Estamos rodeados de fenómenos químicos que acontecen en todo momento pero pasan desapercibidos por la falsa idea de que la química sucede solo en los laboratorios, bajo complejas fórmulas y esquemas que se alejan de nuestra comprensión y entendimiento. Sin embargo, a diario somos protagonistas de interacciones químicas al respirar, preparar los alimentos, comer, bañarnos, limpiar la casa, en fin, nos relacionamos con la química sin darnos cuenta, pues está en todo.
La actual situación nos exige tener unos hábitos de limpieza más rigurosos que antes, el uso diario de desinfectantes, jabón, cloro y vinagre, los convierte ahora en productos de primera necesidad. Varios de estos elementos tienen componentes que nos protegen de las bacterias y al mismo tiempo nos permiten ser testigos de reacciones químicas en las labores diarias de casa, debemos procurar la asepsia del espacio y del cuerpo, asunto cuestionable por parte de los niños que cansados de las rutinas de aseo preguntan: ¿por qué tengo que limpiarme tanto, si ya ni siquiera puedo ensuciarme?, por supuesto ellos sacan lo positivo de cada situación. Pronto descubren cómo hacer pompas de jabón cada vez más grandes y resistentes y juegan con las burbujas de gel, aprovechan estos elementos para hacer combinaciones con aromas y colores, inventan como científicos nuevas estrategias para defenderse y combatir hasta el aburrimiento.
Los niños tienen un espíritu curioso que crece con el paso de los días, sus preguntas cuestionan el mundo todo el tiempo, mientras preparamos los alimentos, al observar los bananos y las manzanas cortadas en el plato ¿Por qué las frutas cambian su aspecto y color? ¿por qué la leche se derrama y el agua no? ¿por qué el chocolate y el café cambian con el agua caliente? ¿por qué el queso y el pan tienen huequitos?, atraídos por los colores de las remolachas, la cúrcuma y los arándanos se les ocurre que pueden hacer pigmentos.
¿A qué saben los colores? ¿Puedo extraer colores de los alimentos y pintar con ellos?, estas son algunas de las preguntas que nos ayudará a responder una ingeniera química, que motivada por las ideas y preguntas de los niños, nos dará consejos para hacer pigmentos comestibles y otros experimentos divertidos en la cocina. Aprenderemos a hacer desayunos personalizados, donde los huevos serán lienzos para crear imágenes coloridas que además de ser un alimento nutritivo y delicioso. Su nueva presentación deleitará otros sentidos, vamos a comprobar que cuando mezclamos química y arte se producen reacciones creativas sorprendentes.
Los niños aprenderán a identificar que es un cambio químico y algunos tipos como la oxidación, combustión, descomposición y fermentación, a partir de las diferencias de los procesos reversibles (físicos) e irreversibles (químicos).
La ciencia y el arte no están separados, tienen una larga relación que atraviesa nuestra existencia y lo comprendemos cuando miramos el mundo con ojos de científicos: con la mirada curiosa de los niños, haciendo de la ciencia un verbo que nos permita construir conocimientos desde las vivencias cotidianas, la cocina seguirá siendo el mejor laboratorio de exploración en casa, donde es posible aprender ciencia, biología, geometría, química, matemáticas y juntarlas con el arte para descubrir la belleza y la magia que nos rodea en las pequeñas cosas del día a día.