Aunque hoy en día el divorcio es un proceso muy común, solo se permitió en Colombia desde el 17 de diciembre de 1992, cuando se expidió la Ley 25 de 1992 que lo reglamentó. Han pasado ya casi 32 años desde que se promulgó esta ley y ha tenido grandes repercusiones sociales. Incluso a hoy, en una sociedad colombiana que sigue tan influenciada por la religión católica y algunas viejas costumbres, en ocasiones, el divorcio sigue siendo un tema tabú.
La figura del divorcio no es un elemento que separa o destruye a las familias, sino un recurso concedido por el Estado para que las parejas disuelvan su unión, cuando lo crean conveniente, pues al igual que se reconoce el derecho a contraer matrimonio, también acoge el de disolver libremente dicha unión.
Aunque la posibilidad legal de disolver el matrimonio civil está prevista en el Código Civil adoptado en 1887, en ese año el Estado colombiano y la Santa Sede celebraron un concordato en el que se acogió a la religión católica como la fe de la nación y se dispuso que el único matrimonio válido entre bautizados era el que se celebrara por sus ritos.
Esta situación cambió parcialmente con el Concordato de 1973, a partir del cual los feligreses pueden contraer matrimonio religioso o civil sin renunciar a su religión ni verse expuestos a sanciones eclesiásticas. Pero el divorcio quedó como una medida aplicable solo a matrimonios civiles, pues subsistió la indisolubilidad del vínculo religioso.
Durante la pandemia del Covid-19, muchas parejas enfrentaron problemas que condujeron al fin de sus relaciones matrimoniales. En el caso de Colombia, los números parecen confirmarlo. Según cifras de la Superintendencia de Notariado, entre los años 2021 y 2022 se registró un récord de divorcios en el país. En 2021, fueron 27.738 casos, y en 2022, 28.239, marcando así la cifra más alta de la historia en materia de separaciones conyugales. De hecho, hasta septiembre de 2023, se registraron en las notarías del país 17.914 divorcios en esos 9 meses.