Los secretos y oraciones son una serie de palabra ocultas con la que los afrocolombianos realizan curaciones, se defienden de sus enemigos y pueden causar daño a otra persona; quienes ejercen este tipo de prácticas son llamados popularmente zánganos, brujos, brujas, hechiceros, curanderos y sabedores. Este conocimiento, combinado con unos rituales que involucran pantas medicinales, se utilizan en muchas comunidades como método de sanación del cuerpo y el alma, traspasando el saber de generación en generación utilizando la tradición oral.
Para el historiador Julio César Uribe Hermocillo, estas prácticas se remontan al siglo XVI con la diáspora, es decir, el traslado forzado por la esclavización de millones de pobladores africanos de distintos países traídos a América.
“Si nos ubicamos en América del Sur, en Colombia, y en el Pacífico, estos pueblos trajeron consigo todo lo que era su vida, su cultura, su lengua, todo su sistema de creencias, todo lo que para ellos constituía la existencia”, apunta Julio César.
Ya en otras tierras, hombres y mujeres debieron adoptarse a las nuevas condiciones para lograr la supervivencia, esto dio origen a una serie de nuevas magnificaciones que modificaron las dinámicas de los territorios dando origen a nuevas costumbres.
Agrega Uribe Hermocillo que “aunque llegaron con todo lo que para ellos tenía un valor simbólico, lingüístico, cultural, artístico, traídos a la fuerza se vieron obligados a adaptarse aquí. Luego pasaron por un proceso de cristianización forzada dando origen a nuevos ritos”, afirma el historiador.
Esta transformación dio origen al sincretismo religioso entre África y el catolicismo, teniendo a la Iglesia católica como eje central de este cambio de mentalidad de las personas para conducirlas a una vida de servidumbre. Al respecto, el historiador agrega que “el papel de la Iglesia era estar al lado de los conquistadores para para garantizar que los formara o los obligara a adquirir las creencias oficiales de la Iglesia católica y que, a la vez, los forzaba a dejar de hablar las lenguas originales para pasar a hablar la lengua española”.
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Todo este proceso generó una amalgama de conocimientos que permitieron a los esclavizados cierto grado de protección basados en la utilización de ritos que avanzan con las dinámicas humanas y territoriales, dando a cada espacio un carácter religioso particular.
A medida que transcurrió el tiempo y con la interacción, “la influencia de esas creencias y esos sistemas religiosos africanos que vinieron con esta población esclavizada, empezaron a mezclarse para reproducirse y a recrearse dentro de los sistemas formales a los que se vieron obligados a adoptar, que fueron los del catolicismo. Ahí es donde se da la mezcla que muchos llaman sincretismo y que son las expresiones recreadas de la religión propia, mezclada con la religión impuesta”, asevera Julio César.
En la cultura afrocolombiana todas las actividades giran alrededor de las creencias, estas son intrínsecas de cada persona desde su nacimiento hasta después de la muerte. Los secretos no son la excepción y son parte misma de la vida, por ello están presentes en la crianza, en la enfermedad, en los momentos más importantes de la vida.
“Todo va a estar sacralizado, el monte, la mina; por ello se rezan oraciones antes de entrar al monte y se le pide permiso a la selva para hacer uso de ella. Igualmente, la minería”, aduce Uribe.
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En el Pacífico colombianos las comunidades afrodescendientes e indígenas han compartido territorio y, por ende, una serie de costumbres que trasfieren de una etnia a otra asegurando la supervivencia en condiciones adversas. Para Grimaldo Palacios, líder Embera Dobida, la relación entre indígenas y sabedores data de muchos siglos atrás.
“Después de la conquista la relación de negros e indígenas siempre ha existido, por eso los afros le enseñan esa clase de secretos a los indígenas. Por ejemplo, para curar tuberculosis, mordeduras de culebras o llagas. Esas costumbres aún se conservan y cuando no funciona, se deben arreglar”, dijo.
La protección juega un papel importante para cualquier cultura, por lo cual afrodescendientes e indígenas utilizan los recursos necesarios para mantener a salvo sus familias, la comunidad y los entornos, teniendo a la naturaleza con fuete principal de insumos para hacerlo. En la actualidad existen un sin número de manifestaciones que abarcan baños, rezos, oraciones y riegos que tienen más de cinco siglos de historia.
Así lo rétala el historiador Uribe Hermocillo, pues “desde el mismo momento en que la población africana, a través de la diáspora, fue traída al continente americano, ya con ellos venían ciertos sistemas de protección similares a lo que podemos llamar oraciones o conjuros, o lo que hoy conocemos como secretos para protegerse a sí mismo, a su familia y su entorno. Y eran también mecanismos de defensa que se utilizaban frente al abuso de los colonizadores, que por la fuerza los habían traído acá”, concluye.
Por su parte, Domingo Valencia, conocedor de estas prácticas, califica como positivo su uso dado que brinda cierto grado de fortuna que permiten el desarrollo de sus labores que buscan mejorar la calidad de vida,
“Los secretos son muy buenos para uno reforzar su cuerpo, uno que trabaja en el monte se mete después de relatar el de San Pedro y encuentra la culebra dormida (…) también se utilizan con las hierbas para la suerte y nos sirven para protegernos de la brujería”, dijo.
Existen secretos oscuros con los cuales se puede causar daño a las personas o comunidades, esos son exclusivos de los zánganos, como se denominan a las personas que utilizan esta clase de prácticas y que, según Valencia, quedan pocos.
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Según la creencia, los secretos y oraciones deben ser manejados con ciertos cuidados, que les permitan permanecer “buenos”, es decir, que sirvan para lo que fueron creados; cuando se dañan se deben arreglar mediante el uso de otros rituales que varían dependiendo de la zona del país o de la etnia. En las comunidades indígenas se hacen mediante un ritual que involucra los ríos.
“Cuando uno quiere arreglar un secreto que no funciona mete la cabeza en el agua de un río, lo relata tres veces y ya, que listo”, concluye Grimaldo.
En cuanto a las comunidades afro asentadas en el Atrato, se realizan varios ritos que Domingo describe. “Usted se va para el monte donde nadie lo perturbe y empieza a rezar sus oraciones, otros hacen un hueco en la tierra y meten los secretos escritos en un papel y los sacan a las 12 del día o de la noche, o en una playa solitaria también se pueden ajustar”, concluye Domingo Valencia.
Estos ritos y rituales tienen influencia de la religión católica, por ello las actividades de arreglo o ajuste de los secretos se realiza en la época de Semana Santa, especialmente los días jueves y viernes Santo, considerados los más importantes de la semana mayor.