El origen de la tradición del viche remonta de varios siglos atrás, cuando africanos esclavizados pisaban suelos americanos. De ellos, además de música y tradiciones, heredamos una bebida sagrada conocida como charuco, o viche, la cual se realiza a base de caña y trasciende generaciones.
De la cuna a la tumba, el lema de Mano de Buey, un emprendimiento de viche y bebidas tradicionales que rescata la tradición de seis generaciones de maestros vicheros, iniciando por el maestro Tomás González quien, según cuenta la marca, huyó en de las minas de oro en Barbacoas, Nariño, sobre 1880 para buscar un mejor futuro, y cuya búsqueda de una tierra fértil y llena de agua se materializó cuando piso suelos tumaqueños, en 1936.
Deri González, es ingeniero sanitario y ambiental, y hace parte de la sexta generación de vicheros de la vereda Soledad Curay, de Tumaco, de la cual también es oriundo. “La historia de nuestro viche viene de 1936 cuando mi tatarabuelo Tomás empezó con la tradición que se ha ido heredando de generación en generación, de ahí fue el abuelo de mi papá, Elías González, luego el papá de mi papá, Onésimo González, luego mi papá, Onésimo González, y ahora aquí estoy yo con mi papá trabajando en este emprendimiento”, nos cuenta.
El viche que la familia de maestros ofrece tiene una particularidad, y es que es hecho exclusivamente del cultivo de caña que también hace parte de la herencia del primero de los Onésimos, quien plantó, en el mismo año de su llegada a la ‘Perla del Pacífico’, la caña que le da el sabor característico a Mano de Buey.
“Nosotros producimos cinco variedades de producto. El primero que es el viche puro, que se da por la fermentación de la caña POJ2878, introducida en el territorio en 1936 en el territorio, y después de eso se lleva a un proceso de destilado en frío que ya es donde obtenemos el viche”, explica Deri González, y añade que “de ahí obtenemos los otros cuatro productos que son licor de banano, macerado de coca, licor de mamey y el curao tradicional, es decir, todos son a base de viche y llevan un proceso de 6 a 12 meses”.
El viche representa resistencia para el Pacífico colombiano, pues según explica Deri, desde su llegada con los esclavos africanos se ha preservado como forma de resistencia; así mismo para la vereda Soledad Curay, además de prevalecer con los años, se ha convertido en la base de la economía de toda una comunidad.
“Toda nuestra generación se ha criado con el viche, o charuco como lo conocemos en nuestro territorio, eso es el alma mater de la vereda Soledad Curay, en donde el 80% de los habitantes se dedican a la producción de viche, hemos estudiado con el viche, yo fui a la universidad y me gradué gracias a la producción de viche por mi papá, nuestros primos, vecinos y amigos de la vereda también”, afirma.
Así mismo, la comunidad ha generado todo un proceso al rededor de esta bebida tradicional que va más allá de la producción de la misma, como es el caso del fortalecimiento del turismo a través de iniciativas como ‘La ruta del viche’, en la cual los vicheros destacan las propiedades tradicionales y medicinales que tiene la bebida.
A través de Mano de Buey, Deri espera poder seguir aportando al reconocimiento y conservación de esta tradición que, desde 2022, está respaldada por la Ley del Viche, y con ello ser pioneros en Colombia y el mundo.