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Un restaurante para la paz, la iniciativa de mujeres firmantes en el Caguán

Liliana afirma que durante su proceso de reincorporación emprender ha sido su manera de apostar a la paz.
mujeres firmantes en el Caguán
Geraldine Correa

La implementación del acuerdo de paz ha resultado todo un reto para los colombianos, en especial para los y las firmantes que a través de proyectos productivos, iniciativas y emprendimientos apuestan a la construcción de una paz estable y duradera, pero también a una economía sólida para sus familias y comunidades.

Liliana Arias adelanta su proceso de reincorporación en San Vicente del Caguán (Caquetá), tiene dos hijos y trabaja en una gráfica, pero de manera alterna lidera un restaurante en la plaza de mercado municipal; trabaja junto a sus dos compañeras en mantener vivo el proyecto que según ella es una iniciativa para que las mujeres obtengan sus propios recursos y una independencia económica.

A través del proyecto MIA, (Mestiza, indígena y afrodescendiente) un programa de Desarrollo Socioeducativo para la mujer en proceso de reincorporación en el marco del conflicto armado en Colombia, que se adelanta en el Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación en Miravalle, ubicado en zona rural de San Vicente del Caguán (Caquetá) y otros territorios, cerca de doce mujeres iniciaron este proyecto, una cafetería que poco a poco ha ido convirtiéndose en un restaurante.

mujeres firmantes en el Caguán

Hoy solo quedan tres de las doce que iniciaron. De lunes a domingo madrugan a preparar desayunos, almuerzos y comidas rápidas para vender. Se acompañan, se apoyan y mantienen a flote esta iniciativa.

Liliana comenta que para poder llevarlo a cabo fue necesario capacitarse, “primero estudiamos, nos capacitamos, hicimos varios cursos, después vino el proceso para poder arrancar con el negocio”, manifiesta mientras toma un tinto que ella misma sirve. Cabe señalar que este programa lo lideró la fundación Acción Cultural Popular – ACPO financiado por el Fondo Europeo para la Paz.

Dice que de las 12 mujeres que iniciaron ahora solo quedan cinco, tres que están de lleno en el local y dos que están en el área rural y que a pesar de que no están directamente, no las descartan porque según ella, en cualquier momento pueden necesitar y querer seguir unidas a algo “tan bonito hecho por mujeres”.

Han pasado solo tres meses desde que abrieron el negocio, cuenta que el inicio fue complicado “a nosotros nos dieron todo el montaje y mercancía para quince días, vendimos y rematamos todo y cuando todo se acabó tocó volver a empezar y ahí ya estábamos solas, enfrentándonos con nuestros conocimientos para no dejar morir el negocio”, cuenta con una sonrisa mientras recuerda lo difícil que fue para ellas, pero a su vez se observa en su rostro una satisfacción por saber que aún siguen en pie.

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Dice que ahora mismo no ven ganancias porque tienen que pagar arriendo y los insumos para las comidas, las pulpas de los granizados y todo lo relacionado con las comidas rápidas, y pronto quieren implementar allí mismo una venta de helados.

Ya tienen clientes ‘fijos’, comensales diarios que pagan cada 15 días y son entradas fijas, cuenta la mujer emprendedora. “Siempre estamos inventando comidas, todo lo que se nos venga a la cabeza le hacemos” una de sus estrategias para aumentar las ventas es ofrecer el menú y la comida especial por grupos y estados de WhatsApp.

Liliana dice que ella cree en el proyecto e inyecta toda esa energía a otros y otras firmantes de paz, argumenta que es la mejor manera de apostar al acuerdo de paz que a ella le ha permitido trabajar y sacar a su familia adelante, pero sobre todo a otras mujeres que nunca vieron como opción tener su propio negocio.

 

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