En el hospital militar de Zaporiyia, el personal médico que atiende a los ciudadanos ucranianos heridos admite una "falta de motivación" a la hora de tratar a los soldados rusos que llegan a sus instalaciones. Esto genera un conflicto interno entre su profesión y el resentimiento hacia los militares de Moscú por lo ocurrido en los últimos meses.
La dicotomía va fundamentalmente en el juramento hipocrático, un compromiso que solo pueden hacer las personas que se gradúan de las facultades de Medicina, y que contiene una serie de compromisos éticos que orientan al médico en la práctica de su profesión.
Una de las premisas es “No permitir jamás, que entre el deber y el enfermo se interpongan consideraciones de raza, religión, nacionalidad, de partido o de clase”.
Los soldados rusos "son jóvenes sin cerebro" empapados de "propaganda", agregó el mayor Viktor Pyssanko, director del hospital militar de Zaporiyia. Según Pyssanko, ellos dicen querer "liberar" a Ucrania, pero también "quieren matar al mayor número posible de ucranianos", sin embargo aseguran que uno de los propósitos de brindarles atención es para intercambiarlos por soldados ucranianos capturados por los enemigos.
Admite que el hospital de Zaporiyia "intenta" salvar al mayor número posible con la intención de "intercambiarlos por nuestros propios soldados".
Bajo fuego
Desde hace más de dos meses, el médico Ali Shakh no tiene vida privada. Continuamente repara las heridas causadas a civiles y soldados ucranianos por las fuerzas rusas. También atiende a regañadientes a los soldados de Moscú.
El joven médico dice prácticamente vivir en el hospital militar de Zaporiyia, una ciudad grande en el sur de Ucrania a decenas de kilómetros del frente. De noche se escucha el estruendo de las bombas a la distancia.
Desde que Rusia se replegó de gran parte del norte de Ucrania, centrando sus esfuerzos en la región del Donbás (este) y el sur del país, esta ciudad industrial ha estado en la vanguardia de la recepción de desplazados internos y heridos de la guerra.
Farad Gokharovitch Ali Shakh dice que trabaja "20 horas" diarias y llega a operar a 20 pacientes de forma consecutiva.
Desde la invasión rusa del 24 de febrero, se han colgado lonas gruesas en las ventanas del hospital para evitar ser muy visibles desde el aire y no convertirse en blanco de un ataque nocturno ruso.
La OMS deploró el sábado los "200 ataques a centros de salud" de Ucrania desde el inicio de las hostilidades.
Las lonas también están allí para evitar, en caso de bombardeo, que los fragmentos de cristal hieran a los pacientes. Las primeras casas de Zaporiyia fueron alcanzadas hace una semana por un cohete ruso.
El hospital permanece en gran parte a oscuras, incluso en pleno día. Las conversaciones se desarrollan a la luz de una lámpara de escritorio. Las radiografías de pacientes toman tintes espectrales.
El médico cuenta que han atendido a heridas graves, algunas son prácticamente amputaciones. "Hemos aprendido a enfrentar este tipo de lesiones. Estamos haciendo un trabajo muy duro, pero estamos ayudando a nuestro país", afirmó el médico Ali Shakh, al ser consultado sobre su capacidad mental para soportar tanto dolor.
Luego dijo espontáneamente: "Atendemos también a los soldados rusos, aunque tal vez no deberíamos. Tal vez deberíamos dejarlos allí”.
Por todas partes en el hospital, las cajas de ropa y productos médicos retratan la urgencia de la situación, pero también lo limitado de los recursos. Los cirujanos deben hacer sacrificios para curar a los soldados rusos según.
Intercambios
Desde el inicio de la guerra entre Moscú y Kiev se han dado varios intercambios de prisioneros. El más famoso fue el del alcalde de Melitopol, Ivan Fedorov, secuestrado el 11 de marzo y liberado poco después.
El 21 de marzo, Tatiana Moskalkova, delegada de derechos humanos del Kremlin, citó su canje por nueve soldados rusos.
El último intercambio ocurrió el pasado viernes. La viceprimera ministra Iryna Vereshchuk informó de que 41 ucranianos fueron liberados: 28 soldados y 13 civiles, incluido un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa.
En un hospital civil de Zaporiyia, tres soldados rusos se recuperaron durante tres semanas y luego fueron entregados a las fuerzas de seguridad ucranianas a finales de abril, recordó Vassily, un médico en el sitio.
"Esos tipos parecían deprimidos, devastados, pero no agresivos", indicó el médico, quien no reveló su apellido. "Por ello no sentimos nunca la necesidad de ser despectivos" con ellos, recordó el profesional.