El río de aguas cristalinas que fluye entre rocas gigantescas era una ruta estratégica de guerrilleros en Colombia. La sangrienta guerra interna mantuvo oculto durante décadas al Cañón del Guape, en cuyas aguas hoy disfrutan turistas en flotadores de múltiples colores.
La paz develó esta maravilla natural de 35 metros de profundidad ubicada en la localidad de La Uribe, departamento del Meta (sur).
Sus pasadizos iluminados con unos pocos rayos de sol que franquean cuevas inmensas fueron redescubiertos gracias al histórico acuerdo firmado en 2016 entre el Estado y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas).
Ahora decenas de turistas se embarcan en una aventura a bordo de los inflables, por pasajes de aguas a veces turbulentas y otras, serenas. Algunos cierran los ojos y se dejan llevar por el sonido de la selva, el cantar de los pájaros, y el torrente de la quebrada que recorre la misma ruta que usaron los rebeldes armados a finales del siglo XX.
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"Antes por acá pasaba la gente armada con fusiles (...) Ver esto, la manera en la que cambió, es impresionante", resume uno de los guías, todos jóvenes víctimas de la violencia, antes de emprender un recorrido al que asistió un fotorreportero de la AFP.
La Uribe saltó a la fama en los años 80 y 90 como enclave de la guerrilla más poderosa del continente.
Anclado en los Llanos Orientales, entre el centro Andino del país y la Amazonía, el poblado fue escenario de una de las fallidas negociaciones de paz entre el Estado y las FARC. También fue epicentro de una arremetida sangrienta de los rebeldes que destruyó estaciones de la Policía y del Ejército.
En 2017 la historia dio un vuelco. Rebeldes aún con uniformes camuflados y fusiles salieron de la espesa selva que oculta al cañón rumbo a la civilización que esperaba su desarme y transformación en partido político.
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"A pesar de todas la vicisitudes y problemáticas que se han venido presentando durante décadas (...) hoy día la misma naturaleza se encarga de darle un renacer a las comunidades", alienta un boletín oficial sobre un lugar hasta hace poco desconocido en Colombia.
Aunque el acuerdo de paz desarmó al grueso de las FARC y apaciguó ciertas regiones, diversos grupos armados se siguen enfrentando por el control del negocio del narcotráfico y la minería ilegal en un conflicto interno que a la fecha deja más de nueve millones de víctimas en medio siglo.