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Así fue la travesía de los colombianos que llegaron a la cima del fin del mundo

Cuando entró a la habitación del hospital de Manizales el montañista Juan Pablo Ruiz apenas pudo reconocer a su amigo, Nelson Cardona. Estaba gravemente herido luego que el 2 de marzo de 2006, cayera por un abismo de metro y medio en el Volcán Nevado del Ruíz, donde se entrenaba para ser parte del primer grupo de colombianos que ascenderían sin oxígeno el Everest, la montaña más alta del mundo.

Juan Pablo pensaba que su amigo estaba vivo de milagro y por eso no podía creer que lo obligara a hacer una promesa que parecía imposible de cumplir.

“Nelson estaba postrado en una cama, incluso tenía que hacer sus necesidades por un tubito y me pide que le haga esa promesa, me sorprendió, porque era casi prometer lo imposible porque yo no creía que Nelson pudiera recobrarse para intentar una montaña de esa magnitud , recuerda Juan Pablo.

Ocho años después, el 17 de febrero de 2013, Nelson estaba en la cima del fin del mundo, es decir, en el Vinson, el monte más alto de la Antártida. Ya había estado en las cumbres del Everest, el Aconcagua y el Kilimanjaro. Y lo hizo sacrificando lo impensable: su pierna derecha.

“Mi pierna no queda funcional y me tocó mandarme a amputar para seguir detrás de mis sueños y así hago el ritual del desprendimiento , explica Nelson.

En la mayoría de los casos las personas deben desprenderse de uno de sus miembros para salvar sus vidas, pero en el caso de Nelson no era completamente necesario. Aun así decidió amputarse porque lo que estaba en juego era la posibilidad de cumplir sus sueños, como lo cuenta Juan Pablo Ruiz, quien fue testigo de todo el proceso.

“La herida de la pierna no sanó y tocaba hacer una elongación al hueso y fijar el pie y con eso perdía la rotación del pie. Eso le iba a permitir caminar pero nunca hacer ejercicio extremo como al que él estaba acostumbrado y la otra opción era cortar, amputar y poner una prótesis y si lograba adaptarse podía hacer deporte extremo. Era una decisión supremamente difícil , señala el montañista.

De ese sacrificio nació la idea de un grupo de colombianos de convertir a Nelson Cardona en el primer latinoamericano en escalar las siete montañas más altas de cada continente, incluidas La Antártida y Alaska. Pero primero debió superar etapas tan difíciles como adaptarse a su nueva prótesis.

En todos esos esos sacrificios pensaba Nelson el día que hizo cumbre en el Monte Vinson de La Antártida. Con 4 mil 896 metros, este no es el más alto del mundo, pero si el más frío y lejano. Llegar allí ya es todo un desafío como lo cuenta el montañista Juan Pablo Montejo, integrante del equipo.

“Es toda un proeza, requiere de una logística, muy importante y es muy costoso ir, porque tienes que desplazarte a la punta del continente en Punta Arenas y de ahí coger un avión carguero ruso que sobrevuela durante cuatro horas La Antártica, luego el avión aterriza en hielo y ahí debe haber una infraestructura que te permita sobrevivir en un planeta de hielo , dice el deportista.

Lo difícil no era solo llegar. Una vez en el continente, cuya extensión es superior a la de Europa, los siete expedicionarios colombianos entendieron que allí el sol nunca desaparece en los seis meses que dura el verano.

También tuvieron que adaptarse a la idea de que todo lo que entra a la Antártida debe salir, ya sea su basura o sus desechos físicos.

“Si entra una lata de atún tiene que salir la lata de atún y además preguntan por los desperdicios de los señores que se comieron la lata, miden todo y tienes que cargar tu baño, son bolsitas que tienen tu nombre y lo subes y lo bajas , asegura Juan Pablo Montejo.

En la cumbre, la expedición pudo permanecer una hora y media. Los buenos cálculos del líder del equipo Juan Pablo Ruíz les permitieron ascender en un día despejado en el que el clima fue su mujer aliado.

En ese periodo, los colombianos tuvieron tiempo de comunicarse con el presidente Juan Manuel, gracias a equipos satélites.

Después el Vinson en agosto pasado los siete expedicionarios alcanzaron la cima del monte Elbrús, el más alto de Europa. Ahora se preparan para enfrentar el Denali, en Alaska, quizá uno de los más difíciles por el riesgo de avalanchas.

A estos colombianos muchos les preguntan porque están dispuestos a pasar hambre, frío, a hacer largas caminatas y poner riesgo su vida en nombre de estas aventuras. Cada uno tiene su propio motivo.

Por Lorena Vega

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