La avicultura en Colombia sigue siendo unos de los componentes comerciales de mayor futuro en el país, teniendo en cuenta que es uno de los sectores productivos más sólidos gracias al crecimiento económico que ha tenido en los últimos años. Esto ha permitido que mujeres, hombres, familias campesinas y víctimas de la violencia vean en la avicultura un proyecto de vida para sacar adelante en algunas regiones del país.
Este es el caso de las más de 20 mujeres víctimas del conflicto armado y pertenecientes a la Asociación de Víctimas Unidad por el Futuro, quienes le apuestan a la avicultura en Villavicencio, Meta, mujeres que producen más de mil huevos diarios, los cuales comercializan cada semana por ellas mismas.
Luz Mery Cubillos, representante legal de la Asociación expresa que, mediante la avicultura vieron la oportunidad de poder cultivar la tierra y sacar producción agrícola en una ciudad donde se vieron obligadas a buscar nuevas oportunidades. “Queríamos rescatar las raíces que traemos las víctimas del conflicto armado del campo a través de la tierra, de la producción avícola y ejercer lo que sabíamos hacer”.
La organización está conformada por 150 familias, de las cuales 20 conforman el programa AGROPAZ de ASOVIFU donde se enfocan en la producción agrícola con la avicultura, la cual nace en el 2017 en una acción de reclamación de derecho ante la Unidad de Víctimas del Conflicto.
“Con esta acción nació ASOVIFU, nos consolidamos en la cámara y comercio e iniciamos a hacer tránsito ante toda la institucionalidad para que nos conocieran, dejamos unos objetos muy amplios de nuestra gestión los cuales eran desde la reclamación de derechos, competencias laborales y gestión en el emprendimiento, esa es la base de nuestra organización”, explica Luz Mery.
La iniciativa no inició del todo con éxito, las mujeres vieron en estos espacios no solo la oportunidad de aprender, sino de aprovechar cada error para aportarle a la producción de huevos semiorganicos con apoyo del Ministerio de Agricultura, pues fue solo hasta el 2023 que vieron el resultado de cada intento en estos proyectos agrícolas que como lo definen ellas, no es nada fácil.
“Iniciamos con el pollo de engorde y no nos dio resultado, es un pollo muy delicado que se enfermaba y nos fuimos a perdidas, luego seguimos con peces y nos dimos cuenta de que este proyecto necesitaba de mucho más conocimiento, pero a partir del 2022 iniciamos con la propuesta de gallinas ponedoras que fue solo hasta el 2023 la etapa de producción con huevos semiorganicos porque quisimos darle un valor agregado el cual ya estamos comercializando”, dice.
La producción agrícola está ubicada en un terreno en arriendo en Río Negrito, del corregimiento uno de Villavicencio, espacio que ha sido de esparcimiento, de interlocución, de familiaridad entre las mujeres que lo integran. Iniciaron con 1090 aves, ubicadas en dos lotes definidos así, lote 1 y 2 en este punto de la ciudad.
“Quienes vienen, nos visitan y nos han acompañado en la parte técnica, este proyecto es de admirar, porque es satisfactorio para nosotras saber que somos útiles y saber que volvemos de nuestras raíces campesinas es algo que nos llena de orgullo”, expresa la representante legal.
Actualmente, las mujeres producen y sacan de 900 a mil huevos diarios semiorganicos trabajados con forraje de una base de alimentación comercial como el concentrado, además de incluirles una alimentación natural que cultivan en la finca para así fortalecer su sistema inmunológico.
“Nuestro huevo no es como el huevo comercial, es un huevo que no es del tipo doble A, sino tipo A, es un huevo de grandes propiedades nutricionales y que no está contaminado de hormonas ni de químicos y no va a saber a medicamento porque no lo usamos, nosotras tratamos nuestras gallinas con cebolla roja, ajo, moringa, cúrcuma y jengibre para así fortalecerlas y no tener necesidad de utilizar químicos”.
La comercialización de los huevos es dividida por las 20 mujeres, cada tres días ellas llevan los huevos a la sede ubicada en el barrio La Madrid, donde allí lo clasifican, lo pesan y hacen el proceso de organización en cubetas para que cada una se lleve de 12 a 13 cubetas semanal para comercializarlas con el voz a voz o con amigos, vecinos y familiares.
“Nosotras gracias a Dios no tenemos problema con las ventas porque lo hacemos con el voz a voz y por ahora tenemos un socio de un supermercado y el expresa que le gusta es el huevo de la finca, el único inconveniente que vemos es el costo del transporte para la comercialización”, concluye Luz Mery.
Las funciones y roles de las mujeres se dividen en el comité de compras, quienes cotizan los insumos para la producción, el comité de Vamos y bien quienes se encargan de revisar y reportar el estado del predio, hay un cuidador, pero se relevan los domingos, “Los domingos nos sorteamos las actividades y ya cada quien sabe qué hacer en el predio para cada semana”.
Teresa Rodríguez, víctima del conflicto quien hace parte del proyecto expresa que esto le ha servido para estar activa y poner en práctica todo lo que aprendió en su tierra “Esto nos ha servido a tener mejor comunicación, a comercializar nuestros productos en cuestión de ventas y a estar más unidos entre nosotros que anhelamos tanto fortalecer este proyecto”.
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ASOVIFU tiene tres líneas productivas asociativas, las cuales se han implementado con la confección mediante la capacitación de El SENA, bisutería Checa como emprendimiento laboral y por último, el comité agropecuario que se definió como AGROPAZ de ASOVIFU, donde la integran las 20 mujeres de las cuales 18 son víctimas del conflicto armado, mujeres con enfoque diferenciales, adulto mayor, madres cabeza de familia y en discapacidad, además de tres hombres víctimas de la violencia.
Finalmente, expresan que aunque se presentan barreras institucionales de normas en la Asociación y el proyecto AGROPAZ por la certificación, el proyecto tiene acompañamiento del Instituto Agropecuario Colombiano ICA, FENAVI, instituciones como la Universidad de los Llanos UNILLANOS y gubernamentales.