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Entre cumbias y vallenatos: así celebró Gabo el Premio Nobel

Con guayabera, cumbias, vallenatos y artesanías típicas de nuestro país, Gabo rompió todos los esquemas al recibir su Nobel de Literatura.
Entre cumbias y vallenatos: así celebró Gabo el Premio Nobel
Crédito: Colprensa
Colprensa

”Por sus novelas e historias cortas, en la que lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente”.

Este es uno de los apartes de la laudatoria de la Academia Sueca al entregarle el Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, quien viajaría hasta la fría Estocolmo (Suecia) para recibir el galardón y armar una verdadera parranda que rompió el protocolo de la realeza de dicho país y que entrega este galardón.

Tras conocerse el 21 de octubre que Gabo recibiría este importante premio, muchos empezaron a empacar maletas, y desde antes de llegar a Suecia, ya se le advertía a la organización del Nobel, que no contaran con el estricto cumplimiento del protocolo, pues Gabriel García Márquez no usaría frag, y en vez de ello, se presentaría en guayabera o mezclilla, poco aconsejable para una ciudad de muy bajas temperaturas.

En 172 páginas, Gonzalo Mallarino Flórez, realiza un profundo y detallado relato de lo que fue, su experiencia hace 40 años, viajando hasta el lejano Estocolmo (Suecia), como parte de los invitados a la entrega del Premio Nobel de Literatura que recibió Gabriel García Márquez.


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Se trata de ‘El día que Gabo ganó el Nobel’, libro que publicó la editorial Planeta, como una crónica de un testigo de lujo, con el antes, durante y el después de lo que ha sido este galardón para todo un país.

Todo esto sin desconocer el momento político y social que vivía el país a inicios de los años ochenta, cuando se presentó el hecho, en el término del gobierno de Julio Cesar Turbay, el inicio del cuatrienio de Belisario Betancur.

Las relaciones entre el escritor y el Gobierno saliente no eran las menores. García Márquez había criticado con dureza el estatuto de seguridad impuesto por Turbay, que había generado cientos de encarcelados y perseguidos políticos. Formas y estilos similares a los utilizados por las distintas dictaduras que habían sido protagonistas en América Latina en los últimos años.

Tal era la tensión, que existía la posibilidad de que el 'Hijo de Aracataca' fuera capturado, por lo que lo mejor era que se quedara en México, donde pasó el resto de su vida.

Como es una tradición colombiana, el país se dividió entre dos bandos, entre quienes estaban a favor de las decisiones del gobierno, y quienes pensaban igual que García Márquez, hasta que llegó la noticia del Premio Nobel de Literatura.

Ese 21 de octubre el país se unió en una misma celebración, aunque tras la euforia, volvería la resistencia, pero con el premio, pudo volver al país, en especial a su querida Cartagena.

En la parte final del libro, antes de un nutrido álbum de fotografías, Gonzalo invita al lector para que lo acompañe en el viaje a Estocolmo, con todos los particulares personajes que integraron ese vuelo y todas las posibles anécdotas que pueden ocurrir cuando un grupo de caribeños llegan a orillas del Archipiélago Báltico.

Desde que Gabo supo que era el ganador, no paró de advertir que quería celebrarlo con ‘cumbias y vallenatos’, y así lo cumplió, al pie de la letra, en Estocolmo.

De manos de Colcultura, la institución antes de la creación del Ministerio de Cultura, estuvo organizar la delegación que acompaña a Gabo a recibir el Nobel. La idea sería, mostrarle al mundo, desde Estocolmo, parte del Macondo que el escritor había retratado en sus obras.

Gloria Triana fue la encargada de seleccionar a los mejores exponentes de algunas de las más representativas músicas del folclor colombiano.

Los nombres de Luis Quinitiva y su conjunto llanero, junto a Totó La Momposina, encabezaron la lista, en la que no podía faltar Leonor González Mina, más conocida como ‘La Negra Grande de Colombia’, además de Carlos Franco y sus danzas del Atlántico o Julián Bueno y las Danzas del Ingrumá.

Avianca ofreció uno de sus famosos Jumbo para realizar el vuelo de ida y regreso y Artesanías de Colombia dotó a los viajeros con pasamontañas, ruanas y guantes, pues se esperaban temperaturas de hasta 22 grados bajo cero.

Se cuenta, que algunos recibieron planes dentales, pues no tenían su dentadura completa, así como unos pequeños talleres para quienes jamás se habían subido en un avión, lo que podría ser un inconveniente por el largo viaje que les esperaba.

Cierto sector de la prensa de la época empezó una dura crítica sobre esta organización, y muchos auguraban un ‘oso monumental’ lo que haría Colombia en Suecia.

Ante esto, el presidente de la República, Belisario Betancur, pidió un ensayo general en el Teatro Colón, todo con el propósito de saber que todo estaba preparado para presentarse durante el banquete de la celebración del Nobel.

Había que integrar a todos los grupos folclóricos porque no se podía llevar a la totalidad de sus miembros, por lo que los ensayos se extendieron por varios días.

Una aventura que pudo terminar en un desastre se convirtió en quizás la parranda mejor organizada por Colombia en el exterior. De hecho, el diario de mayor circulación de Suecia, entre su cubrimiento afirmó que: “Los amigos de Gabo le habían enseñado a Estocolmo cómo se celebra un Nobel”.

GABO EN ESTOCOLMO

El 11 de diciembre se cumplirán 40 años desde el día que Gabriel García Márquez recibió de manos del rey de Suecia, en Estocolmo, el Nobel de Literatura 1982.

Su Conferencia Nobel, ‘La soledad de América Latina’, es considerada una auténtica pieza maestra literaria y política, de la cual, se exaltan estas frases:

"Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida".

"América Latina, esa patria inmensa de hombres ilusionados y mujeres históricas cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda".

"Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte".

"Los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también por una patria más grande, más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos".

"La solidaridad con nuestros sueños no nos hará sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo".


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"Ante esta realidad sobrecogedora los inventores de fábula, que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de una nueva y abrasadora utopía de la vida donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra".

*"¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de un cambio social?".

Los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.

"Durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de Aluvión en cuyas mollejas se encontraban piedrecillas de oros".

*"Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo sino tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica".

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