Julián Camilo Gil Oquendo de 21 años de edad, campesino del municipio de Ituango, Antioquia, perdió una de sus extremidades inferiores tras un accidente de tránsito, el 19 de junio de 2019, en la vía que conduce hacía Medellín, cuando se movilizaba en su motocicleta. Un suceso que le cambió la vida pero que también lo hizo conocer el ciclismo, una pasión deportiva que lo ha llevado a ser referente para grandes y chicos.
Su compromiso y dedicación le ha permitido competir en varios eventos, incluso, en tan poco tiempo de dedicarse a esta disciplina, ya es tenido en cuenta para que haga parte de la liga antioqueña de ciclismo paralímpico.
“En la liga antioqueña de ciclismo paralímpico quieren que Julián los represente a nivel nacional (…) hay que ir a clasificar, ya tenemos el formato para la licencia nacional y lo vamos a llevar con la ayuda del señor. Es un logro que se obtiene en tiempo récord, porque llevamos poco trabajando; muchos se lo han querido llevar, pero el sigue firme, quiere representar a Antioquia”, aseguró Antonio Jaramillo, uno de sus entrenadores.
Según Julián, después de pasar por la recuperación de su accidente se presentaron unos “ángeles” quienes lo motivaron para que participara en algún deporte, lo que nunca pensó él, es que su inclinación fuera por las bicicletas.
“Yo me vine a aficionar fue ahora que tuve el accidente, y le he dicho al profe: ¡vea lo que le trae la vida a uno!, un deporte que la verdad no me llamaba la atención para nada, yo pensaba que eso para mí era muy duro, cuando más era caminando, jalando la flaca, como le decimos”, cuenta Julián mientras sonreía y nos mostraba su bicicleta, “el caballito de acero” como le dice y que le fue regalada por un vecino, al ver que tenía talento y no contaba con muchos recursos.
‘El mocho’, como le dicen cariñosamente, se siente muy agradecido con todas las personas que lo apoyan y nunca lo han dejado solo en el camino que empezó a recorrer en su bicicleta. Resalta que cada persona con mensajes como “usted puede”, lo alientan para dar lo mejor de sí en representación de Ituango.
“Me han escrito los papás que se sienten muy orgullosos de mí, ya que durante las carreras sus hijos van detrás de mí, corriendo, apoyándome, diciéndome: ¡usted es capaz! Fotos y videos que se tomaron conmigo, ha sido una experiencia muy linda, les estoy demostrando que es un deporte que no discrimina, la verdad el ciclismo es algo muy hermoso, y cada día le metemos más ganas para que Ituango sea reconocido por el deporte que aquí se produce”, señaló Julián.
Por estos días el deportista ha estado entrenando fuertemente para presentarse en una carrera relámpago, que tendrá lugar en San Vicente Ferrer, en el oriente antioqueño, del 17 al 21 de octubre del presente año.
Ha pasado el tiempo y Julián ya es un gran referente en el paraciclismo regional; cada día es costumbre verlo por las vías de esta localidad en su caballo de acero, dando ejemplo de que, a pesar de no contar con su extremidad inferior izquierda, cuando se quiere, se puede.
“Para mí el ciclismo en este momento es un vicio, un vicio que nos apasiona, en el cual todos los días debemos salir, porque si no se nos hace eterno el día, si o si debemos salir a rodar, a todas las personas me gustaría decirles que las discapacidades solo están en la mente, que a todo debemos de ponerle una buena actitud”, manifestó Julián.
Conversando con él se puede corroborar que por más adversidades que se le presenten en la vida a cada persona, siempre habrá algo que los ayude a salir adelante; así le sucedió a este ituanguino, quien encontró en el ciclismo una forma de superación personal.
Antonio Jaramillo, quien es entrenador de ciclismo del municipio de Ituango, asegura que el deporte de las bicicletas es una disciplina costosa: los viajes, el hospedaje, la alimentación, y hasta el pago de los entrenadores, entre otros, hace que algunos declinen en esta difícil tarea.
“Muy altos los costos, aquí nos patrocina la Alcaldía, pero es un proceso muy grande donde todos aportamos, desde el padre de familia, desde la administración, desde las personas que donan gasolina para las motos que acompañan los entrenamientos y hasta de los niños, que hacen su mayor esfuerzo en la ruta”, precisó Toño, como le dicen sus amigos y lo conocen en el municipio.
Por último, Julián señala que el deporte no solo le devolvió las ganas de vivir, sino que también lo conectó con los paisajes que aprecia mientras entrena, por el deleite de la naturaleza, y por el encuentro consigo mismo; en el ciclismo encontró la paz que se respira en los campos, esos que quiere ver libres de minas antipersona y artefactos explosivos que ponen en riesgo el futuro o apagan la vida, aquellos que quieren estar alejado de cualquier conflicto.