Según los habitantes de Guamo (Tolima), las artesanías en palma real tienen más de 200 años de tradición. La pieza más representativa sin duda es el sombrero tolimense, elaborado con fibras de esta planta y que potencia la economía de miles de residentes de siete municipios del sur y oriente del Tolima, algunos de ellos a orillas del ‘Gran Yuma’, ’el río amigo’ como era conocido el Magdalena.
Cuentan que desde tiempos inmemoriales, las mujeres de Guamo están vinculadas cultural y económicamente con este producto ribereño. Este es el caso de doña Aurora Flórez, que desde los cinco años comenzó a jugar con las tiras de palma. Hoy tiene 73 años de edad, y esta fibra extraída del ‘Attalea Butyracea’, como es el nombre científico de la planta, se convirtió en su oficio y su sustento.
Doña Aurora recuerda que su madre dejaba a sus cinco hermanos arreglando la casa, mientras que a ella y a su única hermana las dejaban sacando las tiras de la fibra para bordar luego los sombreros. Con los años comenzó a tejer diferentes tipos de trenzas hasta que llegó la primera máquina de coser a su vida, y con ella la posibilidad de elaborar los mejores sombreros que hoy tienen renombre en el barrio El Carmen en Guamo.
Su hijo Ulises Quintero aprendió este arte viendo a doña Aurora trabajar día a día, y llevó los diseños en palma real a otro nivel junto a su esposa Sol Angel Briñes. Hoy trabajan juntos en su taller para que esta tradición no pierda vigencia.
Guamo, capital del sombrero tolimense
Junto a doña Aurora hay por lo menos unas 6.000 personas que sustentan su economía principalmente de la elaboración de este sombrero y de otros elementos que diseñan con esta fibra. Sol Ángel junto a su esposo y 24 mujeres más, crearon la Asociación de Artesanos de la Palma Real de Guamo - Asopalguamo. Posteriormente, lograron con la Asamblea del Tolima declarar este sombrero como Patrimonio folclórico y cultural del departamento.
“En años anteriores, el municipio de Guamo era capital del sombrero. Indagando con las personas más antiguas hemos dicho que más o menos que entre 200 y 250 años llevamos en la tradición del sombrero tolimense. Sin embargo, por cuestiones que ya han comenzado a sacar otra clase de sombreros, entonces el sombrero de palma lo han ido desplazando. Por esta razón, en el 2010 fue declarado Patrimonio Folclórico y Cultural del Tolima por ordenanza 014 de la Asamblea”, explicó Sol.
La mayoría de artesanos del sombrero de palma se concentran en el barrio El Carmen. Allí, según Sol Ángel, la gran mayoría se dedican a la elaboración de artesanías con fibra de palma real. “Allí somos unos seis mil habitantes y todos nos dedicamos a la fabricación de artesanías con fibra de palma. El que no teje, cose o baja los cogollos para sacar las fibras, pero todos tenemos algo que hacer alrededor del sombrero. […] De mi familia, por ejemplo, yo soy hija adoptiva de Guamo porque mis raíces vienen de Bogotá. El amor me trajo aquí. Mi esposo sí es de cuna guamuna y yo aprendí el oficio de mi esposo, mis tres hijos también saben tejer y mi hija es la reina de la palma real”, explicó.
Existen 11 tipos de tejidos que se elaboran con la fibra. Y a propósito, ¿cómo podemos identificar un genuino sombrero tolimense de palma real? Sol Ángel explica las características de esta pieza: “Para el hombre, el sombrero de palma consta de un plato el cual lleva un tejido en ‘uno’, unos tejidos especiales; uno de ellos es el tradicional que es el corte liso. Todo va en la fibra de palma real. Luego sigue dos vueltas D1. En el tambor lleva el corte liso blanco. Luego en su ala lleva otra vez corte D1 y termina en dos vueltas DM. Y para la mujer está la pava tradicional con corte liso y terminado en un corte que le llamamos corroncho o billareth, adornado con unas cintas de sedas de siete u ocho diferentes colores y flores artificiales”.
En relación con el sombrero hay una creencia, según la cual, quien lleve este sombrero inclinado sobre los ojos será tomados por engreído y mala persona; si lo porta hacia atrás y con los bordes doblados, es porque es alegre y lleva aguardiente; pero si se lo pone hacia el lado izquierdo es porque se ha vuelto romántico y le gusta la fiesta. “Y todos deben en Guamo llevarlo, porque si no lo lleva, será visto como un irresponsable y vago” cuenta la sabiduría popular.
Cogollos al sol
En la producción del sombrero participan principalmente las mujeres, mientras que algunos hombres se dedican a subir descalzos a las palmas para bajar los cogollos, que están a una altura de entre 15 a 20 metros. Pero también la calidad de la materia prima con la que se elabora el sombrero debe tener unas condiciones.
Doña Aurora, como todas las artesanas y artesanos, prefiere sacar las fibras de los cogollos u hojas más jóvenes. Después, pone a hervir las fibras en agua, para luego secarlas y blanquearlas al sol. “Para mí, debe ser una palma de buena calidad gecha, gecha, no que sea de los primeros cogollos la palma, porque esa solo sirve para echarla al fogón. […] Yo consigo fibras de palma y me pongo a desorillarla, me toca desvenarla, me toca despegarla, me toca enmoñarla, me toca padiarla. me toca cocinarla, luego soltarla, sacudirla y por ahí, tipo 9 o 10 de la mañana botarla a sol”, dijo la señora Aurora.
Para mantener la tradición, en algunas instituciones educativas del municipio se imparten clases sobre tejido y artesanía con miras a que los más jóvenes tengan conocimientos sobre el valor de este producto. “Los alcaldes nos han copiado la idea y en las escuelas también hay una cátedra de artesanías, donde le enseñamos a los niños a tejer, a elaborar artesanías, clases que se dan contrarias a sus horarios de estudio. Y los niños hoy también tienen sus iniciativas y elaboran sus artesanías, y sus productos se llevan a las diferentes ferias y se les vende. Eso los incentiva para que sigan vinculados con la tradición”, contó Sol Ángel.
Mientras la semilla se va sembrando en los niños y jóvenes, doña Aurora, mientras viva y tenga salud, seguirá sonriendo mientras teje un sombrero más, para algún local o foráneo que llegue preguntado por el tradicional atuendo. “Amo el trabajo, lo disfruto, lo amo, en una sola palabra. Vivo agradecida con Dios por haberme dado ese arte, y hasta cuando la vida me lo permita seguir siendo artesana, porque ya ahora las manos me están fallando, tengo desgaste muscular en las manos. Pero sigo amando las artesanías”, subrayó con orgullo doña Aurora.
Preocupaciones ecosistémicas
De acuerdo con la investigación ‘Usos y perspectivas comerciales de la palma ‘Attalea butyracea’ en Colombia’, adelantada por biólogos de las universidades Nacional y Javeriana, la necesidad de contar con terrenos disponibles para el cultivo de arroz en el municipio de Guamo ha hecho que el número de ejemplares de palma real este disminuyendo.
La situación la confirma Felipe Andrés Romero, consultor ambiental en la Dirección de Desarrollo Rural – UMATA, de Guamo (Tolima). “La disminución de palma es un problema que se viene identificando y que se ha plasmado en el Plan de Desarrollo de Guamo. Se ha disminuido, no solo la palma sino el bosque seco tropical. Hoy solo contamos con 147 hectáreas en bosque seco tropical, en el cual se incluye la palma. El uso del suelo del municipio es de vocación agrícola (arroz) y pecuaria (ganadería), y son dos sistemas productivos que son totalmente devastadores con este ecosistema estratégico. Por eso, se ha disminuido la palma”, explicó el funcionario.
Para mitigar esta situación, las autoridades locales, con el apoyo de Cortolima, a lo largo del 2021 han plantado cuatro hectáreas de bosque seco tropical para mitigar el impacto negativo sobre el río Luisa, y de paso, preservar la palma real. “Dentro del Plan de Desarrollo está estipulada la plantación de por lo menos 15 hectáreas de bosque seco tropical y diferentes herramientas de manejo del paisaje. Actualmente, ya se han plantado cuatro hectáreas en un corredor biológico que fortalece microcuencas del río Luisa, que son afluentes directos del río Magdalena”, puntualizó Felipe Andrés.