Hablar de Fernando Botero es hablar de arte en su máxima expresión. El artista plástico colombiano dejó huella en el arte universal gracias a su estilo.
Fernando Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, sus obras están inmortalizados toreros de ropas apretujadas, mujeres sexys, prostitutas voluminosas, campesinos atildados, sacerdotes de otra época, todos coloridos, todos expuesto en museos y calles de países como: Estados Unidos, Japón, México, Italia, Alemania, España y Francia, entre otros.
Algunos de sus cuadros también fueron contestatarios como el conjunto de 45 piezas que revelaron los vejámenes cometidos por los militares estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib, que despertaron los elogios de muchos y las críticas de sectores conservadores que consideraron su obra como “antiamericana”.
La Red Cultural del Banco de la República de Colombia informó en su momento que, con ocasión de una exposición que realizó Botero en el año 1979, el Museo Hirshhorn, de Washington clasificó su obra en seis categorías temáticas:
La religión (escenas bíblicas, retratos de santos, personalidades clericales y mitología);
Los grandes maestros (referencias y versiones de Leonardo da Vinci, Jan van Eyck, Diego Velázquez, etc.);
Las naturalezas muertas y vivientes
Los desnudos y costumbres sexuales
Las personalidades políticas y, por último
Gente real e imaginaria, lo que incluye pintura de género (cuadros de costumbres y vida cotidiana).
Obras más representativas
Botero descubrió la marca de su obra, el volumen, en las pinturas del artista italiano del renacimiento Piero della Francesca, que solía dibujar cuadros religiosos y óleos en iglesias.
En la década de los 70 y tras años de insistir en su técnica, las puertas del ámbito artístico internacional se abrieron para Botero cuando Dietrich Malov, el director del Museo Alemán llevó a Berlín su obra para exponerla.
La camera degli sposi
Botero presentó esta obra en el XI Salón Nacional de Artistas Colombianos en 1958. La primera reacción del jurado fue rechazar la pieza de plano, por considerarla, entre otras cosas, una ofensa contra la tradición artística
Botero ironiza sobre el poder detentado en la vida y la muerte como destino final que pulveriza ese poder. El pintor amontona una serie de cuerpos de obispos ataviados con sus vestiduras y atributos de poder, pero estos yacen como en una montaña, unos sobre los otros.
La comida con Ingres y Piero della Francesca
Esta fue otra de las piezas emblemáticas del autor. El tratamiento del volumen se observa no solo en los personajes sino en los objetos que utilizan.
La paloma de la paz
La hermosa estatua fue entregada por Botero como muestra de apoyo al proceso de paz con las Farc durante el Gobierno Santos en 2016.
La Paloma de la Paz mide 70 centímetros de altura, es blanca, con el pico dorado y regordeta, como toda su obra.