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‘La Cacica de San Agustín de Tarqui’, conserva tradiciones del pueblo Uitoto

Hace más de 5 décadas Josefa Agustina Güetty Vineth llegó al bajo Putumayo y allí aprendió a tejer la mostacilla checa para mantener viva la cultura del pueblo Uitoto.
Juan Miguel Narváez Erazo

Las tradiciones familiares en los pueblos indígenas del departamento del Putumayo jamás se borrarán de su memoria porque a través de ellas protegen el patrimonio cultural de sus comunidades. Desde el seno de sus hogares, lideresas indígenas del municipio de Leguízamo enseñan a los suyos a transformar el hilo y la mostacilla checa en pectorales, collares así como en manillas cuyos colores y figuras están inspirados en la fauna y atardeceres de la Amazonía.

Josefa Agustina Güetty Vineth, ‘abuela sabedora’ del pueblo indígena Uitoto del Amazonas, aprovecha los mitos y leyendas para captar la atención de sus nietos Yurany Ochoa, Juan Ochoa y Dilan Ochoa. Les enseña cómo se unen y se teje a partir de las diminutas esferas.

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En cada collar, “La Cacica de San Agustín de Tarquí” muestra la riqueza de la Amazonía colombiana.

A través del relevo generacional, ella tiene como propósito darle continuidad a las tradiciones de su pueblo ancestral para mantener viva a su cultura.

Hace 50 años Josefa llegó a Leguízamo (Putumayo) y desde ese entonces, cuando la misionera franciscana Ligia Montoya le enseñó a tejer, consagró su vida a la transmisión de sus costumbres a partir de la bisutería artesanal. ‘La Cacica de San Agustín de Tarqui‘ como es conocida en la Amazonía, aprovecha el solar de su modesta vivienda para dialogar con su nieta Yurany Ochoa y enseñarle la técnica del tejido y su significado.

“Con paciencia y sobretodo con mucho amor se hacen grandes obras. Esa fue la enseñanza de aquella misionera que hace más de 3 décadas me dejó cuando en Puerto Leguízamo, aprendí a entrelazar el nylon y las pepas”, expresó la ‘abuela sabedora’ mientras desenvolvía un ovillo de fibra sintética.

Mientras descansa en el solar de su vivienda ubicada en el barrio Loma Linda, no se molesta en repetir que cada vez que entrelaza la fibra a una diminuta esfera de plástico, recuerda aquellos fatigosos y extensos viajes fluviales que desde niña hizo entre 1963 y 1967 a lo largo de los ríos Putumayo y Amazonas para llegar a Leguízamo, lugar donde su madre, Julia Vineth y su padre Ermes René Ortíz se dedicaban a producción de artesanías.


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Yurany Ochoa asegura que las enseñanzas de su abuela Josefa Güetty le ayudarán a mantener vivas las tradiciones del pueblo Uitoto.

“Entre tantos ires y venires cumplí 18 años de edad, época en la que conocí a mi esposo Jorge Ochoa quien a lo largo de nuestros 50 años de matrimonio me ha sido indispensable en la selección de la mostacilla por colores”, manifestó Josefa tras subrayar que su liderazgo a favor de los adultos mayores y la incondicional enseñanza de sus habilidades ancestrales a la juventud de la Amazonía hicieron que la comunidad de su lugar de origen la reconociera como ‘La Cacica de San Agustín de Tarqui’.

Con esas pequeñas acciones, que aún las imparte en su humilde vivienda, Josefa asegura que inculca en la juventud el deseo por emprender y autosuperarse para que cultive las semillas del conocimiento que a futuro les permitirá hacer realidad sus sueños.

“Si tejer una pulsera para despertar emociones requiere mucha dedicación, ¿se imagina el talento que se necesita para unir más de 2.000 diminutas esferas para elaborar un collar?, exclamó la artesana al momento en que se disponía a tomar un molde cuyas figuras guardan relación con loros, guacamayas y mochileros entre otras exóticas aves de la Amazonía.

Unidad familiar

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Dos meses tarda la ‘abuela sabedora’ Josefa Güetty en la confección de un collar en mostacilla checa.

“La selección diaria de la mostacilla es todo un desafío, porque separar cada pepa por colores me demanda por lo menos 3 horas continuas. Generalmente esa tarea la inicio a las 3 de la tarde y la termino entre las 5 y 6 p.m.”, indicó Jorge Ochoa, cónyuge de ´La cacica de San Agustín de Tarqui’.

Pero la tarea de Jorge no termina con la separación de las diminutas esferas de color, pues en sus manos está entrelazarlas para enseñar a su nieta Yurany Ochoa la manera en que se une el nylon con la mostacilla.

En el intercambio de conocimientos está para Yurany la prolongación de la cultura Uitoto, pues asegura que si la juventud deja a un lado las tradiciones de su pueblo, en unos cuantos años; sus costumbres quedarán en el olvido.

“Cuando las pepitas están sujetas entre sí, comenzamos a darle vida a cada una de ellas y a medida que avanza el tejido, es cuando ponemos en práctica nuestro ingenio y creatividad para formar las imágenes o palabras que más adelante luciremos en los collares o manillas”, manifestó Jorge al indicar que las águilas son las figuras más complejas de elaborar, mientras que los corazones y banderas son imágenes que le demandan menos tiempo en su elaboración.


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Yurany canta y ríe junto a su abuela Josefa, mientras aprende a tejer la mostacilla checa.

Para Jorge letras planas como la l, m y o le facilitan la elaboración de los artículos de bisutería, mientras que consonantes curvas como la b y r le dificultan su avance en el tejido.

“Todo es cuestión de amor y paciencia para que nuestros emprendimientos transmitan magia y alegría a quienes los lucen. La divulgación de esas emociones está en nuestras manos y en la creatividad de las nuevas generaciones que hacen parte de los diversos pueblos indígenas que tienen como objetivo prolongar nuestras tradiciones”, manifestó.

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