Por: Sandra Eraso Enríquez
El Barniz de Pasto es una técnica artesanal viva, única y dinámica que representa un valor importante de identidad para los nariñenses.
El 15 de diciembre, desde París, la UNESCO hizo la declaratoria oficial en la cual esta técnica hace parte de la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad; en reunión virtual, cada uno de los miembros de la entidad internacional votó a favor de esta importante declaratoria.
El proceso de declaratoria viene gestándose desde el año 2014 y ha buscado principalmente sensibilizar a la ciudadanía sobre lo que es el barniz de Pasto, el cual es muy valorado en muchas partes del planeta, muestra de ello es que en varios museos del mundo existen piezas decoradas con esta resina que datan de hace más de 500 años.
Dos regiones de Colombia hacen parte de este proceso, el Valle del Sibundoy, en el departamento del Putumayo, donde el arbusto del mopa – mopa crece de manera silvestre, y Pasto, donde los artesanos con sus manos laboriosas convierten esta resina de manera mágica en flores, símbolos prehispánicos, paisajes andinos que en variados colores visten de color e identidad, artículos como posa vasos, paneras, jarrones, individuales y bandejas.
Por eso este reconocimiento hace felices a los maestros artesanos, quienes han dedicado su vida a la práctica de esta técnica y con la cual han sacado adelante a sus familias convirtiéndose en su proyecto de vida.
Ellos han construido su vida en los talleres, lugares sagrados donde han compartido con sus familias, desde ahí han visto crecer a sus hijos, los han formado y les han legado esta tradición que hoy en día le pertenece al mundo, pero que también va enfocada a mejorar su calidad de vida.
El maestro José María Obando, catalogado como ‘maestro de maestros’ en varias oportunidades, es uno de los pioneros de la técnica, con una línea familiar que viene desde su bisabuelo y hoy la practican sus hijos, sobrinos, nietos y bisnietos.
“El barniz de Pasto es todo, es mi vida, entonces desde que lo aprendí he vivido como enamorado de esta artesanía, este es un legado que nos han dejado nuestros mayores, por eso agradecemos mucho a la Unesco por haber otorgado esta distinción que la merecemos, porque una artesanía que nos ha distinguido tantos años, acá en nuestro medio, en el sur de Colombia es merecedora de que tenga un reconocimiento a nivel mundial”, afirmó José.
Por su parte, los maestros Gilberto y Óscar Granja, padre e hijo, desde su taller que lleva su apellido, manifiestan que su trabajo es dejar que el mopa-mopa les hable y con su voz tramar colores y formas sobre la madera, convirtiéndose en los instrumentos de esa voz y de su legado.
“Nos sentimos muy honrados por la inclusión de nuestra técnica artesanal, barniz de Pasto mopa-mopa, en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad. Un oficio que nos han legado hombres y mujeres desde tiempos prehispánicos, y que siglos después junto a varias familias de artesanos y artesanas, continuamos realizando con pasión y compromiso.”
La sensibilidad y el amor por lo que hacen son la fortaleza para mantener viva esta tradición que hoy se reconoce a nivel mundial y que enternece desde lo más profundo de sus emociones al recibir esta noticia.
Así lo expresa el maestro Lesther Narváez, otro de los pioneros de la técnica, con más de 50 años en esta labor artesanal.
“La felicidad más grande es que hace cinco años trabajamos para convertir el barniz en esta declaratoria, pues la técnica, gracias a este reconocimiento, ahora le pertenece al mundo entero y todos se deben comprometer, este es un principio en el cual toca trabajar más duro para que esta identidad se perpetúe más y la conozca más gente”, dijo Narváez.
José maría Castrillón practica la técnica desde hace 52 años, tiene legado a tres hijos que siguieron la tradición, antes se dedicaba a la carpintería, poco a poco fue aprendiendo de los maestros pioneros como José María Obando y Gilberto Granja, se enamoró de la técnica y hasta el momento ha sido su medio de subsistencia.
“Quienes trabajamos este bello arte estamos felices, pero esperamos que gracias a esta declaratoria encontremos el apoyo para nuestros talleres y mejorar nuestra calidad de vida”, expresó.
Los maestros barnizadores son conscientes de la gran responsabilidad que conlleva esta declaratoria, afirman que desde sus talleres el trabajo es arduo y ellos abren sus puertas a este oficio.
De aquí en adelante su papel será el de fortalecer la técnica y trabajar los puntos establecidos dentro del Plan Especial de Salvaguarda, entre ellos, el cultivo de la materia prima, el fortalecimiento de los talleres, la transmisión de conocimiento y la comercialización.
Ahora esta técnica es un legado mundial y desde ahí viene su protección y fortalecimiento, que seguro pasará las pruebas del tiempo y conservarán las huellas identitarias de una región que alberga en sus entrañas cuatro patrimonios culturales inmateriales.