023.
Al impacto del Covid se suman el aumento de la inflación (la más alta desde 201) y de la deuda (alcanzó su máximo en cinco décadas), los cortes en las cadenas de suministro, mayores vulnerabilidades financieras y el espectro del cambio climático.
Producción y suministros de trigo, granos y semillas
El impacto sobre los países más cercanos al conflicto por sus vínculos comerciales, financieros y migratorios con Rusia y Ucrania, podrían extenderse. Los dos países suministran más del 75 por ciento del trigo importado por países de Europa, Asia Central, Medio Oriente y África. Son economías vulnerables a la interrupción en la producción o el transporte de granos y semillas desde Rusia y Ucrania.
Decrecimiento económico por escasez de petróleo, gas y platino
Dado que Rusia provee la cuarta parte del mercado de gas natural, el 18 por ciento de carbón, el 14 por ciento del platino y el 11 por ciento del petróleo crudo, se obstaculizaría la construcción, la industria petroquímica y el transporte.
En los seis meses anteriores a la guerra, los precios del petróleo aumentaron más del 100 por ciento. Un dato prende todas las alarmas. El Banco Mundial publicará muy pronto un estudio sobre el impacto que tendría un aumento del 10 por ciento del precio del petróleo, durante varios años.
Si la situación continúa, habría una reducción porcentual de un punto en importadores de petróleo como China, Indonesia, Sudáfrica y Turquía. Antes de comenzar la guerra, se proyectaba para Sudáfrica un crecimiento del 2 por ciento en 2022 y 2023; para Turquía, entre 2 y 3 por ciento, respectivamente; y para China e Indonesia, del 5 por ciento. Si dejan de crecer en 1 por ciento, el crecimiento se reducirá entre una quinta parte y la mitad.
Las economías en desarrollo tendrán un nivel de producción inferior al cuatro por ciento proyectado antes de la pandemia.
Refugiados y remesas
La Agencia de la ONU para los refugiados ha estimado que en muy poco tiempo habrá cuatro millones de refugiados. Atenderles será muy difícil para los países de acogida porque experimentarán presión sobre las finanzas públicas para la prestación de servicios, especialmente en atención médica, para la cual no hay suficientes suministros, debido a la pandemia.
En cuanto a las remesas, habrá un impacto en varios países de Asía central cuyas economías dependen mucho de los envíos desde Rusia: representan hasta el 10 por ciento del PIB.
Hasta 2015, Rusia era el principal destino de los migrantes ucranianos, pero desde entonces, los mayores flujos han sido hacia Polonia y otros países europeos. Se estima que en Rusia podrían ser hasta 3 millones (un 7 por ciento de la población ucraniana). En 2021, las remesas enviadas a Ucrania por los migrantes superaron los 19 mil millones de dólares –12 por ciento del PIB y tres veces el monto de la inversión extranjera directa–.
Estremecimiento en los mercados financieros
Indermit Gill califica como turbulencia financiera la reciente evolución de la venta de bonos y acciones en los principales mercados. Si aumenta la percepción de riesgo para los inversionistas, podrían ocurrir salidas de capital de las economías en desarrollo, depreciaciones de las monedas, caídas de los precios de las acciones y mayores costos en las primas de riesgos en los mercados de bonos.
En ese escenario, habría estrés agudo en decenas de países en desarrollo con altos niveles de deuda. Aquellas con altos déficit en cuenta corriente o con volúmenes importantes de deuda, en moneda extranjera y a corto plazo, tendrían dificultades para refinanciar la deuda o se verían obligadas a pagar más por sus obligaciones de servicio de la deuda.